Antes del rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI recordó la importancia y vigencia de cinco documentos firmados hace 40 años durante la séptima sesión del Concilio Vaticano II (1962-1965) e invitó a los fieles presentes a tener siempre vivo el espíritu de este gran acontecimiento eclesial.
El Santo Padre exhortó a “rezar junto con él para que la Virgen María ayude a todos los creyentes en Cristo a tener siempre vivo el espíritu del Concilio Vaticano II, para contribuir a instaurar en el mundo aquella fraternidad universal que responde a la voluntad de Dios sobre el hombre, creado a imagen de Dios”.
En sus palabras iniciales, el Pontífice se refirió a “cinco documentos que el Siervo de Dios Papa Pablo VI y los Padres conciliares firmaron. Ellos son: el Decreto Christus Domininus, sobre los obispos; el Decreto Perfectae caritatis, sobre la renovación de la vida religiosa; el Decreto Optatam totius, sobre la formación sacerdotal; la Declaración Gravissimum educationis, sobre la educación cristiana; y, finalmente, la Declaración Nostra Aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas”.