“La exhortación de Benedicto XVI se dirige propiamente a la cultura occidental y a su abandono de la confianza en la razón que interroga a la realidad por el sentido último de la existencia humana. Cuando las culturas hablan de Dios, refieren la experiencia del hombre a su origen y destino. Buscan aquella dimensión esencial de la libertad que pone a las personas en el camino del pensar y del actuar conforme a la naturaleza racional de su espíritu. El cristianismo como religión del Dios-Logos, enseña el Papa, es una pasión por la realidad humana tal como es y como ha sido diseñada por el Creador. Y nos pone en camino hacia el cumplimiento de su significado”, concluyó.
Por su parte, Vial Larraín disertó sobre “Razón y Fe en Benedicto XVI” y explicó que “no fue una casualidad el encuentro originario de la fe con el pensamiento griego, cuya ruptura marca la deshelenización del cristianismo. No fue ese encuentro un azar, una casualidad, algo que pueda deshacerse y borrar a voluntad. Es algo real y vivo. Benedicto XVI concede así un peso decisivo a la realidad de la historia humana en su figura total”.
Según el académico, “la ruptura de la fe se gestó al interior de la cultura cristiana en el voluntarismo nominalista que hizo de Dios una voluntad infinita, en definitiva, escondida e inaccesible. Es cierto que las diferencias entre Dios y el hombre son infinitamente mayores que las semejanzas. Pero Dios no se hace más divino por el hecho de que lo alejemos de nosotros”.
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