La astrónoma española, Almudena Alonso-Herrero, ha sido una de las profesoras que durante el mes de junio ha impartido clases a 25 alumnos en la Specola Vaticana, el observatorio astronómico que los jesuitas dirigen en Castel Gandolfo, a unos 25 kilómetros de Roma.
Está situado junto a la residencia pontificia, a orillas del lago Albano, donde el Papa León XIV se aloja hasta el próximo 20 de julio, cuando regresará al Vaticano tras una breve pausa estival.
El objetivo del curso, que duró cuatro semanas, era hacer balance de las observaciones que está enviando el telescopio espacial James Webb (en inglés, James Webb Space Telescope o JWST), desarrollado en colaboración por la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA), y lanzado al espacio en 2021 a bordo de un cohete Ariane 5 desde la Guayana Francesa. Se trata de una especie de máquina del tiempo que está siendo capaz de captar la luz emitida de las primeras galaxias que se formaron después del Big Bang, en el llamado "amanecer cósmico".
Con este tipo de imágenes, los científicos pueden estudiar con un grado de detalle sin precedentes cómo interactúan las galaxias entre sí y cómo evolucionan los agujeros negros.
Esto supone un gran avance en el campo de la investigación astronómica: “En el Universo local, donde las observaciones del James Webb nos permiten observar regiones en las cercanías de agujeros negros supermasivos que están en fase activa de crecimiento —lo que denominamos núcleos de galaxias activas—, estamos investigando si el material interestelar se encuentra afectado por los fenómenos energéticos que allí tienen lugar”, explica la astrónoma en una entrevista con ACI Prensa.
Sin embargo, lo más llamativo está sucediendo en los confines del cosmos: “En el Universo distante, se está identificando un gran número de candidatos a galaxias activas”. Además, se está observando que “muchos agujeros negros activos tienen masas enormes teniendo en cuenta que estamos hablando de épocas muy tempranas de la vida del Universo”.