San Juan Fisher, Obispo, Mártir y Santo Tomás More, Mártir (Memoria Libre)

junio 22, 2012

Color: Rojo

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    2 Reyes 11:1-4, 9-18, 20

    1Atalía, madre de Ocozías, al ver que su hijo había muerto, se dispuso a exterminar a toda la descendencia real.
    2Pero Yehoseba, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías, y lo sustrajo, junto con su nodriza, de entre los hijos del rey a los que iban a dar muerte, llevándolo a la sala de las camas. Así fue ocultado a los ojos de Atalía, y no lo mataron.
    3Estuvo seis años escondido con ella en el Templo del Señor, mientras Atalía reinaba en el país.
    4Al séptimo año, Yehoyadá envió a buscar a los jefes de cien de los carios y de las guardias, les mandó venir junto a él al Templo del Señor e hizo un pacto con ellos tomándoles juramento en el Templo del Señor. Después les mostró al hijo del rey,
    9Los jefes de cien actuaron tal como ordenó el sacerdote Yehoyadá. Cada uno se llevó a sus hombres, los que entraban y salían de servicio el sábado, y vinieron adonde estaba el sacerdote Yehoyadá.
    10El sacerdote entregó a los jefes de cien las lanzas y los escudos del rey David que estaban en el Templo del Señor.
    11Después, empuñando cada uno sus armas, se colocaron las guardias desde el extremo derecho del Templo hasta el extremo izquierdo, frente al altar y frente al Templo, rodeando al rey.
    12Entonces el sacerdote hizo salir al hijo del rey y le puso la corona y el testimonio; le proclamaron rey y le ungieron. Luego aplaudieron y gritaron:
    —¡Viva el rey!
    13Cuando Atalía oyó las voces de la guardia y del pueblo, se acercó a la gente que estaba en el Templo del Señor,
    14y vio al rey de pie sobre el estrado, como era costumbre, y, junto a él, a los jefes y a las trompetas, y a todo el pueblo llano entusiasmado, que hacía sonar las trompetas. Atalía se rasgó las vestiduras y gritó:
    —¡Traición, traición!
    15Entonces el sacerdote Yehoyadá ordenó a los jefes de cien que controlaban el ejército:
    —Sacadla de entre las filas y, el que vaya tras ella, que muera a espada. Pues dijo el sacerdote: —Que no muera en el Templo del Señor.
    16Le echaron mano y cuando era conducida por el camino de la entrada de los caballos al palacio real, allí le dieron muerte.
    17Yehoyadá estableció una alianza entre el Señor, el rey y el pueblo, para que fuera pueblo del Señor, y entre el rey y el pueblo.
    18Después todo el pueblo llano entró –en el templo de Baal y lo destruyó. Hicieron completamente pedazos el altar y las imágenes, y mataron a Matán, sacerdote de Baal, delante de los altares. A continuación el sacerdote Yehoyadá puso guardianes ante el Templo del Señor.
    20Todo el pueblo llano se alegró y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado a espada en el palacio real.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 132:11-14, 17-18

    11El Señor juró a David
    una promesa firme de la que no se retractará: «Un fruto de tus entrañas pondré sobre tu trono.
    12Si tus hijos guardasen mi alianza,
    y los preceptos que les enseñe, también sus hijos, para siempre, se sentarán sobre tu trono».
    13Porque el Señor ha elegido a Sión,
    la ha preferido como su morada:
    14«Éste es el lugar de mi reposo para siempre;
    aquí habitaré porque la prefiero».
    17Allí haré germinar el vigor de David,
    prepararé una lámpara para mi Ungido.
    18A sus enemigos cubriré de vergüenza,
    pero sobre él brillará la corona. 

  • Evangelio

    Mateo 6:19-23

    19»No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los corroen y donde los ladrones socavan y los roban.
    20Amontonad en cambio tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre corroen, y donde los ladrones no socavan ni roban.
    21Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón.
    22»La lámpara del cuerpo es el ojo. Por eso, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado.
    23Pero si tu ojo es malicioso, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué grande será la oscuridad!

  • Primera Lectura

    1 Pedro 4:12-19

    12Queridísimos: no os extrañéis —como si fuera algo insólito— del incendio que ha prendido entre vosotros para probaros;
    13sino alegraos, porque así como participáis en los padecimientos de Cristo, así también os llenaréis de gozo en la revelación de su gloria.
    14Bienaventurados si os insultan por el nombre de Cristo, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
    15Que ninguno de vosotros tenga que sufrir por ser homicida, ladrón, malhechor o entrometido en lo ajeno;
    16pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que glorifique a Dios por llevar este nombre.
    17Porque ha llegado el momento de que el juicio comience por la casa de Dios; y, si empieza por nosotros, ¿cuál será el fin de los que no creen en el Evangelio de Dios?
    18Pues si el justo a duras penas se salva,
    el impío y el pecador, ¿dónde irán a parar?
    19Por tanto, incluso los que tengan que sufrir de acuerdo con la voluntad de Dios, que encomienden sus almas al Creador, que es fiel, mediante la práctica del bien.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 126:1-6

    1Canto de las subidas.
    Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar.
    2Se nos llenaba de risas la boca,
    la lengua, de cantares de alegría. Entonces se decía entre las naciones: «El Señor ha hecho con ellos cosas grandes».
    3El Señor ha hecho con nosotros cosas grandes:
    estamos llenos de alegría.
    4Haz volver, Señor, a nuestros cautivos
    como los torrentes del Négueb.
    5Los que siembran con lágrimas
    cosechan entre cantares de alegría.
    6Al marchar iban llorando,
    llevando las semillas. Al volver vienen cantando, trayendo sus gavillas. 

  • Evangelio

    Mateo 10:34-39

    34»No penséis que he venido a traer la paz a la tierra. No he venido a traer la paz sino la espada.
    35Porque he venido a enfrentar
    al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra.
    36Y los enemigos del hombre
    serán los de su misma casa.
    37»Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
    38Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
    39Quien encuentre su vida, la perderá; pero quien pierda por mí su vida, la encontrará.