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"La Eucaristía: fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia".
del 2 al 23 de octubre de 2005


Las principales propuestas de los Padres Sinodales

A continuación ofrecemos algunas de las 50 propuestas presentadas al Santo Padre por los padres sinodales para que elabore la exhortación apostólica sobre la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada al tema: "La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia", celebrada en el Vaticano del 2 al 23 de octubre de 2005.

Propuesta 1: Documentos que se presentan al Sumo Pontífice

Se quiere presentar a la consideración del Sumo Pontífice, además de los documentos sobre la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia, relativos a este Sínodo, o sea los «Lineamenta», el «Instrumentum laboris», las ponencias «ante y post disceptationem» y los textos de las intervenciones, tanto los presentados en el aula por escrito, como las ponencias de los círculos menores y sus discusiones, sobre todo algunas propuestas específicas que los padres han considerado de especial relieve.

Los padres sinodales piden humildemente al Santo Padre que valore la oportunidad de publicar un documento sobre el sublime misterio de la Eucaristía en la vida y en la misión de la Iglesia.

Propuesta 2: La Reforma Litúrgica del Concilio Vaticano II

La Asamblea Sinodal ha recordado con gratitud el influjo benéfico que la reforma litúrgica llevada a cabo a partir del Concilio Vaticano II ha ejercido en la vida de la Iglesia. Resaltó la belleza de la acción eucarística, que resplandece en el rito litúrgico. Ha habido abusos en el pasado, y hoy tampoco faltan, si bien han disminuido mucho. No obstante, episodios parecidos no pueden ensombrecer la bondad y validez de la reforma, que contiene todavía riquezas no exploradas plenamente; es necesario, más bien, prestar más atención al "ars celebrandi", en el que se favorece plenamente la "actuosa participatio".

Primera parte

El pueblo de Dios educado en la fe en la Eucaristía

La fe en la Eucaristía

Propuesta 3: La novedad del misterio pascual

Al instituir la Eucaristía, Jesús creó una novedad radical: cumplió en sí mismo la nueva y eterna alianza. Jesús inscribe, en el contexto de la cena ritual judía, que concentra en el memorial el acontecimiento pasado de la liberación de Egipto, su importancia presente y la promesa futura, su entrega total. El verdadero Cordero inmolado se sacrificó de una vez por todas en el misterio pascual y es capaz de liberar para siempre al hombre del pecado y de las tinieblas de la muerte. El Señor mismo nos ofreció los elementos esenciales del «culto nuevo». La Iglesia, en cuanto esposa y guiada por el Espíritu Santo, está llamada a celebrar el convite eucarístico, día tras día, «en su memoria». Inscribe el sacrificio redentor de su Esposo en la historia y lo hace presente sacramentalmente en todas las culturas. Este «gran misterio» se celebra en las formas litúrgicas que la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, desarrolla en el tiempo y en el espacio.

En la celebración de la Eucaristía, Jesús, sustancialmente presente, nos introduce mediante su Espíritu en la pascua: pasamos de la muerte a la vida, de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría. La celebración de la Eucaristía refuerza en nosotros este dinamismo pascual y consolida nuestra identidad. Con Cristo, podemos vencer el odio con el amor, la violencia con la paz, la soberbia con la humildad, el egoísmo con la generosidad, la discordia con la reconciliación, la desesperación con la esperanza. Unidos a Jesucristo, muerto y resucitado, podemos llevar cada día su cruz y seguirlo, con vistas a la resurrección de la carne, siguiendo el ejemplo de los mártires de la antigüedad y de nuestros días. La Eucaristía, como misterio pascual es prenda de la gloria futura y de ella nace ya la transformación escatológica del mundo. Celebrando la Eucaristía, anticipamos esta alegría en la gran comunión de los santos.

Propuesta 4

La Eucaristía es un don que brota del amor del Padre, de la obediencia filial de Jesús llevada hasta el sacrificio de la cruz, hecho presente para nosotros en el sacramento, de la potencia del Espíritu Santo que, llamado sobre los dones por la oración de la Iglesia, los transforma en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús. En ella se desvela plenamente el misterio del amor de Dios por la humanidad y se cumple Su designio de salvación marcado por una gratuidad absoluta, que responde sólo a Sus promesas, cumplidas más allá de toda medida.

La Iglesia acoge, adora, celebra este don con trémula y fiel obediencia, sin arrogarse ningún poder de disponibilidad que no sean los que Jesús le ha confiado para que el rito sacramental se realice en la historia.

Bajo la cruz, la Santísima Virgen se une plenamente al don sacrificial del Salvador. Por su inmaculada concepción y plenitud de gracia, María inaugura la participación de la Iglesia en el sacrificio del Redentor.

Los fieles «tienen derecho a recibir abundantemente de los sagrados pastores los bienes espirituales de la Iglesia, sobre todo las ayudas de la Palabra de Dios y los sacramentos» (LG 37; cf. CIC can. 213; CCEO can. 16), cuando el derecho no lo prohíba.

A tal derecho, corresponde el deber de los pastores de hacer todo lo posible para que el acceso a la Eucaristía no sea impedido en la práctica, mostrando a este respecto solicitud inteligente y gran generosidad. El Sínodo aprecia y agradece a los sacerdotes que, incluso a costa de sacrificios a veces grandes y arriesgados, aseguran a las comunidades cristianas este don de vida y las educan a celebrarlo en verdad y plenitud.

Propuesta 5: Eucaristía e Iglesia

La relación entre la Eucaristía y la Iglesia se entiende en la gran tradición cristiana como constitutiva del ser y del actuar de la misma Iglesia, hasta el punto de que la antigüedad cristiana designaba con las mismas palabras, «Corpus Christi», el cuerpo nacido de la Virgen María, el cuerpo eucarístico y el cuerpo eclesial de Cristo.

Esta unidad del cuerpo se manifiesta en las comunidades cristianas y se renueva en el acto eucarístico que las une y las diferencia en Iglesias particulares, «in quibus et ex quibus una et unica Ecclesia catholica existit» (LG 23). El término «católico» expresa la universalidad proveniente de la unidad que la Eucaristía, celebrada en cada Iglesia, favorece y edifica.

