Séptimo día de la Novena a San Francisco de Borja

Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración inicial para todos los días

Glorioso San Francisco de Borja, si es para gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma, alcánzame del Señor lo que te pido en esta novena y si no, encamina mi petición a Dios para que en mí y en todos se cumpla la divina voluntad. Amén.

Oración del séptimo día

Dios y Señor de las Virtudes, séptima orden de tus ángeles, que te serviste de San Borja en el orden sacerdotal para que, como virtud tuya, arrojara demonios de los cuerpos y pecados de las almas, obrando siempre singulares maravillas. Por los méritos de las Virtudes y por la devoción que San Borja tuvo al Augusto Sacramento, te suplico enciendas en mi alma el fuego del Espíritu Santo para que como virtud del cielo atraiga almas a tu divino servicio y logre la gracia de los santos sacramentos. Amén.

(Aquí se dicen las intenciones de la novena o las peticiones y se reza tres Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

Oración final para todos los días

Santísimo y amado padre San Francisco de Borja, grande por naturaleza en la tierra y mayor por tu humildad en el cielo, ejemplo de príncipes y señores, guía de sacerdotes y maestros, modelo de religiosos y prelados, celosísimo del bien de las almas y a quien Dios ha concedido especial gracia para desterrar las tercianas y otras enfermedades; para apaciguar los discordes, conservar el honor y recobrar buena fama; para aplacar los terremotos y librar de sus daños a tantos pueblos y ciudades que te invocan como su protector y patrono.

A ti acudo, padre mío, para que como tan amante de María Inmaculada y de Jesús Sacramentado, intercedas por mí, alcanzándome el perdón de mis pecados e imitación de tus virtudes, hasta gozar de Jesús y María por medio de una santa muerte, y que en vida logre la gracia que te pido por medio de esta novena, si ha de ser para gloria de Dios y tuya. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.