¿Qué es la RU-486?

La aprobación del fármaco abortivo RU-486 por parte de un comité consultivo de la Food and Drug Administration (FDA) norteamericana, ha sido motivo de una dura censura por parte de la Santa Sede, quien a través de L'Osservatore Romano, calificó la nueva droga como "píldora de Caín".Turbia historia. La historia de la RU-486 comenzó en los laboratorios Russell-Uclaf de Francia, donde desde la década pasada se venía experimentando en la creación, más que de un método anticonceptivo, de una forma que convirtiera el aborto en un trámite "privado", expeditivo y lejos de las clínicas de aborto. El resultado de la investigación fue la RU-486. Pese a la crítica mundial, la poderosa droga, que básicamente procura producir fuertes contracciones en el útero femenino hasta el punto de dar lugar a la expulsión del óvulo fecundado, fue aprobada para su uso en Francia, China y Australia.

El gran mercado. Sin embargo, para poder comercializarla masivamente, e incluso para poder introducirla como "píldora anticonceptiva" en los lugares donde el aborto está penalizado, los comercializadores de la píldora descubrieron que la RU-486 tenía que ser aprobada en Estados Unidos, un mercado que no sólo es uno de los más amplios del mundo, sino que sirve de parámetro de consumo para muchos países.

Argucias. Pero para poder ingresar al mercado estadounidense, la RU-486 necesitaba de la aprobación de la FDA. Apenas realizó el primer conato de presentación, la Russell-Uclaf recibió una firme advertencia de los organismos pro-vida norteamericanos: si se introduce la droga abortiva, todos los productos del laboratorio francés serán boicoteados en el país. La empresa, sin embargo, encontró la manera de sortear el bloqueo: mediante un acuerdo con la Planned Parenthood (PP), Russell-Uclaf concedía "por razones humanitarias" el derecho de comercialización de la droga a la poderosa organización abortista, a cambio de que ésta y ya no el laboratorio, gestionara la aprobación de la droga ante la FDA.

El poder. La influencia de PP en Estados Unidos conoce pocos límites. Sus principales promotores políticos incluyen no sólo a influyentes políticos demócratas, sino al presidente Bill Clinton y su esposa. En el aspecto económico, la PP cuenta con fondos casi ilimitados: además del apoyo de grandes corporaciones, cuenta con el aporte entusiasta de Warren Buffet, considerado el hombre más rico de Estados Unidos. Gracias a estos resortes, PP no encontró dificultad en lograr que, incluso contraviniendo normas de seguridad médica, la droga fuera aprobada en una primera instancia de la FDA a pesar de sus graves consecuencias, que incluyen sangrados y reacciones de shock.

La Santa Sede. En un editorial escrito en L'Osservatore Romano, el padre Gino Concetti calificó la RU-486 como el monstruo que cínicamente asesina a sus hermanos. El texto del teólogo moral, que refleja la preocupación de la Santa Sede, señaló sin ambages que la píldora puede ser comprendida como parte de la campaña de los países ricos del hemisferio norte para "controlar" la población en las naciones en desarrollo del sur.

Fuerzas oscuras. El sacerdote, que calificó el plan de "perverso", señaló que la aprobación del comité consultivo de la FDA "es otra importante victoria de las fuerzas del aborto contra la vida no nacida". "Estas fuerzas están dirigidas por el Population Council y la International Planned Parenthood Federation", señaló abiertamente Concetti.

El editorial de L'Osservatore Romano también denunció la "hegemonía feminista" que "propugna un señorío de la mujer sobre su propio cuerpo a expensas de la vida del niño no nacido".

Dignidad olvidada. El teólogo también recordó que "si el embrión es un ser humano, como todo ser humano, tiene su propia dignidad y sus propios derechos". "La hegemonía feminista contradice esta verdad evidente en sí misma", destacó.

Aclarando. Respecto de las consecuencias morales del uso de la RU-486, el P. Concetti recordó que "tomar el fármaco es un acto inmoral como procedimiento médico porque causa la muerte de un niño no nacido". Destacó que cualquiera que lo consuma, por tanto, comete la misma falta moral que realiza una mujer que recurre al aborto quirúrgico.