Pasadas las seis de la tarde de este jueves 8 de mayo, el humo blanco finalmente se elevó sobre la Capilla Sixtina: el Cardenal Robert Prevost había sido elegido en la cuarta votación del cónclave y adoptaba el nombre de León XIV.
En los alrededores de la plaza de San Pedro, los fieles estallaron en aplausos al compás de las campanas de la basílica vaticana, que repicaban con fuerza anunciando al mundo la llegada de un nuevo Sucesor de Pedro.
La plaza, completamente abarrotada, se convirtió en un mar de alegría compartida, especialmente entre los compatriotas del nuevo Pontífice —los estadounidenses— y los peruanos, pueblo muy cercano al corazón de Prevost tras sus años de misión pastoral en Chiclayo.
Entre la multitud estaban Karen y Steve, un matrimonio originario de Chicago que vive en Florida. Habían viajado a Roma para celebrar sus 35 años de casados sin imaginar que el destino los invitaría a ser testigos de un momento histórico. “No lo podemos creer”, decían conmovidos, con los ojos brillando de emoción.
“Hay que traerle buena comida al Papa, porque la mejor comida que se ha probado está en Perú”, dice con emoción la peruana Guadalupe Rivas. Especialmente, destaca la comida de Chiclayo, la diócesis en la que estuvo al frente Prevost más de una década. “Las tortillas y el ceviche de pato son exquisitos”, precisó.