Tercer Día de la Novena a Santa Rita de Casia

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén

Acto de Contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío: porque sois la Infinita Bondad, os amo, Señor, más que a todas las cosas y más que a mí mismo. Me pesa entrañablemente de haberos ofendido; y por vuestro amor, y porque así lo queréis y me lo mandáis, perdono de todo corazón a todos mis enemigos, para que Vos, Señor, uséis conmigo de perdón y misericordia y olvidéis mis pasadas ofensas. Os ofrezco mi vida, mis obras y mis trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Concédeme la gracia de perseverar en vuestro amor y servicio hasta la muerte.
Amén.

Oración Inicial: Dios y Señor nuestro, que, disponiéndolo todo con admirable providencia, has puesto en tu Iglesia a los Santos para que fuesen un modelo constante de todas las virtudes, y que, llamándolos a tu seno, los has constituido nuestros protectores y abogados: escucha propicio los ruegos de tu sierva Santa Rita, que diste al mundo como ejemplar en los diferentes estados de la vida, y concédenos que todo cuanto nuestra debilidad no puede por sí obtener lo consigamos mediante su poderosa intercesión.
Amen.

Tercer Día:
¡Oh insigne Santa Rita, ejemplar acabado de virtudes cristianas, que, habiéndoseos arrebatado violentamente a vuestro marido cuando comenzabais a gustar los frutos de la conversión operada en su alma, merced a la labor constante de dieciocho años de indecibles sufrimientos, no sólo os resignasteis con tan terrible pérdida, sino que interpusisteis vuestro valimiento en favor de los asesinos, y lo que es más, recabasteis del cielo la muerte de vuestros hijos, temerosa de que con el tiempo vengasen la de su querido padre! Haced que con la misma generosidad perdonemos a nuestros enemigos, a fin de que el Señor nos perdone nuestras ofensas.
Amén.

Oración Final: Dulcísimo y dolorosísimo Jesús, para que todo tu Sacratísimo Cuerpo fuese herido y atormentado por mis culpas, quisiste que tu santísima Cabeza fuese coronada de espinas, y te dignaste regalar con una de ellas a tu escogida Santa Rita, marcándola con esta señal y señalándola en la frente por Esposa tuya: concédeme, Señor, su intercesión; y por la sangre que, sirviendo de instrumentos las espinas, manó de tu delicadísima Cabeza y corrió por tu bellísimo Rostro, haz que, regándose con ella mi alma, se limpie y purifique de las espinas de tantos pecados como mortalmente la han herido, y así regada y purificada lleve copiosos frutos de buenas obras, señalándolos con la final perseverancia, a la que tienes prometida la vida eterna, en donde te goce y alabe con tu coronada Esposa, mi protectora y abogada, y con todos los coros de Santos y Ángeles que te alaban y bendicen en la gloria por toda la eternidad.
Amén.

Antífona:
Te saludo, Rita, Esposa que entre espinas de dolor naciste, vaso y aun Rosa de Cristo, divino amor.
V. Señalaste, Señor, a tu sierva Rita.
R. Con el sello de tu caridad y Pasión.

Señor, Dios nuestro, que concedisteis a Santa Rita la gracia de llevar en su frente la señal de vuestra Pasión y en su corazón la caridad ardentísima del vuestro: otórganos por su intercesión y méritos que amemos a nuestros prójimos, aunque sean enemigos, con perfecta caridad, y contemplemos perpetuamente en la espina de la compunción los dolores intensísimos de vuestra Pasión. Que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.