En medio de cultura de muerte, familias numerosas son signo de esperanza

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El Obispo de Tarazona, Mons. Demetrio Fernández, señaló que en medio de una cultura de muerte que en España promueve el aborto y la manipulación genética, las familias numerosas abiertas a la vida son signo de esperanza para un nuevo y mejor futuro.

En su carta pastoral titulada "Más aborto, y aquí no pasa nada", el Prelado español advierte de la pérdida de la conciencia del mal en los españoles y cómo "las autoridades no apoyan ni una sola iniciativa social que quiera ayudar a las mujeres que quieren ser madres. Todas las facilidades para las que quieran abortar y matar a sus hijos en el seno materno. No hay igualdad de oportunidades. Los que matan tienen mejor cobertura que los que producen vida".

Tras mencionar algunas tendencias de la sociedad española en donde se alienta el libertinaje sexual y la fecundación in vitro, el Obispo indica que por "mucho bienestar que se nos predique, vamos aceleradamente hacia el desmoronamiento de esta sociedad. Lo que no produce vida, sino que produce muerte, contribuye a esa destrucción".

Ante esta situación, Mons. Fernández recuerda que la Iglesia está viva y tiene puesta su esperanza en el Señor.

"El futuro de una sociedad está en manos de las minorías creativas. Nadie puede hoy infundir más esperanza en nuestra sociedad que aquellas familias que se abren a la vida y forman una familia numerosa. De ellos es el futuro. ¿Y quiénes son capaces hoy de realizar esta proeza? Solamente aquellos que creen firmemente en Dios y en la vida eterna. Para uno que cree en la vida eterna, un hijo es copartícipe de esa vida que no termina, y, por eso, se ensancha la mesa para que vengan más hijos a sumarse a esa felicidad en la que cree", dijo el Obispo de Tarazona.

"Para uno que no cree en Dios ni en la vida eterna, un hijo más es un estorbo para la propia felicidad, es alguien que viene a restar bienestar. A lo sumo se 'fabrica' de diseño un hijo o dos para rellenar algunas tendencias insatisfechas. En el primer caso, el hijo es un don que desborda la capacidad de admiración humana, y trae la felicidad consigo. En este último caso, el hijo es un producto humano, se convierte en un objeto peligroso, que hay que evitar a toda costa", prosiguió.

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Luego el Prelado explica que la diferencia de perspectivas está en el acercamiento o alejamiento de Dios: "una sociedad que se aleja de Dios, se vuelve contra el hombre se autoaniquila. Una sociedad con Dios, entiende y valora al hombre no como una amenaza, sino como a un hermano".

Como otro signo de esperanza, el Obispo finalmente señala las "parroquias, grupos, movimientos, comunidades, que viviendo al estilo evangélico producen vida abundante. Cuando todas esas luces se juntan, constituyen como un potente foco que nos hace entender todo de otra manera, como Dios lo ha hecho. Es precioso. Millones de jóvenes han descubierto ya esa luz. He ahí nuestra esperanza. Ellos cambiarán esta situación decrépita en una nueva primavera. Demos gracias a Dios".

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