Los deberes ¿obligaciones de padres o de hijos?

Encorvados bajo el peso de sus abultadas carteras, nuestros escolares llegan cada día a casa cargados con una buena dosis de tareas para hacer después de la merienda. Muchos padres se plantean entonces si deben o no ayudar a sus chavales en estas obligaciones escolares, mientras observan preocupados cómo aquellos se sientan horas y horas ante los cuadernos sin sacar provecho, o prefieren encender la televisión.

Desde siempre, los deberes han sido la pesadilla de los escolares, una especie de extensión de la escuela hasta su casa, una obligación. Sin embargo, la actitud de los padres puede ser mucho más diversa: algunos progenitores ayudan a sus hijos hasta el punto de hacerles directamente las tareas, mientras que otros se preocupan mucho menos y tan sólo preguntan muy de vez en cuando lo de "¿Hoy no traes tarea?", pensando que ese tema corresponde exclusivamente a la relación entre el colegio y su hijo.

Ni una cosa ni la otra. Los deberes son, efectivamente, una proyección del programa escolar, pero su objetivo no es otro que la educación integral del niño: ayudarle a aceptar libremente sus responsabilidades, a concebir la cultura como un objeto del que puede apropiarse para su propio provecho.

Los padres deben ser por tanto elementos activos en esa tarea, ayudando a su hijo a cumplir con sus deberes.

Ambiente de estudio

Es lógico que un niño vea los deberes como un engorro, pero se le puede ayudar para que se aplique en ellos y se sienta satisfecho por el esfuerzo. ¿Cómo?

La primera medida será disponer una habitación para que pueda concentrarse convenientemente. Su propio dormitorio servirá siempre que ningún hermano esté jugando a su lado.

No debe haber ruidos. Sería realmente cruel obligar a un niño a estudiar mientras escucha música de fondo, la televisión o una fiesta.

Dadle la merienda antes de que se siente a hacer los deberes. Los estómagos vacíos no son buenos amigos de los cuadernos.

No le dejéis abandonado. Es muy probable que requiera pronto alguna indicación o unas palabras de ánimo, y necesita que alguien esté disponible. No es bueno que se le atosigue, pero sí agradecerá alguna oportuna y aislada visita de vez en cuando para preguntarle cómo va.

Como ayudarle

Tan mal es desentenderse de los deberes de los hijos como agobiarles con constantes preguntas y castigos.

Si el niño no rinde y las horas pasan sin que vuelva la hoja, lo más probable es que le falte un buen estímulo o que esté desorientado sobre lo que tiene que hacer, y no que su coeficiente de inteligencia sea inferior al que le corresponde.

Algunos padres se desesperan ante estas situaciones, pero existen opciones más productivas. Para empezar, si un niño no rinde en sus horas de estudio, ¿no será porque no lee bien?, ¿o porque no entiende?, ¿sabe realmente qué es lo que le han pedido en el colegio que haga?...

Para coger el toro por los cuernos, nada más rápido y eficaz que sentarnos diez minutos con el chaval antes de que se enfrente a sus tareas, y preguntarle: ¿Qué le han puesto hoy como tarea? ¿sabe cómo hacerla? Satisfechas sus dudas, dejadle sólo y acudid diligentemente si os llama. Está cumpliendo sus deberes, así que no es justo que le obliguéis a esperar a que acabéis de coser un dobladillo.

Ritmo de trabajo

Para que el chaval no se quede pensando en las musarañas, será preciso forzar un poco su actividad, de modo que alcance un ritmo aceptable de trabajo.

Una fórmula para lograrlo son los topes, poner pequeñas metas dentro de los deberes de cada día, ya sea en una materia concreta o en alguna lección algo más complicada. Una vez que el chico tenga bien claro lo que debe hacer y cómo, se sentirá capaz de aceptar estos retos y de disfrutar superándolos día a día.

