El Papa defendió la nobleza de los “trabajos remunerados”, “en cuanto dan honesta posibilidad de ganarse la vida”.
Lo que es “lo realmente vergonzoso e inhumano”, sin embargo, es “abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí”.
León XIII pidió a los empleadores que consideraran adecuadamente la atención de la “piedad” de sus trabajadores y “no apartarlo en modo alguno de sus atenciones domésticas y de la afición al ahorro”. También enseñó que el trabajo debe adecuarse a la edad y sexo del trabajador.
Lo que el Papa León XIII afirmó en Rerum novarum respecto a la legitimidad de la propiedad privada sería reiterado por el Concilio Vaticano II en su “Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual”, Gaudium et spes. Según el Concilio:
“El hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legítimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demás” (69).
El Papa San Juan Pablo II añadiría su voz a la reiteración de esta enseñanza en su encíclica Centesimus Annus, publicada en el centenario de Rerum novarum. Enseñó que el derecho a la propiedad privada permite al hombre realizarse “usando su inteligencia y su libertad” y contribuyendo al destino universal de la riqueza material.
“Mediante su trabajo el hombre se compromete no sólo en favor suyo, sino también en favor de los demás y con los demás”, escribió Juan Pablo II. “Cada uno colabora en el trabajo y en el bien de los otros”.
Es importante señalar que en la afirmación de León XIII sobre la propiedad privada —y su posterior reiteración por el Concilio Vaticano II y por el Papa San Juan Pablo II— el derecho a ella no es absoluto. Como escribió Juan Pablo II en Centesimus Annus, la propiedad se vuelve ilegítima cuando “no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su compresión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral”.
En resumen, la propiedad privada es legítima sólo en la medida en que sirve al bien común. Si esto se pasa por alto, la sociedad caerá en el abismo de la sumisión despiadada de la persona humana a fuerzas de mercado impersonales, no reguladas y crueles, en la supuesta primacía del lucro sobre la dignidad humana.
El nuevo León
Hoy, en el plan de la divina Providencia, tenemos al Papa León XIV. Su elección de nombre y su elección del 18 de mayo, el 134 aniversario de Rerum novarum, como día de su instalación como Sucesor de Pedro, son de gran significado.
Explicó su elección del nombre “León” al Colegio Cardenalicio el 10 de mayo con estas palabras:
Al sentirme llamado a proseguir este camino, pensé tomar el nombre de León XIV. Hay varias razones, pero la principal es porque el Papa León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial y hoy la Iglesia ofrece a todos, su patrimonio de doctrina social para responder a otra revolución industrial y a los desarrollos de la inteligencia artificial, que comportan nuevos desafíos en la defensa de la dignidad humana, de la justicia y el trabajo.
Esta disposición a responder a los desarrollos en el campo de la inteligencia artificial es oportuna, considerando cómo se utiliza como herramienta para la manipulación de la opinión pública por parte de individuos y déspotas totalitarios que buscan desesperadamente la aceptación pública.
Pero también vemos huellas de León Magno, y su preocupación por comprender quién es verdaderamente Jesús, en nuestro nuevo Papa. Como dijo León XIV en su primera homilía como Papa, existe el peligro de reducir a Jesús “a una especie de líder carismático o a un superhombre”, negando así su divinidad. León XIV advirtió que esto puede suceder incluso a cristianos bautizados, que terminan viviendo una especie de “ateísmo práctico”. Al mismo tiempo, León XIV enfatizó la importancia del encuentro con Cristo, que se acerca a nosotros en su humanidad.
En poco más de dos semanas como Papa, podemos ver cómo nuestro nuevo León, hijo de San Agustín y exalumno del Angelicum, busca seguir el legado leonino de quienes le precedieron, tanto el primer León como el último.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.
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