5 de diciembre de 2025 Donar
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Católicos reflexionan sobre centenario del juicio de Scopes y el debate sobre la evolución en la década de 1920

William Jennings Bryan (sentado a la izquierda) siendo interrogado por Clarence Seward Darrow, durante el juicio del Estado de Tennessee contra John Thomas Scopes, 20 de julio de 1925. Debido al calor extremo, las audiencias se trasladaron al exterior./ Crédito: Smithsonian Institution de Estados Unidos, Sin restricciones, vía Wikimedia Commons.

Menos de 70 años después de que Charles Darwin publicara El origen de las especies, el pequeño pueblo de Dayton, Tennessee (Estados Unidos), se convirtió en el centro del debate estadounidense sobre la evolución humana, la interpretación del Génesis y los sentimientos más amplios sobre el cristianismo.

El 21 de julio de 1925 —hace exactamente un siglo— el maestro suplente John T. Scopes fue declarado culpable de violar una ley estatal que prohibía enseñar la evolución en las escuelas. Su multa de 100 dólares (equivalente a 1.837 dólares hoy) fue anulada por la Corte Suprema de Tennessee. Tanto entonces como ahora, el juicio ampliamente publicitado ha sido retratado como un microcosmos de la supuesta batalla entre “ciencia” y “religión”.

Scopes fue defendido por el abogado Clarence Darrow de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), quien era agnóstico religioso. William Jennings Bryan, cristiano protestante y tres veces candidato presidencial del Partido Demócrata, defendió la ley estatal y una interpretación literalista de los primeros capítulos del Génesis.

Durante el juicio, Darrow llamó a Bryan al estrado como experto en la Biblia y procedió a interrogarlo sobre ciertos textos bíblicos y cuestionar su exactitud histórica. Esa línea de preguntas permitió a Darrow usar el juicio como una lucha indirecta contra el cristianismo mismo. Aunque esa parte del juicio fue desestimada por el juez por no ser relevante para los cargos contra Scopes, se recuerda por su impacto en los debates del siglo XX sobre la evolución humana y el cristianismo.

La obra de teatro de 1955 y la película de 1960 Inherit the Wind (Heredarás el viento) enfatizaron la narrativa de “ciencia vs. religión”, consolidando efectivamente esa percepción en la cultura estadounidense.

William Jennings Bryan (izquierda) y Clarence Darrow. Crédito: National Photo Company Collection, Dominio público, vía Wikimedia Commons; Miscellaneous Items in High Demand, PPOC, Library of Congress, Dominio público, vía Wikimedia Commons.

La realidad del conflicto en ese momento, sin embargo, era mucho más matizada que “ciencia” contra “religión”.

El sacerdote dominico Thomas Davenport, físico y filósofo en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino en Roma, dijo a CNA —agencia en inglés de EWTN News— que sería “incorrecto” sugerir que el catolicismo estaba del lado opuesto al pensamiento evolutivo durante el juicio.

“El juicio fue... más una crisis y un conflicto que involucraba a protestantes estadounidenses que a católicos, en parte debido a las tradiciones filosóficas, teológicas y escriturísticas más amplias de las que los católicos pueden valerse para entender la revelación de Dios y el mundo natural, y para ponerlas en armonía”, dijo Davenport, quien coescribió el libro Thomistic Evolution.

Kenneth Kemp, profesor jubilado de filosofía de la Universidad de St. Thomas en Minnesota, dijo a CNA: “El juicio es usado con demasiada frecuencia por polemistas antirreligiosos como apoyo para su idea de que la relación entre ciencia y religión es fundamentalmente conflictiva”.

Kemp, autor de dos libros sobre evolución y cristianismo —The War That Never Was y The Origins of Catholic Evolutionism— dijo que es importante aprender “qué fácil es distorsionar la historia al servicio de la ideología”.

“Las ‘guerras’ subyacentes al juicio de Scopes en realidad no eran entre ciencia y religión, sino más bien una guerra entre evolucionistas y antievolucionistas, con cristianos en ambos bandos, y otra guerra entre ateos militantes y cristianos, con evolucionistas en ambos bandos”, dijo.

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La Iglesia Católica y la evolución

Los estudiosos católicos consideraron la posibilidad de la evolución humana desde mediados del siglo XIX, aproximadamente cuando Darwin propuso su teoría, según Kemp. En una conferencia que impartió en el Thomistic Institute, dijo que había tres posturas distintas hacia finales de 1800.

Una postura, señaló, era que la evolución corporal era simplemente un mito. La segunda postura era que el cuerpo humano evolucionó a partir de un ancestro similar a un simio, pero que el alma humana es creada directamente por Dios. Una tercera posición intermedia sugería que un ancestro similar a un simio evolucionó hacia una etapa preparatoria, pero que la etapa final del cuerpo humano fue formada por un acto directo de Dios.

Algunos libros que promovían la segunda visión fueron incluidos en la lista de libros prohibidos del Vaticano en la década de 1890, pero la Iglesia evitó hacer cualquier proclamación sobre la evolución en ese momento. El Concilio Vaticano I en 1870 evitó el tema a pesar del amplio debate público.

En la época del juicio de Scopes en los años 20, señaló Kemp en la conferencia, los católicos estadounidenses “generalmente se mantuvieron al margen de ambos lados de la controversia”.

Kenneth Kemp, profesor emérito de filosofía de la Universidad de Santo Tomás, participa en la conferencia de la Sociedad de Científicos Católicos de 2025. Crédito: Rui Barros Photography.

