SAN SIMEON DE TRENTO Y SAN GUILLERMO DE NORWICHDía festivo: 24 marzo

Alban Butler señala dos casos de sacrificio ritual de niños, realizados por los judíos. De acuerdo de un testimonio obtenido en Trento, poco despúes de la tragedia, un médico judío atrajo con halagos y secuestró a un niñito cristianos de dos años y medio de edad con miras a la celebración de la Pascua judía. Despúes de crucificar al niño y extraerle la sangre, los oficiales de la sinagoga ocultaron su cuerpo por algún tiempo y, después lo arrojaron al canal.

EL crimen fue descubierto; y los sospechosos, sujetos a tortura, admitieron su culpa. Horribles castigos se les infligieron una vez confesos, mientras que por otra parte, se obraban milagros a profusión junto a la tumba del niño martirizado.

En el caso de Guilleromo de Norwich, que ocurrió más de 300 años antes, la víctima tenía doce años. Aquí también se relata que el niño fue atraido con halagos, amordazado, atado y crucificado. El cuerpo fue llevado en un saco por dos judíos al bosque de Mosehold, con el propósito de incinerarlo allí pero habiendo sido sorprendidos antes de terminar su tarea, dejaron el cuerpo colgado de un árbol.

Aunque Butler acepta la creencia de que varios niños fueron sacrificados por los judíos por odios a la fe cristiana, añade sin embargo, que "algunos autores calumnian notoriamente, llevados por estos ejemplos extraordianrios, cuando tratan de generalizar que ésta haya sido una costumbre de esa gente, ya que muchos de ellos eran unos pobres dementes o simplemente fanáticos con una gran sed de venganza".