Al presidir este mediodía (hora local) el rezo de la oración mariana del Ángelus, el Papa Benedicto XVI resaltó que el amor de Dios, el amor a los hermanos que brota de Él, es el verdadero remedio que cura todas las heridas humanas.
En su reflexión ante miles de fieles en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre se refirió al Evangelio de hoy en el que San Mateo propone las palabras del Señor Jesús: "vengan a mí todos los que están fatigados y sobrecargados, y yo les daré descanso. Tomen sobre ustedes mi yugo, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera".
El Papa dijo que esa mirada de Cristo se extiende hasta hoy y se posa sobre mucha gente oprimida por condiciones de vida difíciles, "pero también desprovista de puntos válidos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas que se encuentran en los países más pobres, probadas por la indigencia; y también en los países más ricos son muchos los hombres y las mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión".