En sus palabras previas al rezo del Ángelus, en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI afirmó que en medio de la sociedad consumista, San Juan Bautista nos enseña a vivir la Navidad como la fiesta del Hijo de Dios.

El Santo Padre señaló que “en la sociedad de consumo, en la que se está tentado de buscar la felicidad en la cosas, el Bautista nos enseña a vivir de manera esencial, para que la Navidad sea vivida no solo como una fiesta exterior, sino como la fiesta del Hijo de Dios que ha venido a traer a los hombres la paz, la vida y la verdadera felicidad”.

El Papa indicó que durante “el Tiempo de Adviento la liturgia pone en relieve, de manera particular, dos figuras que preparan la venida del Mesías: la Virgen María y Juan Bautista. Hoy san Lucas nos presenta a este ultimo, y lo hace con características diversas de los otros Evangelistas”.

Citando a su reciente libro, “La Infancia de Jesús”, Benedicto XVI recordó que “‘todos los cuatro Evangelios colocan al inicio de la actividad de Jesús la figura de Juan Bautista y lo presentan como su precursor. San Lucas ha llevado hacia atrás la conexión entre las dos figuras y sus respectivas misiones. Ya en la concepción y en el nacimiento, Jesús y Juan son colocados en relación entre ellos’”.

El Papa explicó que “esta impostación ayuda a comprender que Juan, en cuanto hijo de Zacarías e Isabel, ambos de familias sacerdotales, no solo es el ultimo de los profetas, sino que representa también al entero sacerdocio de la Antigua Alianza y por lo tanto prepara a los hombres al culto espiritual de la Nueva Alianza, inaugurado por Jesús”.

Además, el evangelista Lucas “deshace toda lectura mítica que a menudo se hace de los Evangelios y coloca históricamente la vida del Bautista: ‘En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, mientras Poncio Pilato era gobernador … bajo los sumos sacerdotes Anás y Caifás’”.

“Al interior de este cuadro histórico se coloca el verdadero gran acontecimiento, el nacimiento de Cristo, que los contemporáneos ni siquiera notarán. Para Dios los grandes de la historia ¡hacen de marco a los pequeños!”, exclamó el Papa.

Benedicto XVI recordó que “Juan Bautista se define como la ‘voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos’. La voz proclama la palabra, pero en este caso la Palabra de Dios precede, en cuanto es ella misma a bajar sobre Juan, hijo de Zacarías, que estaba en el desierto”.

“Él por tanto tiene un gran rol, pero siempre en función de Cristo”, indicó.
San Agustín, recordó el Santo Padre, dijo que “Juan es la voz. Del Señor en cambio se dice: ‘Al principio existía la Palabra’. Juan es la voz que pasa, Cristo es el Verbo eterno que era en un principio. Si a la voz se quita la palabra, ¿que cosa queda? Un sonido vago. La voz sin palabra resuena en el oído, pero no edifica el corazón”.

El Papa señaló que “a nosotros hoy espera la tarea de dar escucha a aquella voz para conceder espacio y acogida a Jesús en el corazón, Palabra que nos salva”.

“En este Tiempo de Adviento, preparémonos a ver, con los ojos de la fe, en la humilde Gruta de Belén, la salvación de Dios.

Al concluir sus palabras, el Papa Benedicto XVI confió a la intercesión de la Virgen María “nuestro camino al encuentro del Señor que viene, para estar listos a acoger, en el corazón y en toda la vida, al Emanuel, el Dios-con-nosotros”.