Al presidir esta mañana la Santa Misa en la solemnidad de Cristo Rey del Universo desde la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Papa Benedicto XVI explicó que Jesús nos hizo partícipes de su realeza y que ser sus discípulos “significa no dejarse cautivar por la lógica mundana del poder, sino llevar al mundo la luz de la verdad y el amor de Dios”.

Durante la homilía, el Santo Padre explicó que en este último domingo del año litúrgico la Iglesia nos invita a celebrar al Señor Jesús como Rey del universo, y “nos llama a dirigir la mirada al futuro, hacia la última meta de la historia, que será el reino definitivo y eterno de Cristo”.

El Papa recordó hoy el cautiverio de Jesús, cuando "Pilato se quede sorprendido delante de un hombre indefenso, frágil y humillado que es, hablando de un reino de servidores. Le hace una pregunta que le parecería una paradoja: ‘Entonces, ¿tú eres rey?’. ¿Qué clase de rey puede ser un hombre que está en esas condiciones?’".

"Jesús responde de manera afirmativa: 'Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad.  Todo el que es de la verdad escucha mi voz'”.

En esta línea señaló que el poder del verdadero Mesías “no tiene ocaso y no será nunca destruido, no es el de los reinos de la tierra que surgen y caen, sino el de la verdad y el amor. Así comprendemos que la realeza anunciada por Jesús de palabra y revelada de modo claro y explícito ante el Procurador romano, es la realeza de la verdad, la única que da a todas las cosas su luz y su grandeza”.

De manera que la conversión a la gracia divina “es la condición para la instauración de este reino. Se trata de una invitación apremiante que se dirige a todos y cada uno de nosotros: convertirse continuamente en nuestra vida al reino de Dios, al señorío de Dios, de la verdad”, expresó.

Benedicto XVI explicó con este punto que Jesús habla de rey, de reino, pero no se refiere al dominio, sino a la verdad: “Jesús ha venido para revelar y traer una nueva realeza, la de Dios; ha venido para dar testimonio de la verdad de un Dios que es amor y que quiere establecer un reino de justicia, de amor y de paz”.

“Quien está abierto al amor, escucha este testimonio y lo acepta con fe, para entrar en el reino de Dios”, dijo.

Jesús “no tiene ninguna ambición política, sabe que el reino de Dios es de otro tipo, no se basa en las armas y la violencia”, y en esta perspectiva, “no quiere que se le defienda con las armas, sino que quiere cumplir la voluntad del Padre hasta el final y establecer su reino, no con las armas y la violencia, sino con la aparente debilidad del amor que da la vida”.

“El reino de Dios es un reino completamente distinto a los de la tierra”, subrayó.

Finalmente, el Papa se dirigió a los Cardenales, de modo especial a los seis que fueron creados ayer, con quienes concelebró la Eucaristía.

“A vosotros se os ha confiado esta ardua responsabilidad: dar testimonio del reino de Dios, de la verdad. Esto significa resaltar siempre la prioridad de Dios y su voluntad frente a los intereses del mundo y sus potencias”.

“Sed imitadores de Jesús, el cual, ante Pilato, en la situación humillante descrita en el Evangelio, manifestó su gloria: la de amar hasta el extremo, dando la propia vida por las personas que amaba. Ésta es la revelación del reino de Jesús. Y por esto, con un solo corazón y una misma alma, rezamos: ‘Adveniat regnum tuum’, 'Venga tu reino'”, concluyó.