Viernes 15 de noviembre

Evangelio según San Lucas, capítulo 17, versículos del 26 al 37

26 Y como fue en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre. 27 Comían, bebían, se casaban (los hombres), y eran dadas en matrimonio (las mujeres), hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el cataclismo y los hizo perecer a todos. 28 Asimismo, como fue en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29 mas el día en que Lot salió de Sodoma, cayó de cielo una lluvia de fuego y de azufre, y los hizo perecer a todos. 30 Conforme a estas cosas será en el día en que el Hijo del hombre sea revelado. 31 En aquel día, quien se encuentre sobre la azotea, y tenga sus cosas dentro de su casa, no baje a recogerlas; e igualmente, quien se encuentre en el campo, no se vuelva por las que dejó atrás. 32 Acordaos de la mujer de Lot. 33 El que procurare conservar su vida, la perderá; y el que la pierda, la hallará. 34 Yo os digo, que en aquella noche, dos hombres estarán reclinados a una misma mesa: el uno será tomado, el otro dejado; 35 dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, la otra dejada. 36öEstarán dos en el campo; el uno será tomado, el otro dejado". 37 Entonces le preguntaron: ¿Dónde, Señor?". Les respondió: "Allí donde está el cadáver, allí se juntarán los buitres".

Comentario

26. Véase Gén. 7, 7; S. Mateo 24, 37.

29. Véase Gén. 19, 15 - 24.

32. Estas palabras nos muestran que si la mujer de Lot (Gén. 19, 26) se convirtió en estatua (el hebreo dice columna) de sal, no fue por causa de curiosidad sino de su apego a la ciudad maldita. En vez de mirar contenta hacia el nuevo destino que la bondad de Dios le deparaba y agradecer gozosa el privilegio de huir de Sodoma castigada por sus iniquidades, volvió a ella los ojos con añoranza, mostrando la verdad de la palabra de Jesús. "Donde está tu tesoro, allí está tu corazón" (Mat. 6, 21). La mujer deseaba a Sodoma, y Dios le dio lo que deseaba, convirtiéndola en un pedazo de la misma ciudad que se había vuelto un mar de sal: el Mar Muerto. Con el mismo criterio dice Jesús de los que buscan el aplauso: "Ya tuvieron su paga" (Mat. 6, 2, 5 y 16). Y al rico epulón: "Ya tuviste tus bienes" (16, 25). Es decir, tuvieron lo que deseaban y no desearon otra cosa; luego no tienen otra cosa que esperar, pues Dios da a los que desean, a los hambrientos, según dice María, en tanto que a los hartos deja vacíos (1, 53; cf. S. 80, 11 y nota).

33. Véase 9, 24; Mat. 10, 39; Marc. 8, 35; Juan 12, 25; Mat. 24, 40 s.; I Tes. 4, 15.

36. Este versículo falta en los mejores códices.

37. Cuerpo y cadáver son dos voces parecidas en griego. Ambas se encuentran en las variantes. Véase Mat. 24, 28, donde el Señor aplica esta expresión a la rapidez y al carácter visible de su segunda venida. Cf. v. 24 y nota: "Porque, como el relámpago, fulgurando desde una parte del cielo, resplandece hasta la otra, así será el Hijo del hombre, en su día".
Ahora Jesús habla con los discípulos y alude a su segunda venida, que será bien notoria como el relámpago (Mat. 24, 23; Marc. 13, 21; Apoc. 1, 7). Antes de este acontecimiento se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en tiempos de Noé y de Lot (Gén. 7, 7; 19, 25; II Pedr. 3, 3 ss.). No cabe duda de que nuestros tiempos se parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor.


Estos comentarios corresponden a la versión electrónica de la Biblia y Comentario de Mons. Juan Straubinger, cortesía de VE Multimedios