Segundo Día de la Novena a San Agustín sobre la Esperanza

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Segundo Día

“…la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las
desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo»”. (Benedicto XVI Spes Salvi 27)

Lectura Bíblica: 1 Cor 13,11-13

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

Dice San Agustín:

“ Ahora creemos, más tarde veremos. Cuando creemos, se da la esperanza en este siglo; cuando veamos, se dará la realidad en el futuro, pues veremos cara a cara”
(CS 123,2)

Oración :

Queremos pedirte que aumentes la esperanza en los jóvenes. Especialmente te pedimos por los que están sin rumbo, porque la sociedad los margina, los deja de lado, no les brinda educación, ni trabajo, ni oportunidades para vivir con sentido.

Oración Final

Señor, estabas dentro de mi,
pero yo de mi mismo estaba fuera.
Y por fuera te buscaba... Estabas conmigo,
pero yo no estaba contigo.
Me mantenían alejado aquellas cosas que,
si en ti no fuesen, no existirían.
Pero me llamaste, gritaste, derrumbaste mi sordera. Brillaste, resplandeciste, ahuyentaste mi ceguera. Derramaste tu fragancia, la respiré y suspiro por ti. Gusté, tuve hambre y sed.
Me tocaste y ardo en deseos de tu paz.
Que yo te conozca, Dios mío,
de modo que te ame y no te pierda.
Que me conozca a mi mismo,
de tal manera que me desapegue de mis intereses y no me busque vanamente en cosa alguna.
Que yo te ame, Dios mío, riqueza de mi alma,
de modo que esté siempre contigo.
Que muera a mi mismo y renazca en ti.
Que sólo tú seas mi verdadera vida
y mi salud perfecta para siempre. Amén

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.