En la Basílica de Getsemaní, donde Jesús oró con gran angustia y sudó sangre antes de su arresto, los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa (CTS) celebraron hoy la fiesta de la Preciosísima Sangre del Señor.
Con la Misa de este 1 de julio, Fray Francesco Patton concluyó su período de nueve años como Custodio de Tierra Santa, dando paso a su sucesor —electo hace pocos días y confirmado por León XIV—, Fray Francesco Ielpo. La Eucaristía fue concelebrada por numerosos sacerdotes.
Fray Patton dijo en su homilía que este año quiso reflexionar junto a su pueblo sobre el camino trazado por la sangre de Jesús a lo largo de la historia, “y ver cómo esa sangre, a partir de Jesucristo, llega a nosotros, beneficiando nuestra persona, nuestra vida, la historia en la que estamos inmersos y el cosmos en el que vivimos”.
Dentro del santuario de Getsemaní se encuentra una enorme roca, donde la tradición indica que el Señor oró y sudó sangre la noche del Jueves Santo, sufriendo una terrible angustia por todo lo que iba a padecer. Cada 1 de julio, los franciscanos mantienen la tradición de esparcir una gran cantidad de pétalos de rosas rojas sobre la roca, como símbolo de la sangre derramada por Cristo en este lugar.
El custodio explicó que ese camino trazado por la sangre del Señor a lo largo de su vida terrena va desde Nazaret a Getsemaní, de allí al Calvario, para pasar al altar de cada Misa y luego a cada uno de nosotros.
“La preciosísima sangre de nuestro Señor Jesucristo será el motor interior que lo llevará a compartir toda situación humana de fragilidad y a asumirla entregándose incansablemente”, dijo Fray Patton.