Las Iglesias particulares en la Iglesia universal tienen así, en la Eucaristía, la tarea de hacer visible su propia unidad y su diversidad. Este lazo de amor fraterno transparenta la comunión trinitaria. Los concilios y los sínodos expresan en la historia este aspecto fraterno de la Iglesia. Por esta propia dimensión eclesial, la Eucaristía establece un fuerte lazo de unidad de la Iglesia católica con las Iglesias ortodoxas, que han conservado la genuina e íntegra naturaleza del misterio de la Eucaristía. El carácter eclesial de la Eucaristía podría ser también un punto privilegiado en el diálogo con las comunidades nacidas con la Reforma.

Propuesta 6: La adoración eucarística

El Sínodo de los Obispos, reconociendo los múltiples frutos de la adoración eucarística en la vida del pueblo de Dios, en gran parte del mundo, anima con fuerza a que esta forma de oración --tan frecuentemente recomendada por el venerable siervo de Dios Juan Pablo II--, sea mantenida y promovida, según las tradiciones, tanto de la Iglesia latina como de las Iglesias orientales. Reconoce que esta práctica brota de la acción eucarística la cual, en sí misma, es el mayor acto de adoración de la Iglesia, que habilita a los fieles a participar plena, consciente, activa y fructíferamente, en el sacrificio de Cristo, según el deseo del Concilio Vaticano II, y a la misma remite. Concebida así, la adoración eucarística mantiene a los fieles en su amor y servicio cristiano hacia los demás, y promueve una mayor santidad personal y de las comunidades cristianas. En este sentido, el reflorecimiento de la adoración eucarística, incluso entre los jóvenes, se manifiesta hoy como característica prometedora de muchas comunidades. Por esta razón, con el fin de favorecer la visita al Santísimo Sacramento, hay que tener cuidado, siempre que sea posible, de que las iglesias en las que está presente el Santísimo Sacramento permanezcan abiertas.

Que la pastoral ayude a las comunidades y movimientos a conocer el puesto adecuado de la adoración eucarística con el fin de cultivar la actitud de maravilla ante el gran don de la presencia real de Cristo. En este sentido, se anima a la adoración eucarística incluso en el itinerario de preparación a la Primera Comunión.

Para promover la adoración, es conveniente hacer un reconocimiento especial de los institutos de vida consagrada y a las asociaciones de fieles que se dedican de modo esencial a ella de varias formas, y ayudarles para que la devoción eucarística sea más bíblica, litúrgica y misionera.

Propuesta 7: Eucaristía y Sacramento de la Reconciliación

Es tarea de gran importancia pastoral que el obispo promueva en la diócesis una recuperación decidida de la pedagogía de la conversión que nace de la Eucaristía y favorezca para ello la confesión individual frecuente.
El Sínodo recomienda vivamente a los obispos que no permitan en sus diócesis el recurso a las absoluciones colectivas, excepto en las situaciones objetivamente excepcionales establecidas en el Motu Proprio Misericordia Dei de Juan Pablo II.
En esta perspectiva habría que profundizar también en la dimensión de reconciliación, presente ya en la celebración eucarística, en particular el rito penitencial, para que se puedan vivir momentos verdaderos de reconciliación durante la misma.

Propuesta 8: Eucaristía y matrimonio

El texto planteado para la valoración del Papa destaca que “la Eucaristía ratifica de manera inagotable la unidad y el amor indisoluble de todos los matrimonios cristianos”. El Sínodo también reconoce “la singular misión de la mujer en la familia y en la sociedad”, y anima a los esposos a estar “bien integrados en sus parroquias, en pequeñas comunidades o en movimientos y asociaciones eclesiales”, para que así “recorran caminos de espiritualidad matrimonial nutrida por la Eucaristía”.

Propuesta 9: Eucaristía y poligamia

La naturaleza del matrimonio exige que el hombre se una definitivamente a una sola mujer y viceversa. En esta perspectiva, hay que ayudar a los polígamos que se abren a la fe cristiana a integrar su proyecto humano en la novedad y radicalidad del mensaje de Cristo. En cuanto catecúmenos, Cristo llega hasta ellos en su situación concreta y los llama a las renuncias y a las rupturas que exige la comunión, que un día podrán celebrar mediante los sacramentos, sobre todo la Eucaristía.

Mientras tanto, la Iglesia los acompañará con una pastoral llena de dulzura y firmeza.

Propuesta 10: Modalidades de asambleas dominicales sin sacerdote

Se insta a los creyentes que esperan a su párroco o su capellán a “alabar al Señor y hacer memoria del día dedicado a Él, siempre en comunión con su obispo, con toda la Iglesia particular y con la Iglesia universal”. En esta línea, se anima a los sacerdotes a visitar con frecuencia y de manera especial a estas comunidades, para que no les falte el Cuerpo de Cristo.

Propuesta 11: Escasez de Sacerdotes

El carácter central de la Eucaristía para la vida de la Iglesia nos hace sentir con dolor el problema de la grave escasez de clero en algunas partes del mundo. Muchos fieles se ven privados del Pan de vida. Para hacer frente al hambre eucarístico del pueblo de Dios, que a menudo durante largas temporadas debe privarse de la celebración eucarística, es necesario recurrir a iniciativas pastorales eficaces.
En este contexto, los Padres Sinodales han afirmado la importancia del don inestimable del celibato eclesiástico en la praxis de la Iglesia latina. Con referencia al Magisterio, en particular al Concilio Vaticano II y al de los últimos pontífices, los Padres han pedido que se explicasen adecuadamente a los fieles las razones de la relación entre el celibato y la ordenación sacerdotal, respetando plenamente la tradición de las Iglesias orientales. Algunos se han referido a los "viri probati", pero esta hipótesis se ha considerado como un camino no viable.
Además, hay que tener en cuenta que, para ofrecer el don eucarístico a todos los fieles, la calidad cristiana de la comunidad y su fuerza de atracción tienen un peso decisivo. En particular se trata de: impulsar a los pastores a la promoción de las vocaciones sacerdotales, (...) sensibilizar a la familias, (...) que los obispos y las familias religiosas, respetando el carisma propio, se preocupen de una distribución más equitativa del clero y pedir a los clérigos una gran disponibilidad para servir a la Iglesia donde haya necesidad.

