El Cardenal Tarcisio Bertone y la evidencia científica que corrobora la relación entre homosexualidad y pedofilia

(Publicado en el Diario de Chile el 16 de abril de 2010)

Por José María Amenós Vidal, psicólogo español, dedicado desde 1984 a la docencia e investigación en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad Central de Barcelona (España), y es Director de Seminarios en los Departamentos de Psicología General y Social de la Facultad de Psicología de la misma.

El reconocido médico y psiquiatra español, el profesor y doctor Aquilino Polaino, se reafirmó con autoridad en la materia en el tratamiento de la homosexualidad como una patología mental, que debe ser intervenida en el ámbito de la consulta psiquiátrica y según sea el enfoque paradigmático del terapeuta en consonancia con un modelo ya propuesto para la ciencia psicológica por Gerard J. M. van den Aardweg, catedrático y psicólogo holandés, que hace años descifró las claves de esta enfermedad y su intervención.

El modelo análogo para la ciencia psicológica del programa Aardweg, se muestra en clara oposición y confrontación con la primera y segunda escuela vienesa del psicoanálisis de Sigmund Freud y Alfred Adler, porque los psicoanalistas ortodoxos y heterodoxos han defendido sin base científica que la homosexualidad se debe a factores hereditarios, cuando de esta hipótesis que ha sido del todo descartada en la actualidad por su incongruencia con los resultados de las investigaciones científicas, se concluye que efectivamente el medio social es su principal desencadenante.

Desde este punto de vista, las recientes afirmaciones del Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Tarcisio Bertone, en su reciente viaje a Chile, corroboran la evidencia científica que deriva de estudios estadísticos y correlacionales entre homosexualidad y pedofilia, cuestión investigada mediante modelos homólogos por el campo de la etología de los primates, en un estudio que fue presentado precisamente y con este propósito en el Primer Congreso Nacional de Etología y Psicología Comparada organizado por la Universidad de Chile (16-18 octubre 2008) y que exponía entre otras, dichas conclusiones.

No obstante, debemos aclarar que estos trabajos son contrarios al psicoanálisis desde el enfoque del conductismo, y opuestos al darwinismo social y al evolucionismo, porque se basan en la teoría ambientalista de Jean Baptiste Lamarck (padre de la biología), y del único modo posible, a través del método científico y los postulados de la etología clásica de Konrad Lorenz o moderna de Niko Tinbergen, es decir, mediante el uso de estudios de campo, y no experimentales o de laboratorio, con el fin de combatir tanto los errores del psicoanálisis con respecto a la homosexualidad, porque no es resultado de la herencia genética, y del evolucionismo en relación con la pedofilia, porque no es independiente del entorno sino que aparece de forma correlativa o simultánea como trastorno de conducta en un ambiente hostil.

En 1984 ya se estableció dicha interrelación, cuando de los estudios etológicos y espaciales con significación social, sobre el ‘grooming" o espulgamiento, realizados por J. M. Amenós & J.J. Tharrats bajo la dirección del eminente primatólogo, el profesor y doctor Jorge Sabater, descubridor del gorila albino en la selva ecuatorial, y director de dicha investigación llevada a cabo en una comunidad de babuinos sagrados (hamadryas y anubis) en situación de hacinamiento y cautiverio, se derivaron las hipótesis mencionadas y su contrastación empírica.

Por esta razón, no es una afirmación gratuita decir que homosexualidad y pedofilia son anomalías de conducta que aparecen en estructuras piramidales cerradas de especies cautivas y hacinadas, y por desencadenantes ambientales a causa de altos niveles de conductas agonísticas y anagonísticas que alteran sus patrones epigástricos. Asimismo, tiene fundamento afirmar que el principal desencadenador es la adversidad del entorno, por "overcrowding" o aglomeración junto a la privación de libertad, es decir, la reducción de "home range" o hábitat, con la modificación de la territorialidad o espacio vital de supervivencia.

En definitiva, las observaciones de conducta destacan el don del oportunismo y la ruptura del orden jerárquico, que en cautividad provocan que no se respete a los sujetos dominantes, depositarios de un harén y con preferencia por las fuentes de alimentación, ocasionando en su pugna un aumento de agresiones, o evitaciones a la lucha en individuos no dominantes junto al incremento en general de conductas de desplazamiento. De este modo, se hacen patentes comportamientos anómalos a causa de conflictos agonísticos y anagonísticos, dando lugar a conductas de tipo epigástrico entre machos jóvenes y sus crías, que no se producirían en estado de libertad o en su entorno natural porque no se verían alterados los factores reguladores de su medio ambiente.