La instrucción Redemptionis Sacramentum, que regula la celebración de la Eucaristía incluye una sugerencia que podría resultar muy útil para que todos resguarden la práctica del sacramento. Sostiene que cualquier fiel puede denunciar abusos o situaciones extrañas que caractericen la Misa a la que asisten.
La instrucción señala que “cualquier católico, sea sacerdote, sea diácono, sea fiel laico, tiene derecho a exponer una queja por un abuso litúrgico”.
Al respecto sostiene que la denuncia debe ser hecha con “veracidad y caridad” primero ante “el Obispo diocesano o el Ordinario competente que se le equipara en derecho” y, de no recibir respuesta, acudir a la Sede Apostólica.