Las tradiciones y misterios que envuelven al cónclave continúan, siglos después, cautivando al mundo. Son innumerables los gestos y símbolos minuciosamente cuidados de este inquietante paréntesis que pone en vilo no solamente a la Iglesia Católica, sino a toda la humanidad.
Existe en él una figura quizá menos conocida, pero cuya labor es fundamental: los cardenales Infirmarii (asistentes de enfermería). Son los purpurados designados por sorteo para llevar las papeletas de votación a aquellos electores que, por motivos de salud, no pueden desplazarse hasta la Capilla Sixtina.
Para el cónclave del 7 de mayo ya se han confirmado dos ausencias entre los cardenales electores que no podrán viajar a Roma por razones médicos. De este modo, serán 133 los que elegirán al próximo Sucesor de San Pedro con la asistencia del Espíritu Santo.
No obstante, este número podría modificarse durante el transcurso del cónclave, en caso de que alguno de los participantes enfermara.
Según indica la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, durante la primera fase de pre-elección se realiza un sorteo para elegir a tres cardenales “escrutadores” (aquellos que leen las papeletas), tres Infirmarii, y tres “revisores” (quienes verifican el resultado del voto).
Para el sorteo, una vez que se ha pasado lista de los cardenales electores, se introduce una bolita de madera con el nombre de cada uno de ellos en una bolsa de tela.