En sus palabras previas al rezo del Ángelus, con ocasión de la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Benedicto XVI señaló que “en las figuras de los Magos, que llegan a Belén siguiendo la luz de una estrella y las indicaciones de las Sagradas Escrituras” se conoce que la Iglesia es “desde el inicio universal”.

El Santo Padre indicó que “la Virgen María, junto a su esposo, representan el ‘tronco’ de Israel, el ‘resto’ preanunciado por los profetas, del que debía germinar el Mesías. En cambio los Magos representan los pueblos, y también podemos decir las civilizaciones, las culturas, y las religiones que están, por decirlo de alguna manera, en camino hacia Dios, en busca de su reino de paz, de justicia, de verdad y de libertad”.

“En un primer momento hay un núcleo, personificado por María, la ‘hija de Sión’: un núcleo de Israel, el pueblo que conoce y que tiene fe en aquel Dios que se ha revelado a los Patriarcas y en el camino de la historia”.

El Papa subrayó que “esta fe alcanza su cumplimiento en María, en la plenitud de los tiempos; en ella, ‘bienaventurada porque ha creído’, el Verbo se ha hecho carne, Dios ha ‘aparecido’ en el mundo”.

“La fe de María se convierte en la primicia y el modelo de la fe de la Iglesia, Pueblo de la Nueva Alianza”.

Benedicto XVI recordó también que mientras hoy celebramos la Epifanía del Señor, “numerosas Iglesias Orientales, según el calendario Juliano, festejan la Navidad”.

“Esta ligera diferencia, que hace que se superpongan los dos momentos, hace resaltar que aquel Niño, nacido en la humildad de la gruta de Belén, es la luz del mundo, que orienta el camino de todos los pueblos”.

“Es un binomio que también hace reflexionar desde el punto de vista de la fe: por una parte, en Navidad, ante Jesús, vemos la fe de María, de José y de los pastores; y hoy, en la Epifanía, vemos la fe de los Magos, venidos de Oriente para adorar al rey de los Judíos”.

El Papa señaló que “la fe de María se puede poner junto a la de Abraham: es el nuevo inicio de la misma promesa, del mismo inmutable designio de Dios, que encuentra ahora su pleno cumplimiento en Jesucristo”.

“Y la luz de Cristo es tan límpida y fuerte que hace inteligible tanto el lenguaje del cosmos, cuanto el de las Escrituras, de modo que todos aquellos que, como los Magos, están abiertos a la verdad, pueden reconocerla y llegar a contemplar al Salvador del mundo”.

El Santo Padre indicó que “también en esta perspectiva podemos ver las Ordenaciones episcopales que he tenido la alegría de conferir esta mañana en la Basílica de San Pedro: dos de los nuevos Obispos permanecerán al servicio de la Santa Sede, y los otros dos partirán para ser Representantes Pontificios en dos naciones”.

“Oremos por cada uno de ellos, por su ministerio, y para que la luz de Cristo resplandezca en el mundo entero”, concluyó.