Sobre la muerte física de Jesucristo

por William Edwards ; Wesley Gabel ; Floyd Hosmer - (traducción : Luis Simpson)

Jesús de Nazaret pasó por el juicio judío y el romano, fue azotado y sentenciado a muerte por crucifixión. La flagelación produjo laceraciones en forma de rayas y considerable pérdida de sangre, y probablemente contribuyó al shock hipovolémico, como se evidencia por el hecho de que Jesús estaba demasiado débil para cargar la cruz (patíbulum) hasta el Gólgota. En el lugar de la crucifixión, sus muñecas fueron clavadas al patíbulum, y, luego que el patíbulum fuera alzado hasta el poste (estípite), sus pies fueron clavados al estípite.

El mayor efecto patológico de la crucifixión era la interferencia con la respiración. Así la muerte resultaba básicamente de shock hipo-volémico y asfixia. La muerte de Jesús fue asegurada por una punzada de lanza en su costado. La interpretación médica moderna del evento histórico indica que Jesús estaba muerto cuando fue bajado de la cruz.

(JAMA 1986; 255; 1455-1463)


La vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret han formado la base para una de las principales religiones mundiales (el cristianismo), han influido apreciablemente en el curso de la historia de la humanidad, y, en virtud de una actitud compasiva hacia los enfermos, también han contribuido al desarrollo de la medicina moderna. La eminencia de Jesús como figura histórica así como el sufrimiento y la controversia asociados con su muerte, nos han estimulado a investigar, de manera interdisciplinaria, las circunstancias que rodearon su crucifixión. En este tenor, es nuestra intención presentar, no un tratado teológico, sino más bien un recuento médico e histórico preciso de la muerte física de Jesús.

FUENTES

El material de referencia relativo a la muerte de Cristo se compone de un cuerpo de literatura y no de un cuerpo físico o sus restos. En este tenor, la credibilidad de cualquier discusión sobre la muerte de Jesús será determinada básicamente por la credibilidad de las fuentes. Para este repaso, el material de referencia incluye los escritos de antiguos cristianos así como autores no cristianos, los escritos de autores modernos y el Sudario de Turín. Utilizando el método histórico-legal de investigación científica, los eruditos han establecido la confiabilidad y precisión de los manuscritos antiguos.

Las descripciones más extensas y detalladas de la vida y muerte de Jesús han de ser encontradas en los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los otros 23 libros del Nuevo Testamento soportan pero no amplían los detallados registros de los evangelios. Algunos autores contemporáneos cristianos, judíos y romanos proveen información adicional sobre los sistemas legales judíos y romanos del Ier siglo así como detalles sobre flagelación y crucifixión. Seneca, Livy, Plutarco y otros se refieren a las prácticas de la crucifixión en sus trabajos. Jesús es mencionado por los historiadores romanos Cornelius Tacitus, Plinio el Menor y Suetonio, por los historiadores no romanos Thallus y Phlegon, por el sátiro Luciano de Samosata, por el Talmud judío, y por el historiador judío Flavius Josephus, a pesar de que la autenticidad de porciones de este último es cuestionable.

El Sudario de Turín es considerado por muchos como la tela con que envolvieron a Jesús, y varias publicaciones sobre los aspectos médicos de su muerte sacan sus conclusiones de esta suposición. El Sudario de Turín y descubrimientos arqueológicos recientes proveen información valiosa sobre las prácticas romanas de crucifixión. La interpretación de escritores modernos, basados en conocimientos científicos y médicos desconocidos en el primer siglo, podría arrojar más luz en cuanto a los posibles mecanismos de la muerte de Jesús.

Cuando se toman en conjunto ciertos datos -el testimonio extenso y contemporáneo tanto de proponentes como oponentes del cristianismo, y su aceptación universal de Jesús como una verdadera figura histórica; la ética de los escritores de los evangelios, y el corto intervalo de tiempo entre los eventos y los manuscritos; y la confirmación del recuento de los evangelios por historiadores y por descubrimientos arqueológicos- aseguran un testimonio confiable para elaborar una interpretación médica moderna de la muerte de Jesus.

GETSEMANI

Luego que Jesús y sus discípulos celebraron la Pascua en el aposento alto de una casa ubicada en el suroeste de Jerusalén, viajaron al Monte de los Olivos, al noreste de la ciudad. (Debido a varios ajustes del calendario, los años del nacimiento y la muerte de Jesús permanecen controversiales. Sin embargo, es muy probable que Jesús naciera en el 4 o el 6 AD y que muriera en el 30 DC. Durante la celebración de la Pascua en el 30 DC, la Ultima Cena se habría observado el jueves 6 de abril [Nisan 13], y Jesús habría sido crucificado el viernes 7 de abril [Nisan 14].) En el cercano Getsemaní, Jesús, aparentemente sabiendo que el tiempo de su muerte se acercaba, sufrió una enorme angustia mental, y, como describe el médico Lucas, su sudor se volvió como gotas de sangre.

