San Bernardo, Abad, Doctor de la Iglesia (Memoria)

agosto 20, 2014

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Ezequiel 34:1-11

    1Me fue dirigida la palabra del Señor, diciendo:
    2—Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza y di a los pastores: «Esto dice el Señor Dios: “¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos: ¿no son los rebaños lo que deben apacentar los pastores?
    3Os alimentáis de su leche, os cubrís con su lana y matáis las reses más cebadas, pero no apacentáis el rebaño.
    4No habéis robustecido a las débiles ni sanado a las enfermas. No habéis vendado a la herida ni habéis recogido a la descarriada. No habéis buscado a la que se había perdido. Al contrario, las habéis guiado con crueldad y violencia.
    5Por falta de pastor fueron dispersadas mis ovejas, y se han convertido en alimento de todas las bestias del campo. Han sido dispersadas.
    6Iban errantes mis ovejas por todos los montes, por toda colina elevada. Mis rebaños estaban dispersos por toda la superficie de la tierra y no había quien los buscara, ni se cuidara de ellos”».
    7»Por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor:
    8«Por mi vida, oráculo del Señor Dios: Porque mi rebaño ha sido convertido en objeto de robo y mis ovejas en alimento de todas las bestias del campo por falta de pastor; porque mis pastores no buscaban mi rebaño, sino que se apacentaban a sí mismos y no apacentaban mi rebaño,
    9por eso, pastores, escuchad la palabra del Señor.
    10Esto dice el Señor Dios: “Estoy contra los pastores: reclamaré mi rebaño de su mano y les impediré pastorear a mis ovejas para que los pastores no vuelvan a apacentarse a sí mismos. Libraré mi rebaño de su boca y nunca más les servirá de alimento”».
    11»Porque esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo apacentaré.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 23:1-6

    1Salmo. De David.
    El Señor es mi pastor, nada me falta.
    2En verdes prados me hace reposar;
    hacia aguas tranquilas me guía;
    3reconforta mi alma,
    me conduce por sendas rectas por honor de su Nombre.
    4Aunque camine por valles oscuros,
    no temo ningún mal, porque Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
    5Preparas una mesa para mí
    frente a mis adversarios. Unges con óleo mi cabeza, mi copa rebosa.
    6Tu bondad y misericordia me acompañan
    todos los días de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por dilatados días. 

  • Evangelio

    Mateo 20:1-16

    1»El Reino de los Cielos es como un hombre, dueño de una propiedad, que salió al amanecer a contratar obreros para su viña.
    2Después de haber convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
    3Salió también hacia la hora tercia y vio a otros que estaban en la plaza parados,
    4y les dijo: «Id también vosotros a mi viña y os daré lo que sea justo».
    5Ellos marcharon. De nuevo salió hacia la hora sexta y de nona e hizo lo mismo.
    6Hacia la hora undécima volvió a salir y todavía encontró a otros parados, y les dijo: «¿Cómo es que estáis aquí todo el día ociosos?»
    7Le contestaron: «Porque nadie nos ha contratado». Les dijo: «Id también vosotros a mi viña».
    8A la caída de la tarde le dijo el amo de la viña a su administrador: «Llama a los obreros y dales el jornal, empezando por los últimos hasta llegar a los primeros».
    9Vinieron los de la hora undécima y percibieron un denario cada uno.
    10Y cuando llegaron los primeros pensaron que cobrarían más, pero también ellos recibieron un denario cada uno.
    11Al recibirlo, se pusieron a murmurar contra el dueño:
    12«A estos últimos que han trabajado sólo una hora los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado el peso del día y del calor».
    13Él le respondió a uno de ellos: «Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿acaso no conviniste conmigo en un denario?
    14Toma lo tuyo y vete; quiero dar a este último lo mismo que a ti.
    15¿No puedo yo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno?»
    16Así los últimos serán primeros y los primeros últimos.

  • Primera Lectura

    Eclesiástico 15:1-6

    1Así actuará el que teme al Señor;
    y quien se aferra a la Ley alcanzará la sabiduría.
    2Ella le saldrá al encuentro como una madre respetable,
    le recibirá como una esposa virgen.
    3Le alimentará con el pan de vida y de inteligencia,
    y le dará a beber el agua de la sabiduría. Se apoyará en ella y no vacilará,
    4confiará en ella y no quedará avergonzado.
    Ella le encumbrará por encima de sus prójimos,
    5y en medio de la asamblea le hará abrir su boca,
    le llenará de espíritu de sabiduría y de inteligencia y le cubrirá de un manto de gloria.
    6Le colmará de alegría y de corona de gozo,
    y heredará un renombre eterno.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:9-14

    9(Bet) ¿Cómo podrá un joven mantener limpio su sendero?
    Guardando tus palabras.
    10Con todo el corazón te busco;
    no permitas que me desvíe de tus mandamientos.
    11En mi corazón he guardado tus palabras
    para no pecar contra ti.
    12Bendito eres, Señor,
    enséñame tus preceptos.
    13Con mis labios proclamo
    todas las normas de tu boca.
    14En el camino de tus preceptos me deleito
    más que en todas las riquezas.

  • Evangelio

    Juan 17:20-26

    20»No ruego sólo por éstos, sino por los que van a creer en mí por su palabra:
    21que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado.
    22Yo les he dado la gloria que Tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno.
    23Yo en ellos y Tú en mí, para que sean consumados en la unidad, y conozca el mundo que Tú me has enviado y los has amado como me amaste a mí.
    24Padre, quiero que donde yo estoy también estén conmigo los que Tú me has confiado, para que vean mi gloria, la que me has dado porque me amaste antes de la creación del mundo.
    25Padre justo, el mundo no te conoció; pero yo te conocí, y éstos han conocido que Tú me enviaste.
    26Les he dado a conocer tu nombre y lo daré a conocer, para que el amor con que Tú me amaste esté en ellos y yo en ellos.