Propuesta 12: Pastoral vocacional

Como respuesta a la necesidad urgente de ofrecer la Eucaristía a todo el mundo, el Sínodo propone “reforzar la pastoral vocacional, especialmente en los ámbitos juvenil y familiar”. Concretamente se plantea “constituir grupos de discernimiento y buscar su acompañamiento espiritual, difundir la adoración eucarística por las vocaciones y organizar centros vocacionales para menores cuando sea posible”.

Catequesis y Mistagogía

Propuesta 13: La secuencia de los sacramentos de la iniciación cristiana

No es percibida suficientemente la estrecha conexión entre Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Es oportuno, por tanto, explicar que somos bautizados y confirmados en función de la Eucaristía. Se ha de favorecer, por tanto, una mejor inserción de la relación entre los tres sacramentos de la iniciación cristiana en la celebración de cada uno de estos sacramentos, independientemente del orden cronológico o de la edad de la celebración de la Confirmación y de la Primera Comunión. En este sentido, una profundización teológica y pastoral de la Confirmación podría ser muy valiosa. Todo esto tendría además un valor positivo en el diálogo ecuménico.

Se podría reflexionar de nuevo sobre la edad adecuada para la Confirmación. Habría que considerar también si en la Iglesia latina la secuencia Bautismo, Confirmación, Primera Comunión deba ser observada sólo para los adultos y no para los niños. La tradición latina, que se diferencia de la tradición oriental por la separación de la celebración de la Confirmación de la del Bautismo, tiene una razón de ser y un peso. Por otra parte, las diferencias entre las dos tradiciones no son de naturaleza dogmática. Ambas tradiciones, de hecho, dan una respuesta práctica diferente a la idéntica situación del gran número de bautismos de niños.

Propuesta 14: Eucaristía, catequesis y formación

La Eucaristía, «mysterium fidei», inscrito en la alianza de Dios con su pueblo, es la fuente de inspiración de toda propuesta de formación pastoral. Ésta debe presentar la íntima relación de la Eucaristía con todos los demás sacramentos, conduciendo a los hombres y mujeres de nuestro tiempo hacia una vida nueva en Cristo. Con este objetivo, habrá que desarrollar itinerarios catecumenales bien inculturados, en los que se sitúe la presentación del contenido doctrinal y la introducción en la vida espiritual, moral, y en el compromiso social.

Todo el pueblo de Dios --obispos y párrocos, según su responsabilidad específica-- debe implicarse en esta formación permanente promovida en cada Iglesia particular, especialmente los fieles que actúan en las parroquias y en las comunidades, como los catequistas y los evangelizadores.
A los seminaristas especialmente se dará una sólida formación sobre los fundamentos teológicos, litúrgicos y pastorales de una auténtica espiritualidad eucarística. Éstos deben comprender lo mejor posible el sentido de cada norma litúrgica.

Las parroquias y las pequeñas comunidades que forman parte de ellas deben ser escuelas de mistagogía eucarística. En este contexto, se buscará la cooperación de las comunidades de vida consagrada, de los movimientos y de los grupos que revalorizan, según sus propios carismas, la formación cristiana.

En el marco de la nueva evangelización, reconocemos la necesidad de desarrollar nuevas formas de catequesis adecuadas a las diversas situaciones y culturas. En este contexto, el Catecismo de la Iglesia Católica y las recientes enseñanzas del Magisterio deberán ser puntos de referencia privilegiados.

Propuesta 15: Familia e iniciación sacramental

Es necesario asociar la familia cristiana con la iniciación sacramental de los niños. No se debe limitar sin motivo el acceso de los niños a la mesa eucarística. La Primera Comunión, sobre todo, es un paso de gran importancia para una vida empeñada en el camino de la santidad, llena de caridad, de alegría y de paz. Cada familia, apoyada por la parroquia, por los sacerdotes, por las personas consagradas, por colaboradores laicos y, en especial, por la escuela católica, debe favorecer un proceso de educación eucarística.

La Iglesia, familia de Dios, crece y se nutre en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo y Sangre de Cristo. La celebración de la Eucaristía debe promover cada vez más a todos los niveles la toma de conciencia y la realización de una «Iglesia familia» a través de la solidaridad, las relaciones familiares y la comunión entre todos los miembros de la comunidad.

Propuesta 16: Catequesis mistagógica

La tradición antigua de la Iglesia recuerda que el camino cristiano, sin descuidar la comprensión sistemática de los contenidos de la fe, es experiencia que nace del anuncio, se profundiza en la catequesis, y encuentra su fuente y su cumbre en la celebración litúrgica.

Fe y sacramentos son dos aspectos complementarios de la actividad santificadora de la Iglesia. Suscitada por el anuncio de la Palabra de Dios, la fe se nutre y crece en el encuentro de gracia con el Señor resucitado en los sacramentos. La fe se expresa en el rito, y el rito refuerza y fortifica la fe.
De aquí la exigencia de un itinerario mistagógico vivido en la comunidad y con su ayuda, y que se funda en tres elementos esenciales:

la interpretación de los ritos a la luz de los eventos bíblicos, en conformidad con la tradición de la Iglesia;

la valorización de los signos sacramentales;

el significado de los ritos respecto al compromiso cristiano en la vida.

Sería deseable desarrollar el método mistagógico sobre todo con los niños de Primera Comunión y con los confirmandos.

Propuesta 17: Compendio sobre la Eucaristía

Los departamentos competentes de la Santa Sede y/o de las conferencias episcopales deberían considerar un proyecto de Compendio Eucarístico o un instrumento de ayuda pastoral que recoja a la vez elementos litúrgicos, doctrinales, catequísticos y de devoción sobre la Eucaristía para ayudar a desarrollar la fe y la piedad eucarística.

Este Compendio podría proponer lo mejor de la enseñanza patrística, la experiencia de la Iglesia latina y de las Iglesias orientales, y oraciones de devoción. Debería incluir una catequesis apropiada sobre la naturaleza y la estructura de las oraciones eucarísticas.

Segunda Parte

La participación del Pueblo de Dios en la celebración eucarística

La estructura de la celebración eucarística

Propuesta 18

De los dos banquetes, el de la Palabra de Dios y el del Cuerpo de Cristo, la Iglesia recibe y ofrece a los fieles el Pan de Vida, especialmente en la santa liturgia. La Palabra de Dios, como todo el misterio eucarístico, no es accesible sino en la fe. Conviene por tanto que las Lecturas sean proclamadas con cuidado, si es posible por lectores instituidos.