Aunque es un fenómeno muy raro, el sudor sangriento (hematidrosis o hemohidrosis) podría ocurrir en altos estados emocionales o en personas con desórdenes sanguíneos. Como resultado de hemorragias en las glándulas sudoríficas, la piel se vuelve frágil y tierna. La descripción de Lucas

soporta el diagnóstico de homatidrosis en lugar de cromidrosis ecrina (sudoración amarillenta-verdosa o marrón) o estigmatización (sangre brotando de las palmas de las manos u otro lugar). Aunque algunos autores sugieren que la hematidrosis producía hipovolemia, concordamos con Bucklin que la pérdida real de sangre que experimentó Jesús fue mínima. Sin embargo, en el aire frío de la noche pudo haber producido escalofríos.

LOS JUICIOS

Juicios Judíos

Poco después de la medianoche, Jesús fue arrestado en Getsemaní por los guardias del templo, y fue llevado primeramente ante Anas y luego ante Caifás, el sumo sacerdote judío ese año. Entre la una de la mañana y el amanecer, Jesús fue juzgado ante Caifás y el Sanhedrín político, y fue hallado culpable de blasfemia. Luego los guardias lo vendaron, le escupieron, y le pegaron en el rostro con sus puños. Poco después del amanecer, presumiblemente en el templo, Jesús fue juzgado ante el Sanhedrín religioso (fariseos y saduceos), y de nuevo fue hallado culpable de blasfemia, un crimen castigable con la muerte.

Juicios Romanos

Debido a que el permiso para una ejecución tenía que provenir de los romanos gobernantes, Jesús fue llevado temprano en la mañana por los guardias del templo al Pretorio de la Fortaleza Antonia, residencia y asiento de gobierno de Poncio Pilato, el procurador de Judea. Sin embargo, Jesús fue presentado a Pilato, no como un blasfemo, sino como un rey autoproclamado que rechazaría la autoridad romana. Pilato no presentó ningún cargo contra El y lo envió a Herodes Antipas, tetrarca de Judea. Herodes tampoco presentó ninguna acusación oficial y lo devolvió a Pilato. De nuevo Pilato no pudo encontrar base alguna para un cargo legal contra Jesús, pero la gente demandaba la crucifixión con persistencia. Pilato finalmente cedió a su demanda y entregó a Jesús para ser flagelado y crucificado. (McDowell ha revisado el clima político, religioso y económico prevaleciente en el tiempo de la muerte de Jesús, y Bucklin ha descrito las varias ilegalidades de los juicios judíos y romanos.)

La Salud de Jesús

Los rigores del ministerio de Jesús (esto es, sus viajes a pie a través de la Palestina) habrían excluido cualquier enfermedad física de importancia o una constitución débil. En este sentido, es razonable suponer que Jesús gozaba de buen estado de salud antes de su caminata a Getsemaní. Sin embargo, durante las 12 horas entre las 9 pm del jueves y las 9 am del viernes, El sufrió una enorme tensión emocional (como se evidencia por la hematidrosis), abandono de sus más cercanos amigos (los discípulos) y el castigo físico (luego del primer juicio judío). Además de esto, en el escenario de una noche traumática y desvelada, El había sido obligado a caminar más de 4 kilómetros de uno a otro local donde se celebraron los juicios. Estos factores físicos y emocionales podrían haber dejado a Jesús particularmente vulnerable a los efectos adversos y hemodinámicos de la flagelación.

FLAGELACIÓN

Prácticas de Flagelación

La flagelación era un preliminar legal para toda ejecución romana, y solo las mujeres, los senadores romanos y los soldados (con excepción de casos de deserción) estaban exentos. El instrumento usual era un azote corto (flagrum o flagellum) con varias tiras de cuero sencillas o entrelazadas, de diferente longitud, en las cuales se ataban pequeñas bolas de hierro o trocitos de huesos de ovejas a varios intervalos. Ocasionalmente se utilizaban barrotes. Para la flagelación, el hombre era desnudado, y sus manos eran atadas a un poste. Las espaldas, las nalgas y las piernas eran azotadas, bien sea por dos soldados o por uno que alternaba la posición. La severidad de la flagelación dependía de la disposición de los verdugos y su objetivo era debilitar a la víctima a un estado próximo al colapso o la muerte. Después de la flagelación, los soldados solían burlarse de sus víctimas.

Aspectos Médicos de la Flagelación

Cuando los soldados azotaban repetidamente y con todas sus fuerzas las espaldas de su víctima, las bolas de hierro causaban profundas contusiones, y las tiras de cuero y huesos desgarraban la piel y el tejido subcutáneo. Al continuar los azotes, las laceraciones cortaban hasta los músculos, produciendo tiras sangrientas de carne desgarrada. El dolor y la pérdida de sangre usualmente creaban las condiciones para un shock circulatorio. La cantidad de sangre perdida podía muy bien determinar cuánto tiempo sobreviviría la víctima en la cruz