Al presidir ayer la celebración de las primeras vísperas por el primer domingo de Adviento, el Papa Benedicto XVI remarcó que “Dios no se ha cerrado en su Cielo, se ha inclinado sobre el acontecer del hombre: un misterio grande que llega a superar cada posible espera”.

El Santo Padre afirmó que “Dios entra en el tiempo del hombre en el modo más inesperado: haciéndose niño y recorriendo las etapas de la vida humana, para que toda la nuestra existencia, espíritu, alma y cuerpo - como nos ha recordado san Pablo - pueda conservarse irreprensible y ser elevada a la altura de Dios”.

El Papa señaló que Dios hace esto “por su amor fiel hacia la humanidad. El amor cuando es verdadero, tiende por su naturaleza al bien del otro, al mayor bien posible, y no se limita a respetar sencillamente los empeños de amistad asumidos, sino que va más allá, sin cálculos ni medida”.

“El entero camino del año de la Iglesia está orientado a descubrir y a vivir la fidelidad del Dios de Jesucristo que en la gruta de Belén se presentará ante nosotros, una vez más, en el rostro de un niño. Toda la historia de la salvación es un recorrido de amor, de misericordia y de benevolencia: de la creación a la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, del don de la Ley sobre el Sinaí, al regreso en patria de la esclavitud babilónica”.

Benedicto XVI indicó que “el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob ha sido siempre el Dios cercano, que no ha abandonado nunca a su pueblo. Más veces ha padecido con tristeza la infidelidad, y esperado con paciencia el regreso, siempre en la libertad de un amor que precede y sostiene el amado, atento a su dignidad y a sus expectativas más profundas”.

El Papa también se dirigió los jóvenes universitarios de los Ateneos Romanos y de las Universidades Pontificias en Roma, que tradicionalmente asistieron a la oración de las vísperas por el primer domingo de Adviento, en el inicio del año académico.

“Es para mí motivo de gran alegría compartir estas reflexiones con ustedes que aquí representan el mundo universitario romano, en el que confluyen, incluso en sus específicas identidades, las Universidades estatales y privadas de Roma y las Instituciones pontificias, que desde hace muchos años caminan juntas dando vivo testimonio de un fecundo diálogo y de colaboración entre los diferentes saberes y la teología”, expresó el Papa.

“Con especial cariño los saludo a ustedes, queridos jóvenes universitarios de los Ateneos romanos, que han renovado su profesión de fe sobre la Tumba del apóstol Pedro”.

Benedicto XVI señaló que los universitarios “están viviendo el tiempo de la preparación a las grandes elecciones de su vida y al servicio en la Iglesia y en la sociedad”.

“Esta tarde pueden experimentar que no están solos: están con ustedes los docentes, los capellanes universitarios, los animadores de los colegios. ¡Está con ustedes el Papa! Y, sobre todo, están inseridos en la gran comunidad académica romana, en la cual es posible caminar en la oración, en la búsqueda, en la comparación, en el testimonio al Evangelio”.

El Papa Benedicto XVI también subrayó que “vivimos en un contexto en el que a menudo encontramos la indiferencia hacia Dios. Pero pienso que en la profundidad de cuantos - también entre sus coetáneos - viven la lejanía de Dios, existe una nostalgia interior de infinito, de transcendencia”.

“A ustedes la tarea de testimoniar en las aulas universitarias el Dios cercano, que se manifiesta también en la búsqueda de la verdad, alma de cada empeño intelectual”.

El Santo Padre señaló que “la fe es la puerta que Dios abre en nuestra vida para conducirnos al encuentro con Cristo, en el que el hoy del hombre se encuentra con el hoy de Dios”.

“La fe cristiana no es adhesión a un dios genérico o indefinido, sino al Dios vivo que en Jesucristo, Verbo hecho carne, ha entrado en nuestra historia y se ha revelado como el Redentor del hombre. Creer significa confiar la propia vida a Aquel que sólo puede darle plenitud en el tiempo y abrirla a una esperanza más allá del tiempo”.

Benedicto XVI también señaló que para los jóvenes universitarios, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro será “una gran ocasión para manifestar la fecundidad histórica de la fidelidad a Dios, ofreciendo su testimonio y empeño para la renovación moral y social del mundo”.

“A María, Sede de la Sabiduría, confío a todos ustedes y a sus seres queridos; el estudio, la enseñanza, la vida de los Ateneos; especialmente el itinerario de formación y testimonio en este Año de la fe”.

“Las lámparas que llevarán en sus capellanías siempre sean alimentadas por su fe humilde pero plena de adoración, para que cada uno de ustedes sea una luz de esperanza y paz en el entorno universitario”, concluyó.