Debe darse el justo peso a la Liturgia de la Palabra en la celebración eucarística. Existe un lazo intrínseco entre Palabra de Dios y Eucaristía. En la Eucaristía, el Verbo hecho carne se nos entrega como alimento espiritual. Escuchando la Palabra de Dios nace la fe (Cf. Romanos 10,17).

Para apreciar, celebrar y vivir mejor la Eucaristía, hace falta un conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras proclamadas. «La ignorancia de la Escritura es ignorancia de Cristo» (Cf. «Dei Verbum» 25). El fiel debe ser ayudado a apreciar los tesoros de la Escritura en el Leccionario, mediante el desarrollo del apostolado bíblico, el impulso de grupos parroquiales que preparen la misa dominical con el estudio orante de las mismas lecturas y prácticas litúrgicas como el silencio o unas pocas palabras de introducción que ayuden a una mejor comprensión. Además el pueblo de Dios debe ser educado a través de una catequesis fundada en la Palabra de Dios. Amar, leer, estudiar, meditar y orar la Palabra de Dios es un fruto precioso de la práctica de la «lectio divina», de los grupos de estudio y de oración bíblicos en familia y en las pequeñas comunidades eclesiales.
A causa de la intrínseca relación entre la liturgia de la Palabra y la eucarística, la Palabra de Dios debe ser venerada y honrada (cf. «Dei Verbum» 21), en especial los Evangelios, como signo de la presencia del Verbo encarnado en la asamblea de los fieles (Cf. «Instrumentum Laboris» 46).

Ha de buscarse una expresión para la oración de los fieles que se relacione mejor con la Palabra de Dios, con las necesidades de la asamblea y más ampliamente con las de toda la humanidad.

Propuesta 19: La homilía

Se pide a los sacerdotes “que consideren la celebración su principal obligación. Particularmente deben preparar cuidadosamente la homilía, basándose en un conocimiento adecuado de las Sagradas Escrituras”. En la misma línea, se propone estimular las predicaciones temáticas o monográficas, con referencias al Catecismo de la Iglesia católica.

Propuesta 20: El ofrecimiento del trabajo humano

El pan y el vino, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, que ponemos sobre el altar como expresión de la ofrenda de la vida de la familia humana, significan que toda la creación es asumida por Cristo Redentor para ser transformada en su amor recapitulador, y ser presentada al Padre. Subráyese cada vez más que la dignidad del trabajo de los hombres y de las mujeres de todo el mundo, a través de la celebración eucarística, está estrechamente unida al sacrificio redentor de Cristo Señor.

Propuesta 21: Aclamaciones en la oración eucarística

Las oraciones eucarísticas podrían enriquecerse con aclamaciones, no sólo después de la consagración sino en otros momentos, como está previsto en las oraciones eucarísticas para las celebraciones con los niños y como se hace en varios países.

Propuesta 22: Epíclesis

Ya que la «lex orandi» expresa la «lex credendi», es esencial vivir y profundizar la fe en la Eucaristía a partir de la oración con la que la Iglesia desde siempre la celebra, es decir la Oración Eucarística.

En especial, la espiritualidad eucarística cobra fuerza reconociendo la importancia del Espíritu Santo, que transforma las obleas, y hace que la comunidad entera se convierta cada vez más en cuerpo de Cristo. El Sínodo auspicia que se muestre con mayor claridad el lazo entre la epíclesis y el relato de la institución. De este modo, resultaría más evidente que toda la vida de los fieles es, en el Espíritu Santo y en el sacrificio de Cristo, una oferta espiritual agradable al Padre.

En este marco, el Sínodo advierte la necesidad de que se precise mejor el carácter diferente de la causalidad que se da en la fórmula: «La Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia».

Propuesta 23: El signo de la paz

El saludo de paz en la santa misa es un signo expresivo de gran valor y profundidad (Cf. Juan 14,27). Sin embargo, en ciertos casos, asume una dimensión que puede resultar problemática, cuando se prolonga demasiado o incluso cuando suscita confusión, justo antes de recibir la Comunión.

Quizá sería útil valorar si el signo de la paz no debería situarse en otro momento de la celebración, teniendo en cuenta costumbres antiguas y venerables.

Propuesta 24: «Ite misa est»

Para hacer más explícita la relación entre Eucaristía y misión, que pertenece al corazón de este Sínodo, se sugiere preparar nuevas fórmulas de despedida (bendiciones solemnes, oraciones sobre el pueblo u otras) que subrayen la misión en el mundo de los fieles que han participado en la Eucaristía.

«Ars celebrandi»

Propuesta 25: La dignidad de la celebración

Todos los participantes en la Eucaristía están llamados a vivir la celebración con la certeza de ser pueblo de Dios, sacerdocio real, nación santa (Cf. 1 Pedro 2,4-5.9). En ella, cada uno expresa la propia vocación cristiana específica. Quienes entre ellos han recibido un ministerio ordenado lo ejercen según su grado: el obispo, los presbíteros y los diáconos. En especial, el papel de los diáconos y el servicio de lectores y de acólitos merece una mayor atención.

Los obispos sobre todo, como moderadores de la vida litúrgica, deben promover una digna celebración de los sacramentos en la propia diócesis, corregir los abusos y proponer el culto de la iglesia catedral como ejemplo.

Este Sínodo renueva su aprecio por la atención que los presbíteros ponen en celebrar la liturgia de manera dignas, «attente ac devote», para el mayor beneficio del pueblo de Dios. De este modo ponen de relieve la importancia de la fe, la santidad, el espíritu de sacrificio y la oración personal para celebrar la Eucaristía. Ha de evitarse el exceso de intervenciones, que puede conducir a una manipulación de la santa misa, como por ejemplo cuando se sustituyen los textos litúrgicos con textos ajenos o cuando se da a la celebración una connotación que no es litúrgica.

Una auténtica acción litúrgica expresa el carácter sagrado del misterio eucarístico. Ésta debería reflejarse en las palabras y en las acciones del sacerdote celebrante mientras intercede, con los fieles o por ellos, ante Dios Padre.