En su conferencia, Kemp citó un artículo de 1925 en la revista America que decía que un lado “desea establecer el fundamentalismo protestante como religión estatal” mientras que el otro “apunta a nada menos que el derrocamiento de todo el cristianismo”. Un artículo de 1925 en Commonweal caracterizaba el juicio como “la agitación de un debate ruidoso y acalorado entre... extremistas emocionales”, refiriéndose a los abogados de ambos lados.

El Vaticano emitió una proclamación sobre el tema 25 años después del juicio de Scopes, cuando el Papa Pío XII publicó la encíclica Humani Generis. El pontífice declaró que la evolución corporal humana era una creencia permisible, siempre que se acepte que Dios crea directamente el alma humana y que todos los humanos descienden de Adán y Eva. No se requiere que un católico crea en la evolución.

Aproximadamente el 62% de los estadounidenses que se identifican como católicos creen en la evolución hoy, según una encuesta de Gallup de 2024. Esto es más alto que la población estadounidense en general, de la cual el 58% cree en la teoría.

Gran parte del debate teológico giró en torno al texto del inicio del Génesis, pero Davenport dijo a CNA que los católicos deben tener cuidado al suponer que los pasajes “relatan una simple cronología histórica”, sino que más bien deben “tratar de entender cuál era el género literario y la intención del texto”.

Según Davenport, una lección que una persona debe tomar de las Escrituras sobre el origen del hombre es que la creación de los seres humanos fue “muy buena” y una “parte especial del orden creado”. Otra es que los humanos son “en parte como el mundo animal corporal, pero en parte separados de él”. Una tercera es que los humanos “no estaban predeterminados a pecar, sino que caímos por nuestra propia culpa”.

Daniel Kuebler, profesor de biología en la Franciscan University, dijo a CNA que la Iglesia reconoce que hay un “componente material” en los humanos, pero que el proceso por el cual eso ocurre “es algo sobre lo que la Iglesia no ha hecho proclamaciones definitivas”, lo que permite la creencia en la evolución humana.

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Parte de la oposición al pensamiento evolutivo, según Kuebler, proviene de la creencia de que la evolución sugeriría que “el hombre es sólo un ser material”. Sin embargo, dijo que esa afirmación “va mucho más allá de lo que la ciencia puede demostrar”.

Daniel Kuebler, profesor de biología en la Franciscan University, habla en la conferencia de la Sociedad de Científicos Católicos de 2025, el 7 de junio de 2025. Crédito: Rui Barros Photography.

Kuebler argumentó que la evolución por sí sola “no puede explicar la totalidad del hombre” y señaló que la Iglesia enseña claramente que los humanos tienen “un componente espiritual: un alma que no evoluciona”.

Oposición a la evolución humana hoy

Un siglo después del juicio de Scopes, la creencia en la evolución ha aumentado entre los católicos y el público en general. Sin embargo, algunas organizaciones, como The Kolbe Center for the Study of Creation, se oponen al concepto de evolución humana y continúan defendiendo el creacionismo de seis días y la posición de que Dios creó a los humanos en su forma actual.

Hugh Owen, fundador y director del Kolbe Center —una organización católica sin fines de lucro— dijo a CNA que su organización es fiel a la declaración de Pío XII sobre la evolución, porque el pontífice instó a los fieles a considerar la evidencia a favor y en contra de la evolución. Owen dijo que el Kolbe Center asegura que los laicos tengan una “oportunidad de ver ambos lados”, algo que advirtió muchos jóvenes católicos no encuentran.

Owen argumentó que la tradición de la Iglesia y los Padres de la Iglesia primitiva están “completamente del lado de la creación en seis días”. Dijo que cree que es importante defender esta posición porque “un error sobre la creación siempre se refleja en un error sobre Dios” y que “el carácter de Dios está en juego”.

Sin embargo, hubo algunos Padres de la Iglesia que no creían en una creación estricta de seis días, como San Agustín de Hipona. Owen argumentó que Agustín no tenía acceso a una traducción adecuada del Génesis.

Owen reconoció que muchos intelectuales católicos en la época del juicio de Scopes creían en la evolución humana. Sin embargo, señaló algunas de las pruebas que se usaron antes y durante el juicio y que desde entonces se han demostrado fraudulentas o inexactas.

Por ejemplo, dos fósiles que se creía mostraban un intermediario entre los primeros humanos y el hombre moderno —el Hombre de Piltdown y el Hombre de Nebraska— fueron posteriormente refutados. Algunos órganos que se creía habían perdido su función original a través de la evolución, señaló, luego se descubrió que sí tenían una función actual.

Owen también señaló la desacreditada teoría de la recapitulación embrionaria, que sugería que el desarrollo embrionario pasaba por varias etapas que se asemejaban a especies ancestrales.

“Ha sido un proceso gradual, pero no hay duda de que ya en la época del juicio de Scopes muchos intelectuales católicos ya habían sido engañados al pensar que pruebas falsas... realmente demostraban la evolución humana”, dijo Owen.

Kuebler, por su parte, dijo a CNA que hay dos principales pruebas que llevan a los biólogos a creer abrumadoramente que los humanos evolucionaron de un ancestro similar a un simio. Una es “toda una serie de fósiles intermedios que no son del todo humanos” y registros fósiles que muestran “un aumento en el tamaño del cerebro a lo largo del tiempo y postura erguida”. La otra es “la evidencia genética” que muestra similitud con los chimpancés.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en CNA.

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