El Presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, Cardenal Jean-Louis Tauran, reiteró el interés de la Santa Sede por el derecho a la libertad religiosa de las minorías cristianas y de todas las comunidades en cualquier lugar del mundo.

El Purpurado dijo esto durante la inauguración en Viena (Austria), del Centro para el Diálogo Interreligioso e Intercultural Rey Abdullah bin Abdulaziz (KAICIID), organización independiente reconocida por la ONU y fundada por Arabia Saudita, Austria y España a la que la Santa Sede adhiere en calidad de Observador Fundador.

“Este Centro brinda otra oportunidad para un diálogo abierto en numerosos temas, incluidos los relacionados con los derechos humanos fundamentales, en particular con la libertad religiosa, en todas sus formas, para todos, para todas las comunidades, en cualquier lugar. A este respecto, pueden comprender cómo la Santa Sede esté particularmente interesada en el destino de las comunidades cristianas en aquellos países donde esta libertad no está garantizada adecuadamente”, expresó el Cardenal.

La autoridad vaticana dijo que “los creyentes tienen que trabajar en pro y sostener todo lo que favorezca a la persona humana en sus aspiraciones materiales, morales y religiosas”. Indicó que para esto es necesario “el respeto del otro en su especificidad; conocimiento objetivo mutuo de las tradiciones religiosas y culturales de cada uno, particularmente a través de la educación; colaboración para que nuestra peregrinación hacia la Verdad se realice en la serenidad y en la libertad”.

El Cardenal Tauran aseguró la cooperación de la Iglesia, la que “desea mostrarse cercana de quien está en necesidad, de quien busca a Dios”.

Por su parte, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, dijo que “es importante tener en cuenta que el nuevo centro no se puede considerar como una institución propia del Reino de Arabia Saudita, sino como una Organización internacional independiente, reconocida por la ONU, y constituida por tres Estados Fundadores, dos de ellos con antiguas tradiciones cristianas”.

“Se trata pues de una oportunidad y un espacio de diálogo, del que es justo aprovecharse y en el que es oportuno estar presentes para hacer un mayor uso de la experiencia y la autoridad de la Santa Sede en el campo del diálogo interreligioso. El estatus de Observador Fundador es el más adecuado para garantizar esta presencia, respetando la naturaleza propia de la Santa Sede, y permitiéndole expresar sus propias expectativas”, señaló.

El sacerdote jesuita señaló que como Observador Fundador, la Santa Sede “no dejará de poner de relieve sus preocupaciones acerca del respeto efectivo de los derechos fundamentales de los cristianos que viven en países de mayoría musulmana, con el fin de promover la libertad religiosa en sus diversas expresiones”.

“El nuevo Centro de Viena ofrecerá de esta manera un espacio adecuado para que estos temas encuentren un modo de ser manifestados y escuchados, y para que los problemas que surgirán encuentren las soluciones oportunas”, afirmó.