Al igual que todas las expresiones artísticas, también el canto deber estar en íntima armonía con la liturgia, contribuir eficazmente a su fin, o sea debe expresar la fe, la oración, la maravilla, el amor por Jesús presente en la Eucaristía.

Se ha de subrayar el valor, la importancia y la necesidad de la observancia de las normas litúrgicas. Que la celebración eucarística respete la sobriedad y la fidelidad al rito querido por la Iglesia, con un sentido de lo sagrado que ayude a vivir el encuentro con Dios y con formas incluso sensibles que lo favorezcan (armonía del rito, de las vestimentas litúrgicas, de los adornos y del lugar sagrado). Es importante que los sacerdotes y los responsables de la pastoral litúrgica den a conocer los vigentes libros litúrgicos (Misal, Leccionario) y la correspondiente normativa.

Para orientar a los fieles sobre el misterio celebrado, es necesaria una previa catequesis que favorezca su activa participación impregnada de auténtica piedad. Los ministros deben ayudar a esta plena participación con la proclamación de los textos y recomendando tiempos de silencio, gestos y actitudes adecuadas.

Propuesta 26: Inculturación y celebración

Para una más eficaz participación de los fieles en la Eucaristía, este Sínodo auspicia la promoción de una mayor inculturación en el ámbito de la celebración eucarística, teniendo en cuenta las posibilidades de adaptación ofrecidas por la «Institución General» del Misal romano, los criterios fijados por la IV Instrucción de la Congregación para el Culto Divino para una adecuada aplicación de las constituciones conciliares sobre la liturgia, de 1994, y las directivas contenidas en las Exhortaciones postsinodales «Ecclesia in Africa» , «Ecclesia in Asia», «Ecclesia in Oceania» y «Ecclesia in America». Con este objetivo, las Conferencias Episcopales asuman plena responsabilidad en aumentar los intentos de inculturación, favoreciendo el adecuado equilibrio entre criterios y directivas ya emanadas y las nuevas adaptaciones.

Propuesta 27: El arte al servicio de la celebración Eucarística

En la historia de la celebración de la santa misa y de la adoración eucarística, reviste una función de gran importancia el arte sagrado en sus diferentes expresiones, empezando por la arquitectura. Ésta traduce el significado espiritual de los ritos de la Iglesia en formas comprensibles y concretas, que iluminan la mente, tocan el corazón y forman la voluntad. Además, el estudio de la historia de la arquitectura litúrgica y del arte sagrado en general por parte de los laicos, seminaristas y sobre todo los sacerdotes, puede iluminar la reflexión teológica, enriquecer la catequesis y despertar ese gusto por el lenguaje simbólico que facilita la mistagogía sacramental.

Por último, un conocimiento profundo de las formas que el arte sagrado ha sabido producir a través de los siglos, puede ayudar a quienes están llamados a colaborar con los arquitectos y los artistas a diseñar adecuadamente, al servicio de la vida eucarística y de las comunidades actuales, tanto los espacios de celebración como la iconografía.

En el caso de conflicto entre aspecto artístico y celebrativo, ha de darse prioridad a las necesidades litúrgicas de la celebración, según la reforma aprobada por la Iglesia.

Propuesta 28: El tabernáculo y su colocación

En conformidad con la Introducción General del Misal Romano (cf n. 314), el Sínodo recuerda que el tabernáculo para la custodia del Santísimo Sacramento debe tener en la iglesia una colocación noble, de consideración, bien visible, cuidada bajo el aspecto artístico, y adecuada a la oración. Con este objetivo, consúltese al Obispo.

Propuesta 29: Eucaristía y medios de comunicación social

Tras destacar el “buen servicio” que dan los medios de comunicación, incluido Internet, los padres sinodales lamentan que a veces también pueden alejar a muchos bautizados de la Iglesia y la creencia en Dios. “Cuando se usan medios de comunicación, es importante celebrar la Eucaristía en lugares dignos, apropiados y bien preparados”. Evidentemente, se recuerda que la validez es cuando no es posible participar físicamente, sobre todo por motivos de edad o salud.

Propuesta 30: Dies Domini

Como fruto del año de la Eucaristía, el Sínodo recomienda vivamente que se lleven a cabo esfuerzos significativos para valorizar y vivir el Dies Domini en toda la Iglesia. Es necesario reafirmar el carácter central del domingo. (...) El domingo es verdaderamente el día en que se celebra con los demás a Cristo resucitado, día santificado y consagrado al Creador, día de reposo y disponibilidad.
Se debe dar a los cristianos la oportunidad, a través de la catequesis y la predicación, de meditar sobre el Dies Christi como día de la resurrección del Señor y por tanto, como fiesta de liberación, día regalado para gustar los bienes del Reino de Dios.
Esperamos que el Día del Señor sea también el día de los cristianos, respetado por la entera sociedad con el reposo del trabajo.
Si bien el sábado por la tarde pertenezca ya al domingo y esté permitido cumplir el precepto dominical con la Misa prefestiva, es necesario recordar que el domingo en sí mismo debe santificarse para que no sea un día "vacío de Dios".

Propuesta 31: La Palabra de Dios en la oración cristiana

La celebración eucarística es la celebración central de la Iglesia pero, para la vida espiritual de una comunidad, son de gran importancia también las celebraciones de la Palabra de Dios.

Tales celebraciones ofrecen a la comunidad la posibilidad de profundizar en la Palabra de Dios. Pueden ser también utilizadas aquellas formas de acceso a la Palabra de Dios que se han demostrado válidas en la experiencia catequística y pastoral, como el diálogo, el silencio u otros elementos creativos como los gestos y la música.

Además deberían recomendarse a las comunidades las formas, confirmadas por la tradición, de la Liturgia de las Horas, sobre todo la Laudes, Vísperas, Completas e incluso las celebraciones de vigilias. Las introducciones a los salmos y las lecturas del Oficio pueden llevar a una experiencia más profunda del acontecimiento de Cristo y de la economía de la salvación que, a su vez, puede enriquecer la comprensión del misterio eucarístico.

Será decisivo que quien guía tales celebraciones no tenga sólo una buena formación teológica sino que, a partir de la propia experiencia espiritual, pueda también acercar al corazón de la Palabra de Dios.

