Los nuevos estatutos también centralizaron la toma de decisiones, reduciendo el papel del gobierno y la libertad académica del claustro, lo que se percibió como una merma del carácter colegiado y académico del instituto.
En respuesta, estudiantes y exalumnos publicaron una carta abierta en julio de 2019 expresando su “inmensa preocupación por la repentina publicación de los nuevos estatutos y la nueva ordenanza de estudios de nuestro Instituto”.
Pocos meses después, más de 200 profesores, incluidos destacados académicos católicos como Robert George, Scott Hahn, Janet Smith y Jane Adolphe, sumaron sus voces en otra carta abierta expresando su “gran preocupación” por los despidos y pidiendo la reincorporación de los profesores líderes del instituto.
Según el profesor Stanisław Grygiel, amigo cercano de San Juan Pablo II y uno de los despedidos, los cambios no fueron una renovación, expansión o reforma, sino más bien una disolución y destrucción del instituto.
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Los cambios radicales culminaron un giro de énfasis lejos de la teología moral de Juan Pablo II durante el pontificado de Francisco, evidenciado, por ejemplo, en la marginación de los profesores del instituto en el Sínodo de la Familia de 2014 y en el claro desdén por la encíclica de Juan Pablo II sobre doctrina moral, Veritatis Splendor (El esplendor de la verdad), en el magisterio de Francisco.
Académicos “progresistas”
Jane Adolphe, profesora de derecho en la Ave Maria School of Law, declaró al National Catholic Register el 21 de mayo que, tal como se predijo en su momento, el personal despedido fue reemplazado por “académicos progresistas” con posturas disidentes sobre la homosexualidad y la anticoncepción.
El nuevo personal docente incluyó a Mons. Gilfredo Marengo y al P. Maurizio Chiodi, quienes respectivamente expresaron disposición a revisar la Humanae Vitae y cuestionaron la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad y la anticoncepción artificial, en directa oposición a la enseñanza de Juan Pablo II sobre teología moral, orientada precisamente a defender la enseñanza de la Humanae Vitae.
Los entonces líderes del instituto también adoptaron posturas disidentes, incluido el entonces presidente, Mons. Pierangelo Sequeri, nombrado por Mons. Paglia. El sucesor de Sequeri, Mons. Philippe Bordeyne, también fue criticado por abogar por bendiciones litúrgicas a parejas del mismo sexo bajo ciertas condiciones. El propio arzobispo Paglia fue criticado por socavar la integridad moral del instituto con declaraciones incompatibles con la doctrina de la Iglesia, especialmente en temas de matrimonio y vida.
“Debe agradecerse al Papa León XIV por remover al arzobispo Paglia”, dijo Adolphe, mientras que Smith afirmó que la salida del arzobispo Paglia era “definitivamente bienvenida”, ya que defendía cambios pastorales en temas sexuales, como la comunión para quienes están en uniones irregulares, “que no eran compatibles con la enseñanza de la Iglesia”.