Entre ellas, “la ternura, la disponibilidad al sacrificio y esa capacidad de escucha que permite no sólo socorrer, sino a menudo prever las necesidades y las expectativas, antes incluso de que se formulen”.
“Son rasgos que deseamos que vayan creciendo en el Pueblo de Dios en todas partes, también aquí, en nuestra gran familia diocesana: en los fieles, en los pastores y, antes que nadie, en mí mismo”, indicó.
Por otro lado, elogió el “comprometido camino” que la Diócesis de Roma está recorriendo en estos años, estructurado sobre varios niveles de escucha “hacia el mundo que le rodea —para acoger los desafíos—, y al interno de la comunidad —para comprender las necesidades y promover sabias y proféticas iniciativas de evangelización y de caridad—“.
Las Mejores Noticias Católicas - directo a su bandeja de entrada
Regístrese para recibir nuestro boletín gratuito de ACI Prensa.
Click aquí
Si bien reconoció que es “un camino difícil”, señaló que es digno de la historia de esta Iglesia, que muchas veces ha demostrado que sabe pensar “a lo grande”, “entregándose sin reservas en proyectos valientes, y arriesgándose incluso frente a escenarios nuevos y complejos”.
En concreto, hizo referencia al gran trabajo con el que toda la diócesis de Roma por el Jubileo, en la acogida y en el cuidado de los peregrinos y en tantas otras iniciativas.
“Gracias a muchos esfuerzos, la ciudad le parece a quien viene —a veces desde muy lejos— como una gran casa abierta y acogedora, y sobre todo como un hogar de fe”, concluyó.
Durante la liturgia, tuvo lugar el rito de la obediencia, en el que el Santo Padre recibió la fidelidad de un grupo representativo del pueblo de Dios en Roma. Esta significativa expresión de comunión no fue protagonizada por cardenales o miembros de la Curia, sino por personas concretas de la diócesis: un obispo auxiliar, un canónigo, un párroco, un vicario parroquial, un diácono, religiosos y religiosas, una familia, un educador, un catequista y dos jóvenes.
Entre los participantes estuvieron el Cardenal vicario Baldassare Reina, Mons. Renato Tarantelli como obispo auxiliar, y otros miembros del clero y laicos, como el fraile Luis Martín Rodríguez, la religiosa Rebecca Nazzaro, y jóvenes como Mirko Venditti y Teresa Martellotta. Cada uno de ellos simbolizó una dimensión vital de la Iglesia romana que ahora reconoce al nuevo obispo como su pastor.