Propuesta 32: La celebración Eucarística en pequeños grupos

Las santas misas celebradas en pequeños grupos, deben favorecer una participación más consciente, activa y fructífera en la Eucaristía. Han sido propuestos los siguientes criterios:

los pequeños grupos deben servir para unir la comunidad parroquial, no para fragmentarla;

deben respetar las exigencias de los distintos tipos de fieles, de manera que favorezcan la participación fructífera de toda la asamblea;

deben ser guiados por directivas claras y precisas;

deben tener presente que, en la medida de lo posible, hay que preservar la unidad de la familia.

Propuesta 33: El presbiterio y los ministerios litúrgicos

Deben aclararse mejor las tareas del sacerdote y de los demás ministerios litúrgicos.

El sujeto verdadero que actúa en la liturgia es Cristo resucitado y glorificado en el Espíritu Santo. Cristo sin embargo incluye a la Iglesia en su acción y en su entrega. El sacerdote es insustituiblemente quien preside toda la celebración eucarística, desde el saludo inicial hasta la bendición final. Porque, en la celebración eucarística, él, en virtud de su ordenación sacerdotal, representa a Jesucristo, cabeza de la Iglesia, y propiamente también a la misma Iglesia.

El diácono, educando a los fieles en la escucha de la Palabra de Dios, en la alabanza y en la oración, puede inculcar el amor a la Eucaristía.

La colaboración de los laicos en el servicio litúrgico y, especialmente, en la celebración de la Eucaristía, ha existido siempre. Con el Concilio Vaticano II (Cf. «Apostolicam Actuositatem» 24) y la consiguiente reforma litúrgica, ha sido urgida ulteriormente (Cf. «Institución General» del Misal Romano publicada el 25 de enero de 2004, números 103-107).

En estos ministerios, se refleja la Iglesia como unidad en la pluralidad de formas y se expresa también de manera representativa una forma propia de la «actuosa participatio» de los fieles. Estos ministerios deben ser introducidos según su específico mandato y según las reales exigencias de la comunidad que celebra.

Las personas encargadas de estos servicios litúrgicos laicales deben ser elegidas cuidadosamente, bien preparadas y acompañadas con una formación permanente. Su nombramiento debe ser temporal. Estas personas deben ser conocidas por la comunidad y deben recibir de la misma un agradecido reconocimiento. Las normas y reglamentaciones litúrgicas sirven para dar una clara orientación sobre la economía de la salvación, la «communio» y la unidad de la Iglesia.

Propuesta 34: Reverencia a la santa Eucaristía

Obsérvese ante la Hostia consagrada la práctica de la genuflexión u otros gestos de adoración, según las diversas culturas. Se recomienda la importancia de arrodillarse durante los momentos destacados de la oración eucarística, con sentido de adoración y de alabanza al Señor presente en la Eucaristía. Promuévase además la acción de gracias después de la Comunión, incluso con un tiempo de silencio.

Propuesta 35: La recepción de la santa Comunión

En nuestra sociedad plural y multicultural, conviene que el significado de la santa Comunión se explique también a los no bautizados o a otras personas pertenecientes a Iglesias y a comunidades no católicas, presentes en la santa Misa con motivo, por ejemplo, de bautismos, confirmaciones, primeras comuniones, bodas, funerales.

En muchas metrópolis y ciudades, sobre todo ricas en arte, asisten con frecuencia a la Eucaristía visitantes de otras religiones y confesiones, y no creyentes.

Se debe explicar a estas personas, de manera delicada pero clara, que la no admisión a la santa Comunión no significa una falta de estima. También los fieles católicos que, permanentemente u ocasionalmente, no cumplen los requisitos necesarios, deben tomar conciencia de que la celebración de la santa misa, incluso sin la participación personal en la Comunión sacramental, sigue siendo válida y significativa. Nadie debe tener miedo de suscitar una impresión negativa si no se acerca a la Comunión.

En algunas situaciones, es recomendable una celebración de la Palabra de Dios en lugar de la santa misa. Preocúpense los pastores de almas de conducir al mayor número posible de hombres a Cristo, el cual llama a todos hacia sí --y no sólo en la santa Comunión--, para que tengan la vida eterna.

Propuesta 36: El uso del latín en las celebraciones litúrgicas

En la celebración de la Eucaristía, durante los encuentros internacionales, hoy cada vez más frecuentes, para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia proponemos:
que la (con)celebración de la Santa Misa sea en latín (excepto las lecturas, la homilía y la oración de los fieles); que se recen en latín las oraciones de la tradición de la Iglesia y eventualmente, se canten cantos gregorianos; recomendar que los sacerdotes, desde el Seminario, se preparen para comprender y celebrar la Santa Misa en latín, además de utilizar las oraciones latinas y valorizar el canto gregoriano; no dejar de lado la posibilidad de educar a los fieles en este sentido.

Propuesta 37: Las grandes concelebraciones

Los padres sinodales reconocen el alto valor de las concelebraciones, especialmente las presididas por el obispo con su presbiterio, los diáconos y los fieles. Se pide, sin embargo, a los organismos competentes que estudien mejor la práctica de la concelebración, cuando el número de celebrantes es muy elevado.

Parte tercera

La misión del pueblo de Dios nutrido por la Eucaristía

Propuesta 38: Gratitud por los sacerdotes, diáconos y los demás ministros y colaboradores litúrgicos

La Asamblea Sinodal expresa intensa gratitud, aprecio y voluntad de animar a los sacerdotes, en especial a los presbíteros «fidei donum», ministros de la Eucaristía, que con competencia y generosa dedicación edifican la comunidad con el anuncio de la Palabra de Dios y del Pan de Vida.

Se recomienda vivamente a los sacerdotes la celebración diaria de la Santa Misa, incluso cuando no haya participación de los fieles.

Asimismo, el Sínodo da las gracias a los diáconos permanentes que colaboran con los presbíteros en la obra de evangelización mediante la proclamación de la Palabra de Dios y la distribución de la santa Comunión. Sería conveniente promover este ministerio, según las indicaciones conciliares. Del mismo modo, es importante dar las gracias a los ministros instituidos, a los consagrados y consagradas, a los ministros extraordinarios de la santa Comunión, a los catequistas y otros colaboradores, que ayudan a preparar y a celebrar la Eucaristía y la distribuyen con dignidad, y especialmente a los animadores que comunican la Palabra de Dios y dan la Comunión en las celebraciones comunitarias en espera de sacerdote.

