San Gregorio Magno, Papa, Doctor de la Iglesia (Memoria)

septiembre 3, 2013

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    1 Tesalonicenses 5:1-6, 9-11

    1Sobre el tiempo y el momento, hermanos, no necesitáis que os escriba,
    2porque vosotros mismos sabéis muy bien que el día del Señor vendrá como un ladrón en la noche.
    3Así pues, cuando clamen: «Paz y seguridad», entonces, de repente, se precipitará sobre ellos la ruina —como los dolores de parto de la que está encinta—, sin que puedan escapar.
    4Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, de modo que ese día os sorprenda como un ladrón;
    5pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas.
    6Por tanto, no durmamos como los demás, sino estemos en vela y mantengámonos sobrios.
    9Porque Dios no nos ha destinado a la ira, sino a alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,
    10que murió por nosotros, para que, tanto si velamos como si dormimos, vivamos juntos con él.
    11Por eso, animaos mutuamente y edificaos unos a otros, como ya lo hacéis.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 27:1, 4, 13-14

    1De David.
    El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré? El Señor es el refugio de mi vida: ¿de quién tendré miedo?
    4Una cosa pido al Señor,
    ésta sólo busco: habitar en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de las delicias del Señor y contemplar su Templo.
    13Seguro estoy de ver la bondad del Señor
    en la tierra de los vivos.
    14Espera en el Señor, sé recio,
    que se reanime tu corazón. ¡Espera en el Señor! 

  • Evangelio

    Lucas 4:31-37

    31Bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y el sábado se puso a enseñarles.
    32Y se quedaron admirados de su enseñanza, porque su palabra iba acompañada de potestad.
    33Se encontraba en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio impuro, que gritó con gran voz:
    34—¡Déjanos!, ¿qué tenemos que ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? ¡Sé quién eres: el Santo de Dios!
    35Y Jesús le conminó:
    —¡Cállate, y sal de él! Entonces el demonio, arrojándolo al suelo, allí en medio, salió de él, sin hacerle daño alguno.
    36Y todos se llenaron de estupor y se decían unos a otros:
    —¿Qué palabra es ésta, que con potestad y fuerza manda a los espíritus impuros y salen?
    37Y se divulgaba su fama por todos los lugares de la región.

  • Primera Lectura

    2 Corintios 4:1-2, 5-7

    1Por eso, teniendo este ministerio por la misericordia que se nos hizo, no desfallecemos.
    2Antes bien, nos abstuvimos de los disimulos vergonzosos, no procediendo con astucia ni falsificando la palabra de Dios, sino recomendándonos a nosotros mismos ante toda conciencia humana por la manifestación de la verdad delante de Dios.
    5Pues no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
    6Porque el mismo Dios que mandó: «Del seno de las tinieblas brille la luz», hizo brillar la luz en nuestros corazones, para que irradien el conocimiento de la gloria de Dios que está en el rostro de Cristo.
    7Pero llevamos este tesoro en vasos de barro, para que se reconozca que la sobreabundancia del poder es de Dios y que no proviene de nosotros:

  • Salmo Responsorial

    Salmo 96:1-3, 7-8, 10

    1Cantad al Señor un cántico nuevo,
    cantad al Señor, la tierra entera.
    2Cantad al Señor, bendecid su Nombre,
    anunciad, día tras día, su salvación.
    3Proclamad su gloria a las naciones,
    sus maravillas a todos los pueblos.
    7Rendid al Señor, familias de los pueblos,
    rendid al Señor gloria y poder.
    8Rendid al Señor la gloria de su Nombre.
    Llevad ofrendas, entrad en sus atrios.
    10Decid a las naciones: «El Señor reina.
    Él afianza el orbe, y no vacilará. Él juzga a los pueblos con rectitud».

  • Evangelio

    Lucas 22:24-30

    24Entonces se suscitó entre ellos una disputa sobre quién sería considerado el mayor.
    25Pero él les dijo:
    —Los reyes de las naciones las dominan, y los que tienen potestad sobre ellas son llamados bienhechores.
    26Vosotros no seáis así; al contrario: que el mayor entre vosotros se haga como el menor, y el que manda como el que sirve.
    27Porque ¿quién es mayor: el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Sin embargo, yo estoy en medio de vosotros como quien sirve.
    28»Vosotros sois los que habéis permanecido junto a mí en mis tribulaciones.
    29Por eso yo os preparo un Reino como mi Padre me lo preparó a mí,
    30para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino, y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.