La Iglesia trabaja incansablemente para que el odio no vuelva a reinar, dice el Papa

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En su visita al memorial del Holocausto "Yad Vashem" que recuerda a los seis millones de judíos que murieron en la Shoah, el Papa Benedicto XVI resaltó que "la Iglesia está comprometida a rezar y trabajar incansablemente para así asegurar que el odio nunca más vuelva a reinar en los corazones de los hombres".

En su emotivo discurso en este lugar en el que tuvo un encuentro con seis sobrevivientes del Holocausto, el Santo Padre explicó que la "Iglesia Católica, comprometida con las enseñanzas de Jesús y en su intento de imitar su amor por todos los pueblos, siente gran compasión por las víctimas que se recuerdan aquí. De modo similar, se hace cercana a quienes hoy son perseguidos en razón de su raza, color, condición de vida o religión, ya que sus sufrimientos son los de Ella, y suya también es la de esperanza de aquellos por justicia".

"Como Obispo de Roma y Sucesor del Apóstol Pedro, reafirmo, como mis predecores, que la Iglesia está comprometida a rezar y trabajar incansablemente para así asegurar que el odio nunca más vuelva a reinar en los corazones de los hombres".

El Papa Benedicto XVI señaló también que "he venido para estar en silencio ante este monumento, erigido para honrar la memoria de los millones de judíos asesinados en la horrible tragedia de la Shoah. Ellos perdieron sus vidas, pero nunca perderán sus nombres: estos están inscritos de manera indeleble en los corazones de sus seres queridos, en sus compañeros sobrevivientes que fueron prisioneros, y en todos aquellos determinados a nunca permitir tal atrocidad que desgracie nuevamente a la humanidad. Además, sus nombres están para siempre escritos en la memoria de Dios Todopoderoso".

"¡Que los nombres de estas víctimas nunca perezcan! ¡Que sus sufrimientos nunca sean negados, empequeñecidos u olvidados! ¡Que todos los pueblos de buena voluntad se mantengan vigilantes para sacar del corazón de los hombres cualquier cosa que pueda llevar a tragedias como ésta!"

Seguidamente Benedicto XVI aseguró que "mientras estamos aquí en silencio, su llanto todavía resuena en nuestros corazones. Es un llanto contra todo acto de injusticia y violencia. Es un reproche perpetuo contra el derramamiento de sangre inocente. Es el llanto de Abel que se levanta de la tierra al Todopoderoso".

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Finalmente el Papa agradeció a "Dios y a ustedes por la oportunidad de estar aquí en silencio: un silencio para recordar, un silencio para rezar, un silencio para la esperanza".

El Papa firmó luego el libro de honor del Memorial en el que se colocó la frase "Ni se ha acabado su ternura", tomada del libro de las Lamentaciones 3, 22.

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