Durante su primera Audiencia General del año 2007, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa Benedicto XVI advirtió sobre las nuevas formas, menos abiertas y más sutiles de rechazar a Dios que existen en el mundo, pese al testimonio del amor de Dios
Refiriéndose al tiempo de Navidad, el Pontífice recordó que “quien se detiene a meditar ante el Hijo de Dios que yace inerme en el pesebre no puede sino sentirse sorprendido por este evento humanamente increíble; no puede sino compartir el estupor y el humilde abandono de la Virgen María, que Dios eligió como Madre del Redentor precisamente por su humildad”.
El Santo Padre señaló que “en el niño de Belén, cada ser humano descubre que es amado por Dios de manera gratuita; en la luz de la Navidad se manifiesta a cada uno la infinita bondad de Dios. En Jesús, el Padre celestial ha inaugurado una nueva relación con nosotros; nos ha hecho “hijos en el mismo Hijo”.