ANÁLISIS: Con el nuevo proyecto de ley de gastos que impulsa una importante expansión del muro fronterizo, los obispos advierten que aumentará el sufrimiento y piden una reforma integral.
El Congreso de Estados Unidos, tras mucho debate y retraso, ha aprobado un extenso proyecto de presupuesto, conocido coloquialmente como el “gran y hermoso” proyecto de ley. Entre otros gastos, el proyecto destina aproximadamente 46,5 millones de dólares a nuevos segmentos del muro fronterizo, junto con otros aproximadamente 120 mil millones para infraestructura del Departamento de Seguridad Nacional y de aplicación de la ley migratoria, incluyendo la expansión de la agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE).
Actualmente, aproximadamente 1.137 kilómetros de los cerca de 3.145 kilómetros de la frontera entre Estados Unidos y México están cubiertos por un muro, una cerca u otra forma de barrera, incluyendo partes del río Grande.
El nuevo proyecto de ley asignaría fondos para una expansión significativa que comprende 1.128 kilómetros de muro primario, 1.012 kilómetros de cercas secundarias paralelas, 227 kilómetros de barreras para vehículos y peatones, y 1.448 kilómetros de barreras fluviales, similares a las desplegadas por Texas en el río Grande en 2023.
Los partidarios presentan la asignación de fondos como una fase más concreta en la respuesta del presidente Donald Trump a un problema de décadas en la frontera sur con México. Mientras tanto, los críticos ven una estrategia basada únicamente en la aplicación de la ley que trata a las personas vulnerables como problemas a ser aislados con muros.
Entre estos últimos se encuentran varios obispos católicos cuyas declaraciones recientes, aunque surgen de experiencias diocesanas y realidades prácticas diferentes, convergen en un juicio moral central: una política que previsiblemente aumenta el sufrimiento humano es contraria tanto al Evangelio como a la doctrina social de la Iglesia sobre la dignidad y los derechos humanos.