A medida que se acerca la fecha del cónclave que elegirá al sucesor del Papa Francisco, las redes sociales han dado espacio a un reguero incontrolado de desinformación, bulos y rumores infundados que aprovecha la falta de los controles de verificación que caracterizan a los medios de comunicación tradicionales.
Un pequeño ejemplo de este fenómeno ha sido la propagación de rumores sobre el estado de salud del Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, que el director de la Oficina de Prensa, Matteo Bruni, zanjó en rotundo.
El profesor Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo en la Universidad de Navarra y experto en desinformación, señala en conversación con ACI Prensa que esta dinámica se ha visto ampliada porque la cobertura mediática del cónclave ha adoptado “características propias de las campañas políticas”.
“La Iglesia Católica como institución tiene una influencia social, internacional y política muy grande, y por tanto, la figura del Papa, su cara más visible, es un blanco habitual de intereses cruzados”, explica el experto al que no le sorprenden estas dinámicas intrusivas. “No es raro que personas u organizaciones con afinidades particulares intenten influir en quién resulte elegido”, remacha.
Las redes sociales han sofisticado estos procesos de difusión de información no contrastada porque permiten la “diseminación rápida y global de los contenidos sin filtros profesionales”, sostiene el profesor.
Pero hay otros factores como la creciente precarización del trabajo periodístico, la aceleración de los ciclos de producción de noticias o el desarrollo de herramientas tecnológicas como la inteligencia artificial generativa, que permite falsificar imágenes, audios y videos de forma cada vez más creíble. “Una figura tan expuesta como un cardenal papable es blanco fácil de manipulaciones mediante IA”, añade el académico.