Los obispos de Colombia pidieron a los grupos armados que se enfrentan en el Catatumbo poner fin a las hostilidades, que van dejando 80 muertos y unos 11.000 desplazados, generando una de las mayores crisis humanitarias en el norte del país.
La defensora del pueblo, Iris Marín Ortiz, señaló ayer que los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC en esta parte del departamento de Norte de Santander han provocado en cuatro días el desplazamiento de “al menos 11.000 personas”, que han dejado sus hogares para evitar ser víctimas del fuego cruzado.
“Continúan los secuestros y el amedrentamiento general contra la población civil”, denunció. También hay ataques “a personas civiles que son señaladas de colaborar con un grupo o con el otro, por el simple hecho de ser familiares o personas cercanas”.
La defensora del pueblo denunció que entre los muertos, además de combatientes, hay líderes sociales y firmantes del acuerdo de paz de 2016, suscrito entre el Estado y las entonces FARC.
En su comunicado de hoy, la Conferencia Episcopal de Colombia expresó su dolor y preocupación por hechos que siguen vulnerando los derechos humanos fundamentales y agudizan “el sufrimiento de niños, mujeres y personas en estado de indefensión, desgarrando el tejido social y humano, y abriendo nuevas heridas a la nación”.
Los prelados también manifestaron su solidaridad a “las víctimas de esta violencia absurda” y a los miles de desplazados que ahora “viven bajo la sombra de la inseguridad y el temor”. “Apoyamos a los obispos de las diócesis de Tibú, Ocaña y Cúcuta, especialmente afectadas por este drama”, añadieron.