Foto ampliada

La vida de Amábile Lúcia Visintainer, después Madre Paulina do Coração de
Jesus, tejida de una constante entrega y servicio hacia los hermanos sufrientes ha sido el resultado de su espiritualidad que puede ser comparada a un camino luminoso que crece "del amanecer hasta el pleno día".

Para comprender más quien ha sido aquella que Dios, en su Divino Plan, escogió para ser la fundadora de las hermanitas de la Inmaculada Concepción, es conveniente que conozcamos un poco más sobre su personalidad humana, su retrato como persona.

Madre Paulina escogió el nombre religioso de "Paulina do Coração Agonizante de Jesus", ese mismo nombre ya nos habla de quien fue y de lo que hizo la sierva de Dios. "Paulina" por su devoción a San Pablo, en quien tenía como modelo para su apostolado. "Corazón" por que se ha dejado tocar por el amor del Señor Jesús, desplegándose en el servicio y en el amor preferencial por los pobres y dentro de éstos, aún los más pobres. "Agonizante", pues su vida ha pasado por el crisol de la humillación y de los sufrimientos, los cuales supo asumirlos permanentemente adherida al Señor Jesús.

La vida de Madre Paulina es uno de los muchos ejemplos que la Iglesia nos enseña de cómo Dios se hace presente en la historia por medio de la generosa cooperación de sus seguidores. La vida de Madre Paulina es un legado de silencio-comunicación; humildad y reconciliación, paz y decisión.

Cuando la Hma. Vivenvia, Superiora General, viva todavía nuestra bienaventurada, confió a la Abadesa de Forli, Sor Maria Angélica, el encargo de hacer un cuadro a oleo de Madre Paulina, P. Rossi en las cartas a esta hermana en 1912, dibujó los trazos somáticos más saltantes: estatura media, piel suavemente morena, ojos castaños, semblante serio aparentando al cerrado.

El retrato psicológico-moral tiene como marco el ambiente familiar y social tipicamente tirolés, hoy, trentino: laboriosidad, valentía, fortaleza y religiosidad profunda, fidelidad, amor a la familia, responsabilidad en todas sus acciones.

La Hma. Ester, quien conoció a la Madre Paulina, la describe como "un tipo de mujer fuerte, mujer trentina, mujer equilibrada y de grande prudencia" (Summarium, 370, 618). La Hma. Rosalia, que convivió desde pequeña con la fundadora la define con tres palabras: "enérgica, decidida, comprensiva".

Segundo la Hma. Eunice Maria dijo de la santa que "las notas características de la personalidad de la sierva de Dios eran: mujer activa, decidida, sin miedo de lo provisional. Enfrentaba las dificultades con valentía y no retrocedía ante los obstáculos que encontraba por el camino. Era una mujer normal, equilibrada psíquica e afectivamente. (Jum 408,673). La Hma. Walburga, que convivió años y años con la Madre, afirma que la humildad de la sierva de Dios era heroica, así como era una persona de personalidad fuerte, pero, que sabía dominarse siempre y a tal punto que nadie percebía.

Madre Paulina, testimonian las hermanas, "tuvo todos los impulsos y tendencias enérgicas, pero supo dominarse"; sus limitaciones eran aquellas de una persona de temperamento sanguineo que, a veces, la llevaba a reacciones impulsivas, pero que supo manejarlas, aprovechando la ocasión para crecer en humildad y en penitencia.

Con un esfuerzo diligente y cooperando activamente con la gracia, apoyada también por sus directores espirituales, Madre Paulina fue creciendo y madurando en el dominio de sus impulsos, tornándose "más amable, más suave, más paciente" y "hasta incluso transformarse en un corderito" o "la misma humildad" como testimonia la Hma. Maria de Lourdes, que pudo observar de cerca tal proceso.

Se puede observar también como el contexto cultural en que vivió y actuó la jóven Amábile contribuyó para la formación de su personalidad. La pobreza de la tierra fue desarrollando en la joven no sólo una conciencia de la necesidad de trabajar, sino que también hacerlo con responsabilidad, amor y entrega, sea en la casa, sea en el campo y todo ello sin olvidarse de aquellos momentos importantes de oración y encuentro con Dios a lo largo de la jornada.

"Vivia solamente para el trabajo y para la oración", decía la Hma. Domingas que también añade: "Amábile, cuando joven y más tarde como Fundadora tenía como lema "TRABAJAR ES REZAR", característica que supo mantener, apoyada en la gracia de Dios, a lo largo de toda su vida. Su carácter fuerte y dinámico la hicieron una mujer eminentemente activa.

"La presencia de Dios -declara la misma Madre Paulina al P. Luigi Maria
Rossi, S.J., su director espiritual, en 1912-, me es tan íntima que me parece imposible perdela; y esta presencia causa en mi alma una alegria que no puedo explicar"

Aún que tuviese un temperamento enérgico, "era serenamente alegre, gustaba de bromear y hablaba poco, pero sabía siempre alegrar el ambiente". A ella no le gustaba el infantilismo, pero queria solamente la alegria y el amor de Dios. Costumbraba repetir a las hermanas: "con alegría y amor de Dios todos los demonios se alejan".

Como verdadera trentina, Madre Paulina fue un hija muy afectuosa con su familia, sobretodo con su papá, quien estuvo presente en los momentos más significativos de su obra: fundación y expansión.

