San Nicolás, Obispo (Memoria Libre)

diciembre 6, 2011

Color: Blanco

Lecturas diarias:

  • Primera Lectura

    Isaías 40:1-11

    1Consolad, consolad a mi pueblo, —dice vuestro Dios—.
    2Hablad al corazón de Jerusalén
    y gritadle que se ha cumplido su servidumbre, y ha sido expiada su culpa; que ha recibido de la mano del Señor el doble por todos sus pecados.
    3Una voz grita: «En el desierto preparad el camino del Señor,
    en la estepa haced una calzada recta para nuestro Dios.
    4Todo valle será rellenado,
    y todo monte y colina allanados; lo torcido será recto, y lo escarpado, llano.
    5Entonces se revelará la gloria del Señor,
    y toda carne a una la verá, pues ha hablado la boca del Señor».
    6Una voz dice: «¡Grita!».
    Yo dije: «¿Qué voy a gritar?». Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor silvestre.
    7Se agosta la hierba, se marchita la flor
    cuando el viento del Señor sopla sobre ellas. En verdad, el pueblo es hierba.
    8Se agosta la hierba y se marchita la flor,
    pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre.
    9Súbete a un monte bien alto,
    tú, la que traes buenas noticias a Sión; alza con fuerza tu voz, la que traes buenas noticias a Jerusalén; grita sin temor. Di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios».
    10Mirad, el Señor Dios viene con poder,
    y su brazo le somete todo. Mirad que trae su recompensa, y su premio va por delante.
    11Apacienta su rebaño como un pastor,
    lo congrega con su brazo, lleva los corderillos en su regazo, y conduce con cuidado a las que están criando.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 96:1-3, 10-13

    1Cantad al Señor un cántico nuevo,
    cantad al Señor, la tierra entera.
    2Cantad al Señor, bendecid su Nombre,
    anunciad, día tras día, su salvación.
    3Proclamad su gloria a las naciones,
    sus maravillas a todos los pueblos.
    10Decid a las naciones: «El Señor reina.
    Él afianza el orbe, y no vacilará. Él juzga a los pueblos con rectitud».
    11Alégrense los cielos y exulte la tierra,
    brame el mar y cuanto lo llena;
    12que se gocen los campos y cuanto hay en ellos.
    Entonces exultarán todos los árboles del bosque
    13ante el Señor, que ya viene,
    que viene a juzgar la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con rectitud. 

  • Evangelio

    Mateo 18:12-14

    12»¿Qué os parece? Si a un hombre que tiene cien ovejas se le pierde una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en el monte y saldrá a buscar la que se le había perdido?
    13Y si llega a encontrarla, os aseguro que se alegrará más por ella que por las noventa y nueve que no se habían perdido.
    14Del mismo modo, no es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos que se pierda ni uno solo de estos pequeños.

  • Primera Lectura

    Isaías 6:1-8

    1El año de la muerte del rey Uzías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado. El vuelo de su manto llenaba el Templo.
    2Unos serafines se mantenían por encima de Él. Cada uno tenía seis alas: con dos se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies, y con dos volaban.
    3Clamaban entre sí diciendo:
    —¡Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos! ¡Llena está toda la tierra de su gloria!
    4Retemblaron los soportes de los dinteles por el estruendo del clamor, mientras el Templo se llenaba de humo.
    5Entonces me dije:
    —¡Ay de mí, estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los ejércitos!
    6Entonces voló hacia mí uno de los serafines portando una brasa que había tomado del altar con unas tenazas,
    7tocó mi boca y dijo:
    —Mira: esto ha tocado tus labios, tu culpa ha sido quitada, y tu pecado, perdonado.
    8Entonces oí la voz del Señor, que decía:
    —¿A quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte? Y respondí: —Aquí estoy. Envíame a mí.

  • Salmo Responsorial

    Salmo 40:2, 4, 7-11

    2Esperaba confiadamente en el Señor;
    Él se inclinó a mí y escuchó mi clamor.
    4Ha puesto en mi boca un cántico nuevo,
    una alabanza a nuestro Dios. Muchos, al verlo, temerán y esperarán en el Señor.
    7No quisiste sacrificio ni ofrenda,
    pero me abriste el oído. No pediste holocausto ni sacrificio de expiación;
    8entonces dije: «Aquí estoy
    —como está escrito acerca de mí en el Libro—
    9para hacer tu voluntad, Dios mío».
    Ése es mi querer, pues llevo tu Ley dentro de mí.
    10He anunciado la justicia en la gran asamblea;
    no he cerrado mis labios, Señor, Tú lo sabes bien.
    11No he escondido tu justicia dentro de mi corazón;
    he proclamado tu fidelidad y tu salvación, no he ocultado tu bondad y tu lealtad a la gran asamblea.

  • Evangelio

    Lucas 10:1-9

    1Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir.
    2Y les decía:
    —La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al señor de la mies que envíe obreros a su mies.
    3Id: mirad que yo os envío como corderos en medio de lobos.
    4No llevéis bolsa ni alforja ni sandalias, y no saludéis a nadie por el camino.
    5En la casa en que entréis decid primero: «Paz a esta casa».
    6Y si allí hubiera algún hijo de la paz, descansará sobre él vuestra paz; de lo contrario, retornará a vosotros.
    7Permaneced en la misma casa comiendo y bebiendo de lo que tengan, porque el que trabaja merece su salario. No vayáis de casa en casa.
    8Y en la ciudad donde entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
    9curad a los enfermos que haya en ella y decidles: «El Reino de Dios está cerca de vosotros».