Los padres sinodales aprecian mucho el testimonio de los fieles cristianos que participan con frecuencia en la celebración eucarística diaria, sobre todo el de quienes afrontan notables dificultades debidas a la edad y las distancias.

Propuesta 39: Espiritualidad eucarística y vida cotidiana

Los fieles cristianos necesitan una mayor comprensión de la relación entre la Eucaristía y la vida cotidiana. La espiritualidad eucarística no consiste sólo en la participación en la misa y la devoción al santísimo Sacramento. Comprende toda la vida.

Animamos sobre todo a los fieles laicos a que sigan su búsqueda de un sentido más alto de la Eucaristía en su vida y a sentir hambre de Dios. Pedimos a los teólogos laicos que expresen su experiencia de vivir la existencia cotidiana con espíritu eucarístico. Animamos especialmente a las familias a que se inspiren y obtengan vida de la Eucaristía. De este modo, participan en la transformación de su vocación bautismal que les destina a llevar la Buena Noticia a sus prójimos.

En este contexto resplandece el testimonio profético de las consagradas y los consagrados, que encuentran en la celebración Eucarística y en la Adoración la fuerza para un seguimiento radical de Cristo, obediente, casto y pobre. La vida consagrada tiene aquí la fuente de la contemplación, la luz para la acción apostólica y misionera, el sentido último del propio compromiso por los pobres y los marginados, y la prenda de las realidades del Reino.

Propuesta 40: Los divorciados que se han vuelto a casar y la Eucaristía

En línea con los numerosos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia y compartiendo la dolorosa preocupación expresada por tantos Padres, el Sínodo de los Obispos reafirma la importancia de una actitud y una acción pastoral de atención y acogida con los fieles divorciados y que se han vuelto a casar.
Según la Tradición de la Iglesia Católica, no pueden ser admitidos a la Santa Comunión, porque se encuentran en condiciones de contraste objetivo con la Palabra del Señor que dio al matrimonio un valor indisoluble originario. (...) No obstante, los divorciados que se han vuelto a casar pertenecen a la Iglesia, que los acoge y sigue con atención especial para que cultiven una forma de vida cristiana a través de la participación en la Santa Misa -aunque no reciban la Santa Comunión-, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración Eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo de confianza con un sacerdote o maestro de vida espiritual, la dedicación a la caridad vivida, los actos de penitencia, la educación de los hijos. Cuando no se reconozca la nulidad del vínculo matrimonial y haya condiciones objetivas que, de hecho, hagan que la convivencia sea irreversible, la Iglesia les alienta a comprometerse a vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, transformándola en una amistad leal y solidaria; así podrán acercarse de nuevo a la mesa eucarística, con las atenciones previstas por la praxis eclesial, pero hay que evitar bendecir estas relaciones para que no se cree confusión entre los fieles acerca del valor del matrimonio.
Al mismo tiempo, el Sínodo desea que se haga todo lo posible tanto para garantizar el carácter pastoral, la presencia y la correcta y puntual actividad de los tribunales eclesiásticos para las causas de nulidad matrimonial, como para profundizar ulteriormente los elementos esenciales para la validez del matrimonio, teniendo incluso en cuenta los problemas surgidos del contexto de profunda transformación antropológica de nuestro tiempo, del que los mismos fieles corren el peligro de ser condicionados, especialmente cuando carecen de una formación cristiana sólida.

Propuesta 41: Admisión de los fieles no católicos a la Comunión

Basándonos en la comunión de todos los cristianos, ya activa por la acción del único Bautismo, si bien no de forma completa, sentimos que la separación en la mesa del Señor es dolorosa. Tanto en la Iglesia Católica como por parte de nuestros hermanos y hermanas no católicos, muy a menudo se pide con urgencia la posibilidad de comunión eucarística entre los cristianos católicos y los otros. Hay que aclarar que la Eucaristía no designa y lleva a cabo solamente nuestra comunión personal con Jesucristo, sino sobre todo la plena comunión de la Iglesia. Por lo tanto, pedimos que los cristianos no católicos comprendan y respeten el hecho de que para nosotros, según la entera tradición de fundamento bíblico, la Comunión eucarística y la comunión eclesial se pertenecen íntimamente y por ello, la Comunión eucarística con los cristianos no católicos no es posible generalmente. Todavía más, se excluye la concelebración ecuménica. Del mismo modo habría que aclarar que de cara a la salvación personal, la admisión de los cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de enfermos, en determinadas situaciones individuales y bajo condiciones precisas, es posible e incluso recomendable.

La Eucaristía para el mundo

Propuesta 42: Eucaristía y Misión

Los fieles son invitados a tomar conciencia de que una Iglesia auténticamente eucarística es una Iglesia misionera. De hecho, la Eucaristía es fuente de misión. En la Eucaristía, nos hacemos cada vez más discípulos de Cristo, escuchando la Palabra de Dios, que nos lleva a un encuentro comunitario con el Señor, mediante la celebración del memorial de su muerte y resurrección, y a través de la comunión sacramental con El. Este encuentro eucarístico se realiza en el Espíritu Santo que nos transforma y santifica. Despierta en el discípulo la voluntad decidida de anunciar a los demás, con audacia, lo que se ha oído y vivido, para guiarles también a ellos al mismo encuentro con Cristo. De este modo, el discípulo, enviado por la Iglesia, se abre a una misión sin fronteras.

Al mismo tiempo que damos las gracias a todos los misioneros cristianos activos en el mundo, recordamos la necesidad de reconocer a Cristo como el único salvador.

En la educación misionera, la centralidad de la afirmación de la unicidad debe ser manifestada de todas las maneras posibles. Esto impedirá que se reduzca a una clave meramente sociológica la decisiva obra de promoción humana implícita en la evangelización.

Los padres han subrayado las graves dificultades que afectan a la misión de aquellas comunidades cristianas que viven en condiciones de minoría o incluso en contextos privados de libertad religiosa.

Propuesta 43: Espiritualidad eucarística y santificación del mundo

La Eucaristía está en el origen de toda forma de santidad. Para desarrollar una espiritualidad eucarística profunda, es necesario que el pueblo cristiano, que da gracias por medio de la Eucaristía, sea consciente de hacerlo en nombre de toda la creación, aspirando a la santificación del mundo y trabajando por la misma. La vida cristiana encuentra en la celebración eucarística la propia senda: el propio ofrecimiento, la comunión y la solidaridad son aspectos de la «logiké latreia» (Cf. Romanos 12,1).

