Séptimo Día de la Novena a San Agustín sobre la Caridad

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
 
Oración inicial
 
Peregrino y enfermo vuelvo a ti, Dios mío,
cansado de peregrinar fuera,
y agobiado por el peso de mis males.
He experimentado que lejos de tu presencia
no hay refugio seguro, ni satisfacción que dure,
ni deseo que dé fruto,
ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste.
Aquí estoy, pobre y hambriento. ¡Dios de mi salud!
Ábreme las puertas de tu casa: perdóname, recíbeme,
sáname de todas mis enfermedades,
úngeme con el óleo de tu arrepentido.
¡Oh Verdad! ¡Oh belleza infinitamente amable!
¡Qué tarde te amé, hermosura siempre antigua
y siempre nueva! ¡Qué tarde te conocí!
¡Qué desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí!
 
Séptimo Día
 
“La historia de amor entre Dios y el hombre consiste precisamente en que esta comunión de voluntad crece en la comunión del pensamiento y del sentimiento…” (Benedicto XVI, DCE.17)
 
Lectura Bíblica: 1, Cor 13,3-7
 
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada. El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
 
Reflexion de San Agustín
 
“Examina primero si ya sabes amarte a ti mismo; Cuando esto sea, te dejaré amar al prójimo como a ti mismo. Pero si aún no sabes amarte a ti mismo no engañes al prójimo como a ti mismo te estás engañando.” (S 128,5).
 
Oración
 
Señor que nos conozcamos como tu nos conoces, para poder manifestarlo en la práctica concreta y real de cada día amando en el hoy y ahora, amando a todos a través del servicio, la donación y la entrega de lo mejor de cada uno para el bien de los demás.
 
Oración Final
 
Señor, estabas dentro de mi,
pero yo de mi mismo estaba fuera.
Y por fuera te buscaba... Estabas conmigo,
pero yo no estaba contigo.
Me mantenían alejado aquellas cosas que,
si en ti no fuesen, no existirían.
Pero me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera. Brillaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera. Derramaste tu fragancia, la respiré y suspiro por ti. Gusté, tuve hambre y sed.
Me tocaste y ardo en deseos de tu paz.
Que yo te conozca, Dios mío,
de modo que te ame y no te pierda.
Que me conozca a mi mismo,
de tal manera que me desapegue de mis intereses y no me busque vanamente en cosa alguna.
Que yo te ame, Dios mío, riqueza de mi alma,
de modo que esté siempre contigo.
Que muera a mi mismo y renazca en ti.
Que sólo tú seas mi verdadera vida
y mi salud perfecta para siempre. Amén
 
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.