En la Misa celebrada en la parroquia de San Patricio, en Roma (Italia), a la que visitó pastoralmente hoy, el Papa Benedicto XVI  aseguró que “Dios no exige nada extraordinario, sino que cada uno viva según criterios de solidaridad y de justicia”, con fidelidad, valentía y humildad.

El Santo Padre recordó la cercanía de la Navidad en este tercer Domingo de Adviento, y señaló que “Dios se hace hombre como nosotros para donarnos una esperanza que es certeza: si lo seguimos, si vivimos con coherencia nuestra vida cristiana, Él nos atraerá hacia Sí, nos conducirá a la comunión con Él. Y en nuestro corazón vibrará la verdadera alegría y la verdadera paz, aun en las dificultades y en los momentos de debilidad”.

“Jesús brinda a los hombres la salvación, una nueva relación con Dios que vence el mal y la muerte y trae la verdadera alegría por esta presencia del Señor que viene a iluminar nuestro camino, que está a menudo oprimido por las tinieblas del egoísmo”.

Por ello, el Santo Padre invitó a los fieles a percibir la presencia del Señor entre nosotros, pues no es un Dios lejano, sino un Dios con nosotros, en medio de nosotros, que está en la Santa Eucaristía, en la Iglesia viva.

Benedicto XVI indicó que a semejanza del anuncio del Ángel a María, “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”, los cristianos debemos estar alegres por la proximidad del Nacimiento de Dios.

“Dentro de pocos días celebraremos la Navidad, la fiesta de la venida de Dios, que se hizo niño y hermano nuestro para estar con nosotros y compartir nuestra condición humana. Debemos alegrarnos por esta cercanía suya y por su presencia”.

El Papa señaló que San Pablo en su carta a los filipenses dice enfáticamente “que nada puede separarnos del amor de Dios, que se ha manifestado en Cristo. Sólo el pecado nos aleja de Él, pero éste es un factor de separación que nosotros mismos introducimos en nuestra relación con el Señor”.

“E incluso cuando nos apartamos, Él no cesa de amarnos y sigue estando cerca de nosotros con su misericordia, con su disponibilidad al perdón y a volvernos a acoger en su amor”.

El Santo Padre subrayó que “la alegría que el Señor nos comunica debe encontrar en nosotros amor agradecido. De hecho, la alegría es completa cuando reconocemos su misericordia y le damos gracias por lo que recibimos de Él cada día”.

“El que recibe los dones de Dios de una manera egoísta, no encuentra la verdadera alegría; mientras que, aquel que en los dones recibidos encuentra la ocasión para amarlo con sincera gratitud y para comunicar a los demás su amor, él tiene un corazón que está realmente lleno de alegría ¡Recordémoslo!”.