La promoción de la participación diaria en la celebración de la santa Misa es, en los ritos latinos, un medio eficaz de desarrollo de esta espiritualidad, núcleo de la vida familiar, profesional, social y política.

El ofrecimiento diario (enseñado por ejemplo en el Apostolado de la Oración, practicado por millones de católicos de todo el mundo) puede ayudar a cada uno a convertirse en «figura eucarística» siguiendo el ejemplo de María, uniendo la propia vida a la de Cristo que se ofrece por la humanidad.

Propuesta 44: Eucaristía y enfermos

Consideramos de primera importancia favorecer la celebración eucarística para los enfermos, mediante una catequesis adecuada sobre la activa participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Un significado especial de la Eucaristía, como cumbre de la vida cristiana, encierra su recepción como santo Viático. Dado que abre al enfermo la plenitud pascual, se recomienda intensificar su práctica.

En especial se pide que se asegure la comunión eucarística a las personas con minusvalía mental, bautizadas y confirmadas: éstas reciben la comunión en la fe de la familia y de la comunidad que les acompaña.

La imposibilidad de conocer la sensibilidad efectiva propia de ciertos tipos de enfermos no es una razón suficiente para no darles todos los apoyos sacramentales de que dispone la Iglesia. Es importante que quienes sufren por minusvalía puedan ser reconocidos como miembros de la Iglesia a todos los efectos y tengan en ella su justo lugar.

Es deseable, además, que la funcionalidad arquitectónica de las iglesias facilite su participación en las celebraciones.

Propuesta 45: Eucaristía y emigrantes

El Sínodo da las gracias a cuantos se dedican a este sector e invita a los obispos a la atención pastoral de los emigrantes. Se debe acoger a estos fieles como a miembros del mismo Cuerpo de Cristo, con independencia de su raza, su estatus o su condición, especialmente en las celebraciones eucarísticas. La caridad de Cristo urge a las otras Iglesias locales y a los institutos de vida consagrada a ayudar con generosidad a las diócesis que acogen a un gran número de emigrantes.

Propuesta 46: Coherencia Eucarística de Políticos y Legisladores Católicos

Los políticos y legisladores católicos deben sentirse particularmente interpelados en su conciencia, rectamente formada, sobre la grave responsabilidad social de presentar y sostener leyes inicuas. No hay coherencia eucarística cuando se promueven leyes que van contra el bien integral del ser humano, contra la justicia y el derecho natural. No se puede separar la opción privada de la pública, poniéndose en contraste con la ley de Dios y la enseñanza de la Iglesia y esto también debe tenerse en consideración respecto a la realidad eucarística. A la hora de aplicar esta orientación, los obispos deben ejercitar la virtud de la fortaleza y de la prudencia, teniendo en cuenta las situaciones locales concretas.

Propuesta 47: Eucaristía y ecología

Los cristianos, reforzados por el sacramento de la Eucaristía

Los cristianos, reforzados por el sacramento de la Eucaristía, empéñense más decididamente en testimoniar la presencia de Dios en el mundo. Que la Iglesia promueva un cambio de mentalidad y de corazón para facilitar una relación armónica y responsable del ser humano con la creación.

La contemplación y la gratitud por la creación, regalo del amor de Dios, puede ser un medio de evangelización para la gente de hoy, cuya preocupación ecológica puede recibir un nuevo significado religioso por el reconocimiento de la llamada de Dios a la humanidad a que ejerza un servicio responsable ante su obra de Creador, conforme a la esperanza cristiana.

Esta reflexión puede además ayudar a los cristianos a relacionar la doctrina sobre la creación con la de la «nueva creación», inaugurada en la resurrección de Cristo, nuevo Adán, que ha dado a la Iglesia la tarea de preparar la transformación de la creación en los «nuevos cielos y la tierra nueva».

Propuesta 48: Dimensión social de la Eucaristía

El sacrificio de Cristo es misterio de liberación que nos interpela. En el compromiso por transformar las estructuras injustas para restablecer la dignidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, la Eucaristía asume en la vida el significado que tiene en la celebración. Este movimiento dinámico se abre a la dimensión del mundo, poniendo en duda el proceso de globalización que, con frecuencia, acentúa la diferencia entre países ricos y pobres; denuncia a aquellas potencias políticas y económicas que dilapidan las riquezas de la tierra; subraya las graves exigencias de la justicia distributiva frente a las desigualdades que claman al cielo; alienta a los cristianos a comprometerse y a trabajar en la vida política y social. (...) Quienes participan en la Eucaristía deben comprometerse en la construcción de la paz en nuestro mundo, marcado por tantas violencias y guerras y hoy de modo particular por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual. Las condiciones para construir una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón.

Propuesta 49: Eucaristía y reconciliación de pueblos en conflicto

Se afirma que “la Eucaristía es sacramento de comunión entre los fieles que aceptan reconciliarse en Cristo, quien ha hecho de hebreos y griegos yn solo pueblo, derribando el muro de odio que los separaba (Ef 2, 14)”. A continuación, los padres sinodales destacan que, “gracias a las celebraciones eucarísticas, pueblos en conflicto han podido reunirse de nuevo entorno a la Palabra de Dios, escuchar su anuncio profético de la reconciliación a través del perdón gratuito y recibir la gracia de la conversión que permite la comunión en el mismo pan y el mismo cáliz”.

Conclusión

Propuesta 50: «Verum Corpus natum de Maria Virgine»

La Iglesia ve en María, «Mujer Eucarística», sobre todo a los pies de la cruz, la propia figura y la contempla como modelo insustituible de vida eucarística; en el altar, en presencia del «verum Corpus natum de Maria Virgine» [verdadero Cuerpo nacido de María Virgen, ndt.], la Iglesia venera a través del sacerdote, con especial agradecimiento, a la Santísima Virgen.

Los cristianos encomiendan a María, Madre de la Iglesia, su existencia y su trabajo. Esforzándose por tener los mismos sentimientos de María, ayudan a toda la comunidad a vivir como ofrenda viva, agradable al Padre.


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