Hoy, Séptimo Domingo de Pascua, la Iglesia universal celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor Jesús al Reino de los Cielos. Jesús corona su victoria elevándose por encima de las nubes cuarenta días después de su resurrección.

Que Jesús ascienda al cielo no quiere decir que abandona a aquellos que lo han seguido. Todo lo contrario. Jesús vuelve al Padre, pero ha de enviar al Espíritu Santo, el Paráclito, para que interceda por los hombres, para que reconozcan a Jesús como salvador.

Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram

Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:

Un acercamiento a la Primera Lectura: “Galileos, ¿qué hacéis mirando al cielo?”

La Ascensión del Señor cierra el ciclo redentor que empezó con la Encarnación del Verbo. Jesús asciende al cielo habiendo redimido la naturaleza humana del pecado y la muerte, con lo que ésta queda elevada, en Él, a una nueva condición.

El relato de los Hechos de los apóstoles (Hch 1, 1-11) encierra la promesa de la llegada del Espíritu Santo: “Dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo”, consigna San Lucas repitiendo las palabras de Jesús, haciendo memoria del momento de la despedida. Por su parte, los apóstoles, aparecen desorientados una vez más: “Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?”; a lo que Jesús responde amablemente recordándoles que a ellos no les compete saber “ni el tiempo ni la hora” que el Padre ha dispuesto para eso. Más bien, les recuerda que el Espíritu Santo “los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén… y hasta los últimos rincones de la tierra”. Dicho esto subió al cielo, y los discípulos, estupefactos, lo siguieron con la mirada, contemplando cómo la figura del Maestro se iba perdiendo entre las nubes. (¡Cómo cerrar los ojos ante la gloria patente! ¡Cómo dejar de mirar hacia donde las promesas se acaban porque todo ha sido cumplido!).

De pronto, dos “hombres de blanco” -unos ángeles- irrumpen en medio del éxtasis y hacen que los testigos del portento vuelvan los ojos hacia “abajo”, a la tierra, hacia la realidad que habrán de enfrentar a partir de ese instante: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado” (Mc 16, 15), dice la lectura del Evangelio de hoy.

VII Domingo de Pascua

La lectura del Evangelio está tomada del relato de San Marcos (Mc 16, 17-20), quien recuerda el momento en que Jesús resucitado envía a los apóstoles a predicar por todo el mundo la Buena Noticia.

El anuncio del Evangelio no excluye a nadie, pero aceptar a Cristo mediante el bautismo hará la diferencia entre quienes se salven y quienes se condenen. Quienes crean en el Señor serán capaces de obrar grandes portentos y milagros: “El Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían”.

Hace poco más de dos décadas, el Papa San Juan Pablo II reflexionaba en torno al sentido de lo que hoy celebramos: “La contemplación cristiana no nos aleja del compromiso histórico. El ‘cielo’ al que Jesús ascendió no es lejanía, sino ocultamiento y custodia de una presencia que no nos abandona jamás, hasta que él vuelva en la gloria… Mientras tanto -prosigue el santo- es la hora exigente del testimonio, para que en el nombre de Cristo ‘se predique la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos’” (Homilía por el día de la Ascensión del Señor, 24 de mayo de 2001).

Evangelio de hoy (Mc 16, 15-20)

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Éstos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos”.

El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían.

Si deseas saber más sobre la Ascensión del Señor, te recomendamos el siguiente enlace de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/Ascensi%C3%B3n.

Además, si quieres conocer algo sobre la historia de esta festividad a lo largo de los siglos, puedes leer:  https://ec.aciprensa.com/wiki/Fiesta_de_la_Ascensi%C3%B3n.

Más información: