24 de junio de 2005 / 10:14 AM
En su primera visita de Estado a Italia, el Papa Benedicto XVI reafirmó la legitimidad de “una sana laicidad del Estado” que no excluye las referencias éticas con su fundamento último en la religión.
Al responder el saludo del Presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, el Santo Padre afirmó en el palacio del Quirinal que “es legítima una sana laicidad del Estado en virtud de la cual las realidades temporales se rigen según sus propias normas, sin excluir sin embargo las referencias éticas que hallan su último fundamento en la religión. La autonomía de la esfera temporal no excluye una íntima armonía con las exigencias superiores y complejas que derivan de una visión integral del ser humano y de su destino eterno".
Al referirse a las relaciones entre la Iglesia y el Estado italiano, el Pontífice recordó que "se basan en el principio fundamental enunciado por el Concilio Vaticano II de que ‘la comunidad política y la Iglesia son entre sí independientes y autónomas en su propio campo. Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social de las mismas personas’”.