La Escalera de Jacob y el León de Judá

En la genealogía de Mateo se encuentran tres series de catorce generaciones cada una. Hemos aportado algunas explicaciones sobre las figuras de Abrahán e Isaac por su significado en la historia de la salvación. Lo mismo haremos con Jacob y Judá. Nos detendremos después sobre David para llegar a José, “el esposo de María, del a que nació Jesús, llamado Cristo.

La escalera de Jacob

Isaac se había casado con rebeca, elegida en la familia de Abrahán, y tuvo dos hijos: Esaú y Jacob. Todos conocemos la historia de estos dos hermanos mellizos y cómo Esaú, menospreciando su primogenitura la cedió a Jacob por un plato de lentejas (cf. Gn 25, 29 ss). Después, con la complicidad de su madre Rebeca, Jacob consiguió la bendición de su padre Isaac, que no le reconoció por causa de se vejez, que lo había vuelto ciego. He aquí la bendición: “¡Pues que Dios te de el rocío del cielo y la grosura de la tierra, mucho trigo y mosto! ¡Sírvante los pueblos, adórente naciones, sé señor de tus hermanos y adórente los hijos d etu madre! ¡Quien te maldijere maldito sea, y quien te bendijere bendito sea!” (28, 28 ss).

Jacob tuvo que enfrentar la persecución de su hermano Esaú, que quería matarlo para vengarse. Enseguida su huida con su tío Labán, que le concede como mujeres a sus hijas Lía y Raquel. Mientras se iba con su tío Labán, se paró para pasar la noche en un lugar, llamado después Betel, donde tuvo la visión de una escalera que desde la tierra alcanzaba el cielo y de unos ángeles que subían y bajaban por ella. El señor renovó en esa circunstancia las promesas ya hechas a Abrahán e Isaac: darle la tierra, multiplicar su descendencia y bendecir en él todas las naciones de la tierra. De sus mujeres Jacob tuvo doce hijos, los jefes de las doce tribus de Israel. Entre éstos el más conocido es José, cuya historia es largamente descrita, porque él, vendido por sus hermanos y hecho esclavo en Egipto, será el instrumento que la Providencia ocupará para salvar a su pueblo del hambre. En la historia de Jacob es digna de mención la lucha de Jacob por Israel, “porque ha sido fuerte contra Dios, y a los hombres les podrás” (22, 29).

El León de Judá

No obstante el honor concedido por Jacob a la casa de José, el grande Patriarca asigna la preeminencia a Judá, que ocupará el rol principal en la vida nacional. He aquí el oráculo de Jacob sobre Judá: “A ti Judá, te alabarán tus hermanos, tu mano en la cerviz de tus enemigos; inclínense a ti los hijos de tu padre. Cachorro de León es Judá… No se irá de Judá el báculo, el bastón de mando de entre sus piernas, hasta tanto que venga aquel a quien le está reservado, y a quien rindan homenaje las naciones” (Gn 49, 8-10). El encubierto anuncio de un rey judío dominador de pueblos se refiere a David, tipo del futuro Mesías, como siempre han interpretado la tradición judaica y cristiana. En el Apocalipsis aquel que abre el libro de los designios de la humanidad y desata los sellos es el Cordero inmolado, Jesús, descendiente de Judá: Ha triunfado el León de la tribu de Judá, el retoño de David; el podrá abrir el libro y sus siete sellos (5,5). El autor de la carta a los Hebreos afirma con seguridad: “Y es bien manifiesto que nuestro señor procedía de Judá” (7. 14). Con razón Mateo precisa en su Evangelio que Jesús ha nacido en Belén, localidad indicada por Miqueas como tierra de Judá (2,6).

Tomado de
Stramare, Tarcisio
San José en la historia de la salvación


Transcrito por José Gálvez Krüger para ACI Prensa