¿Por qué la Biblia debe ser interpretada por la Iglesia?

¿Puede leerse la Sagrada Escritura sola, sin el servicio que ofrece el Magisterio para una mejor y auténtica comprensión de la revelación? ¿Es válido el principio luterano de la "sola Scriptura" (la lectura de la Biblia sin comentarios ni orientación)?La Iglesia considera como suprema norma de su fe la Sagrada Escritura unida a la Sagrada Tradición ya que, inspirada por Dios y escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la Palabra del mismo Dios. Es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye el sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual (ver Concilio Vaticano II, Dei Verbum n. 21).

¿Por qué hay muchas enseñanzas católicas que no están en la Biblia?

La Iglesia no añade nada a la Sagrada Escritura, sino que crece en la comprensión de las palabras (ver Dei Verbum n. 8). Pero tampoco saca únicamente de la Escritura todo lo revelado, porque lo revelado abarca tanto lo transmitido por escrito, la Biblia, como lo transmitido de viva voz, la Tradición (ver 1Cor 11,23; 2Tes 2,15). Es importante entender que la transmisión del Evangelio, de la Buena Nueva de la Reconciliación, según el mandato del mismo Señor, se hizo de dos maneras. En primer lugar de forma oral: los Apóstoles con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de palabra lo que habían escuchado y aprendido de lo que Jesús habló e hizo y lo que el Espíritu les enseñó. Se trata de una transmisión viva (Tradición). Y, también, de forma escrita: los mismos Apóstoles y otros hombres de su generación, inspirados por ese mismo Espíritu, pusieron por escrito el mensaje salvífico (Escritura). Por ello la Iglesia enseña que el depósito de la revelación, es decir, el lugar donde está contenida la única revelación de Dios, está constituido tanto por la Sagrada Escritura como por la Sagrada Tradición. Las dos son, pues, dos modos distintos de transmitir la única revelación. Los libros inspirados enseñan la verdad de salvación. Sin embargo, la fe cristiana no es una 'religión del Libro'. El cristianismo es la religión de la "Palabra" de Dios, 'no de un verbo escrito y mudo, sino del Verbo encarnado y vivo' como dice San Bernardo (ver Catecismo de la Iglesia Católica n.108).

¿Es necesario que el Magisterio nos explique lo que quiere decir la Biblia?

Sí es necesario que el Magisterio cumpla con el servicio de explicarnos el sentido de la Palabra de Dios, como lo hizo Felipe al eunuco (ver Hch 8,26ss). Todos los cristianos creemos que la Biblia dice la verdad. Nadie niega eso, pero esa verdad, por su misma riqueza y profundidad, no siempre es clara y evidente para todos. La Biblia lo dice. El eunuco no era ningún ignorante, tenía el texto revelado en la mano y lo escudriñaba como Jesús lo había mandado. Sin embargo, cuando Felipe le pregunta: "¿Comprendes lo que lees?", él responde: "¿Cómo voy a entender si nadie me lo explica?" La experiencia lo demuestra. Los fundamentalistas bíblicos afirman que la Biblia dice la verdad. Pero el caso es que ellos mismos no se pueden poner de acuerdo en cuál es esa verdad. Si la conocieran no estarían divididos en multitud de comunidades. La unidad tan querida al corazón de Cristo es imposible si no hay alguien con autoridad que sirva a esa unidad. Esa autoridad le viene dada a la Iglesia y ella lo ejerce por su Magisterio.

¿No tiene cada uno el derecho de interpretar la Sagrada Escritura por su cuenta?

Es cierto que todos podemos interpretar lo que nos quiere decir la Biblia. Pero nadie puede afirmar que lo puede hacer de manera absoluta y aislada. Ningún ser humano es dueño absoluto de la verdad. Es por ello que acudimos a quien no sólo tiene toda la verdad sino que es la misma Verdad, Jesucristo. Y Él se la ha confiado a la totalidad de la Iglesia. El depósito de la fe, es decir, la Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición, fue confiado por los apóstoles a la totalidad de la Iglesia, a los pastores y fieles como una sola unidad. La función que ejerce el Magisterio no limita o restringe nuestra iniciativa. Lo que hace es guiarla para que no erremos. El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo mismo.

¿Los católicos debemos leer la Biblia?

Todos los cristianos creemos que Dios nos habla por medio de la Biblia. Si esto es verdad, y no estuvo muda y silenciosa durante dos mil años, algo debió de haber dicho a los que la tuvieron en la mano antes que nosotros y, por tanto, antes de dar nuestra interpretación, deberíamos de consultar lo que la Biblia dijo a los que la estudiaron antes que nosotros. Precisamente por eso los que predican opiniones que cambian, y no verdades que permanecen, rechazan el Magisterio que está para conservar, exponer y custodiar esas verdades, válidas para todos los hombres de todos los tiempos. Estos criterios te pueden iluminar y hacer entender lo sensato que resulta escuchar y obedecer al Magisterio. Nunca hemos de olvidar que esa es la manera que Cristo mismo quiso que fuera para que los hombres no sólo no caigamos en el error, sino para que podamos gozar de la plenitud de la verdad revelada. El Magisterio está asistido por el Espíritu y es garantía, pues, de la verdad revelada. No está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio para enseñar puramente lo transmitido. En este espíritu escucha la Palabra de Dios, la custodia, la explica y la transmite (ver Catecismo de la Iglesia Católica n.86).