Como Fundadora nutría un amor y un interés por sus hermanas, especialmente las enfermas, hasta ordenar que se tuviese un especial cuidado por las hermanas enfermas, ancianas e incapacitadas.

Tenía un profunda piedad, respecto y amor por el Papa, por los Obispos y "tenía una predilección toda especial por los sacerdotes, cosa que mucho insistió en su Congregación".

Experimentaba un amor muy particular por los enfermos, por los huérfanos, los esclavos, los pecadores, pues "tenía un corazón compasivo y no podía ver a nadie sufriendo, sea física o espiritualmente" y "como verdadera apóstol deseó andar por el mundo entero pregonando el amor de Dios"

De temperamento enérgico y lejos de cualquer comodísmo sin pensar úncamente en sí misma, ofreció su propia vida por todos, colocándose disponible al servicio solidario y evangélico del próximo. Siempre estaba preocupada en "dar gloria a Dios" y de cumplir con su Plan, que se tornó su "paraíso": "Volontà di Dio, paradiso mio". Su última palabra en vida ha sido: "Hágase la voluntad de Dios".

Todo ese "retrato" de su personalidad, tejido de dones naturales de operaria de Vígolo Vattaro, de camponesa en la Vígolo brasileña, de obrera textíl en Nova Trento, de madre de los esclavos, trabajados con la gracia de Dios, nos permiten comprender un poco más de la fisionomía espiritual de Madre Paulina.

El testimonio IX del Processo Cognicional, la Hma. Eunice Maria, precisa:

"La virtud cristiana consiste en hacer determinada buena acción a la luz de la fe o, mejor aún, con una motivación evangélica explícita. Por grado heroico se entiende el lograr hacer un bien que "ultrapase" la capacidad humana, requeriendo una gracia especial de Dios. Pues bien, en Madre Paulina, vemos virtudes ejercitadas en grado heroico, por su constancia, facilidad, conaturalidad y gozo. De manera específica, la obediencia, la humildad y la caridad, así como la total confianza en el Plan de Dios. Eso en Madre Paulina ha sido extraordinario". Y concluyó la hermana diciendo:

"La vida de Madre Paulina puede ser considerada no solo por la Congregação das Irmãzinhas da Imaculada Conceição, sino que también por las demás Religiosas de Brasil y de América Latina, como una vida que es posible imitar en el día a día, dado que se resume en eso: Madre Paulina ha sido pobre, mucho amó a los pobres, vivió por y con los pobres. Otro aspecto: ella fue humilde y sencilla buscando hacer todo en el marco del Plan de Dios, amando a los demás. Tercero aspecto: la Sierva de Dios cultivó una vida de oración y de profundo amor a la Iglesia, a sus ministros, y finalmente, una vida marcada por la Eucaristía, por los sacrificios y por el amor de Dios.

El testimonio XXXVI del Processo, la Hma. Carmen M. de S. Luiz, quien conoció a Madre Paulina de 1906 a 1942 afirma: "La vida de la sierva de Dios ha sido una ejemplo y una copia viva de una alma enteramente consagrada a Dios y de un ideal sublime de perfección".

El testimonio XXVI del Proceso de São Paulo y el XXII del Processo Cognicional, la Madre Paula Maria, Superiora en la Casa Madre y después Superiora General (1960 - 1967), quien conoció a Madre Paulina de 1922 a 1942, describio así: "La sierva de Dios era un alma privilegiada por su modo de actuar; su interior demonstraba un "algo" de diferente. (...) con el transcurrir de los años, fue siendo siempre considerada como una alma llena de virtudes, alma de Dios, dedicándose a las obras apostólicas y de cuidado de los enfermos. (...) tenía una espiritualidade fuerte y noble. Su progreso era evidente y constante. Tenía una personalidad que la caracterizaba: nada la hacía retroceder. Por más que sufriese, caminaba siempre adelante; como ella misma decía: "no miro hacia un lado u otro, sino solamente hacia lo alto". Dios era todo para ella.

La Hma. Matilde, primera compañera en la fundación de la Congregación, nos ofrece un bello testimonio del año 1902, antes que Madre Paulina fuera electa Superiora General, cuando aún vivían en Vígolo de Nova Trento: "nuestra estimada Madre y dulce Paulina sujeta y toda sometida a toda suerte de fatigas por Nuestro Jesús, está vigilante, intrépida, para sostener nuestra Congregación. ¡Mírenla! Como capitán de la Congregación, y siempre Madre, cómo aparece en mil artes y servicios... ora es campesina, ora es leñadora, ora va a casechar, ora va a plantar el maiz y los frejoles, ora acupada en muchos otros trabajos... y no es sólo esto. (...) ahora la vemos como capitán delante de una muchedumbre de Hijas de María las cuales incita a que hagan sus ejercicios espirituales y a sacar los frutos para sus almas y lograr así la vida eterna. ¿Pero porque decimos "dulce Paulina"? Por que dónde está, por lo general las cosas salen bien... si ella está en la casa, todas se afanan a su alrededor, y trabajan y rezan sin melancolías... si está en el campo, los trabajos son prontamente terminados y así poderíamos seguir diciendo de todos los demás oficios... ¿Pero la Madre siempre hizo así? Hermanas, ¡La Madre ha hecho realmente así! Ella siempre fue conducida por el espíritu del sacrificio. Ella, cuando dejó el mundo para hacerse esposa de Jesús, comprendió muy bien que su modelo era Jesús Crucificado y por ello es que la hemos visto siempre sacrificada en todo".