Otra ayuda fundamental y que os agradecerá mucho en el futuro es que le ayudéis a hacer esquemas de las lecciones. Esta tarea le permitirá ordenar los conocimientos en su memoria y asimilarlos con mayor facilidad.

Con interés

También es importante que tenga un horario fijo: merienda, un poco de charla, estudio y cena, que no le permita remolonear y dejar las cosas "para luego". El "después", cuando hay deberes, no existe.

Su horario debe estar integrado en el de la familia: mientras él trabaja, sus hermanos también estudian, y mamá hace sus cosas.

Pero, si es positivo que sea consciente de que hay un momento para cada cosa, también hay que hacerle entender que las tareas no se deben dejar a la mitad. Hay que acabarlas.

Una vez terminadas, no estará de más que prestéis atención a lo que ha estudiado, si se lo sabe bien, qué le ha gustado más, dónde ha encontrado las mayores dificultades y que reconozcáis su esfuerzo y sus pequeños éxitos. El se sentirá halagado y animado por vuestro interés hacia sus cosas, y tendrá más motivos para acabar bien y a su hora las tareas.

Motivar, no atosigar

Como para cualquier otra cosa que queráis de vuestro hijo, el atosigarle es el pero camino para obtenerla. El triunfo será lograr que él desee lo mismo que vosotros.

Si es necesario, porque el niño se niega a abandonar su pereza, sus padres tendrá que mantener una seria conversación con él y explicarle claramente que el perjudicado por esta actitud es él mismo y que deberá pasar el verano estudiando porque se autoengaña.

Es inevitable que el chico vea sus deberes como una pesadez, pero sí podrá entender que, al igual que su padre ha de ir todos los días a trabajar, él también debe cumplir con su responsabilidad de escolar estudiando sus lecciones.

Los ejemplos

Del mismo modo, los padres han de tener buen cuidado en dar ejemplo ante sus hijos con su propio trabajo, los hermanos mayores son también en el área del estudio importantes modelos que los pequeños querrán emular.

Pero no sólo habrán de dar ejemplo. Los hermanos mayores tienen mucha más facilidad para entenderse con ellos gracias a la cercanía en edad, pero también porque sus conocimientos son más frescos, y pueden captar mejor las dificultades de cada asignatura.

Animándoles a ambos para que se pidan y ofrezcan ayuda mutuamente repercutirá positivamente en ellos y en toda la familia.

Para pensar

- No permitáis que el niño vea sus deberes como una pesada carga sin sentido. Hacedle ver que son su responsabilidad, y que su esfuerzo será provechoso.

- Poned pequeñas metas a vuestro hijo cada día, para ayudarle a que se esfuerce por superarse y él mismo se anime con sus pequeñas victorias.

- Procurad que el ambiente de la casa no enturbie nunca el estudio de vuestro hijo. Hay que respetar su trabajo.

- Procurad que los hermanos pequeños se esfuercen en no armar jaleo mientras el escolar hace sus deberes. Este se sentirá apoyado, y los demás aprenderán el hábito de respetar el trabajo de todos.

- No agobiéis al niño con la constante pregunta "¿Has hecho todos los deberes?" y cambiarla por otra bien distinta "¿Me enseñas lo que has hecho hoy"?

- Las comparaciones siempre son odiosas. Evitadlas entre hijos, primos o vecinos. Lo importante es que el niño sepa lo que debe hacer para lograr buenas notas.

- Hablad con los profesores de vuestro hijo para saber si se retrasa en alguna asignatura y haced hincapié en ella.

- Si el niño no rinde, averiguad si le falta motivación y si sabe realmente cuáles son sus tareas.

... Y actuar

Para animar al niño a que estudie y se sienta más seguro de sí mismo, invitadle a que vaya apuntando sus dudas a medida que estudia. Algunas podréis resolverlas en casa, pero las otras puede preguntarlas al profesor, de modo que sienta que colabora en las clases.

Por María Moll
Publicado en "Hacer Familia"