San Alfonso Ligorio, Obispo, Doctor de la Iglesia (Memoria)

agosto 1, 2012

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Jeremías 15:10, 16-21

    10¡Ay de mí, madre mía que me diste a luz,
    que soy hombre de discordia, hombre de querella con todo el mundo! Ni he prestado, ni me han prestado, pero todos me maldicen.
    16Cuando me encontraba tus palabras,
    las devoraba. Tus palabras eran un gozo para mí, las delicias de mi corazón, porque yo llevo tu Nombre, Señor, Dios de los ejércitos.
    17No me senté en el corro de los que se divierten
    para estar alegre; por Ti me senté solitario, porque me habías colmado de enojo.
    18¿Por qué mi pena ha de ser perpetua,
    y mi llaga, incurable, no se deja curar? ¿Vas a ser para mí como espejismo de aguas, que no son de verdad?
    19Entonces, esto dijo el Señor:
    «Si te vuelves a Mí, Yo me volveré a ti, y permanecerás en mi presencia. Y si separas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Ellos se volverán a ti, pero tú no te volverás a ellos.
    20Y te constituiré para este pueblo
    en muralla de bronce inexpugnable. Pelearán contra ti, pero no te podrán, porque Yo estaré contigo para salvarte y librarte —oráculo del Señor—.
    21Yo te libraré de la mano de los malvados,
    y te redimiré de la garra de los violentos».

  • Salmo Responsorial

    Salmo 59:2-4, 10-11, 17-18

    2Líbrame de mis enemigos, Dios mío,
    protégeme de los que se alzan contra mí.
    3Líbrame de los que obran la iniquidad,
    sálvame de los hombres sanguinarios.
    4Mira que acechan mi alma,
    que conspiran contra mí los poderosos, sin delito ni pecado en mí, Señor;
    10a Ti, mi fortaleza, miraré,
    porque Dios es mi alcázar,
    11Dios mío, que tu misericordia me preceda,
    que Dios me haga mirar por encima a mis adversarios.
    17Pero yo cantaré tu poder,
    por la mañana aclamaré gozoso tu misericordia, porque has sido mi alcázar, el refugio en el día de mi angustia.
    18A Ti, mi fortaleza, entonaré salmos,
    porque Dios es mi alcázar, el Dios de la misericordia. 

  • Evangelio

    Mateo 13:44-46

    44»El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, en su alegría, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo.
    45»Asimismo el Reino de los Cielos es como un comerciante que busca perlas finas
    46y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra.

  • Primera Lectura

    Romanos 8:1-4

    1Así pues, no hay ya ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús.
    2Porque la ley del Espíritu de la vida que está en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.
    3Pues lo que era imposible para la Ley, al estar debilitada a causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en una carne semejante a la carne pecadora; y por causa del pecado, condenó al pecado en la carne,
    4para que la justicia de la Ley se cumpliese en nosotros, que no caminamos según la carne sino según el Espíritu.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 119:9-14

    9(Bet) ¿Cómo podrá un joven mantener limpio su sendero?
    Guardando tus palabras.
    10Con todo el corazón te busco;
    no permitas que me desvíe de tus mandamientos.
    11En mi corazón he guardado tus palabras
    para no pecar contra ti.
    12Bendito eres, Señor,
    enséñame tus preceptos.
    13Con mis labios proclamo
    todas las normas de tu boca.
    14En el camino de tus preceptos me deleito
    más que en todas las riquezas.

  • Evangelio

    Mateo 5:13-19

    13»Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué se salará? No vale más que para tirarla fuera y que la pisotee la gente.
    14»Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en lo alto de un monte;
    15ni se enciende una luz para ponerla debajo de un celemín, sino sobre un candelero para que alumbre a todos los de la casa.
    16Alumbre así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.
    17»No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud.
    18En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla.
    19Así, el que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.