Octavo día de la novena a San Ignacio de Loyola

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo!
Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas,
me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia
propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.
Amén.

Oración para todos los días

Gloriosísimo Padre y Patriarca San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús y Padre amantísimo: si es para mayor gloria de Dios, honor vuestro y provecho de mi alma que yo consiga la gracia que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor; y si no, ordenad mi petición con todos mis pensamientos, palabras y obras a lo que fue siempre el blasón de vuestras heroicas empresas: a mayor gloria de Dios.

Octavo día: Por una perfectísima obediencia a todos mis superiores

Jesús mío dulcísimo, que desde el instante de vuestra encarnación en el seno purísimo de vuestra madre Virgen, obedecisteis hasta morir obediente en la cruz: os ofrezco los merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los de su heroica obediencia con que obedeció a todos sus superiores, especialmente al Sumo Pontífice de Roma, Vicario de Cristo en la tierra, consagrado con toda su religión, la Compañía de Jesús, con particular voto a la obediencia de la Santa Sede. Os suplico, Padre amantísimo de mi alma, me concedáis una perfectísima obediencia a todos mis superiores, continuada todos los instantes de mi vida, y perfecta en los tres grados de obedecer en cuanto a la ejecución, en cuanto a la voluntad y en cuanto al entendimiento, y la gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.

Tres Padrenuestros y Avemarías

Oración final

Oh Dios, que para propagar la mayor gloria de tu nombre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio: alcánzanos que con su ayuda y a imitación suya peleemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.