Aconsejan que virtudes como el esfuerzo y el sacrificio tengan un lugar en las aulas

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Seminario internacional en Lima

El especialista español González Lucini aconseja dictar una materia de valores. Afirma que no sólo se deben enseñar cuestiones básicas como la democracia, la paz y la justicia. Otras corrientes sugieren que dichos contenidos se impartan en distintas asignaturas.

LIMA.- Recuperar la dimensión humanizadora de la escuela y darle un lugar en el aula a la transmisión de valores, como una materia específica, para fortalecer la educación integral son desafíos pendientes aún en América latina.

En la última década, la región estuvo dominada por reformas educativas que tuvieron un sello común e inconfundible: cambios en la estructura del sistema, actualización de los programas de estudios y aplicación de mecanismos de evaluación de la calidad, entre otras variantes.

"En ese nuevo universo, la enseñanza de valores apenas se limita a la proclamación de grandes cuestiones básicas, como la libertad, la paz, la justicia, la igualdad, con muy poca preocupación por incorporar los hábitos del esfuerzo, el sacrificio, la generosidad y la responsabilidad, entre otras virtudes consideradas pequeñas, pero que en definitiva sustentan los valores clásicos."

Así lo explicó el especialista español Fernando González Lucini, maestro, periodista y licenciado en pedagogía, al exponer en un seminario sobre el papel del periodismo en la educación, que deliberó durante dos días en esta ciudad.

La convocatoria, realizada por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), de la Unesco, reunió a unos 15 periodistas de Brasil, Paraguay, Chile, México, El Salvador, la Argentina, Perú, España y Portugal, con exposiciones y debates destinados a reflexionar sobre los medios y la educación en valores.

También expuso el profesor Gonzalo Jover, doctor en pedagogía de la Universidad Complutense de Madrid, que presentó una investigación sobre la percepción de la realidad cotidiana en la mirada infantil.

A través de fotos mostradas a 100 niños de 8 a 12 años y los comentarios espontáneos que en ellos suscitaron, el investigador español describió el peso de la lectura emotiva de las imágenes y advirtió cómo las distancias culturales predominan muchas veces por encima de las diferencias biológicas y raciales.

Valores comparativos

"Todos los países de América latina incluyeron en la última década referencias explícitas a los valores en la legislación sobre educación", explicó González Lucini, que realizó un trabajo comparativo de las finalidades educativas expresadas en las constituciones y normas de los países iberoamericanos.

Reveló, en ese sentido, que las leyes mencionan valores como la justicia, la democracia, la libertad y la solidaridad, entre otros conceptos generales. Pero esa coincidencia se diluye a la hora de rescatar otras aptitudes o cualidades. El valor del esfuerzo, por ejemplo, aparece mencionado únicamente en cuatro leyes de educación (Colombia, Costa Rica, Guatemala y Venezuela); la verdad, en tres (la Argentina, Chile y Nicaragua); la honestidad, en dos (Paraguay y Venezuela); la belleza y la sinceridad, en dos (Bolivia, Chile y Costa Rica), y la esperanza, en una (Bolivia).

"La gran crisis de la educación es que hablamos mucho de los grandes valores y nos olvidamos de los pequeños. No puede haber solidaridad si no hay esfuerzo", resumió González Lucini, al dictar lo que él llama "Cartas náuticas para una educación en valores y en derechos humanos". Entre esos valores pequeños se encuentran el esfuerzo, el sacrificio, la honestidad, la voluntad, la ternura, la esperanza, la honradez y la ilusión.

"La vida es un viaje, una travesía. Y nuestros alumnos salen del sistema educativo sin brújula, sin un proyecto de vida propio que les haga decir no a las tentaciones que se les presentan", sintetizó el expositor español, de 57 años y con inconfundible acento andaluz.

"El secreto -prosiguió- es ayudarlos a que tengan un proyecto que los apasione." Agregó, además, que ese ideal personal es más importante que el proyecto institucional de la escuela.

Los tres elementos que sustentan las cartas náuticas diseñadas por González Lucini son los valores básicos para la vida y la convivencia (grandes y pequeños), los derechos humanos y sus deberes correspondientes.

Materia propia o no

Un debate en sí mismo es resolver cómo transmitir en clase los valores básicos de la sociedad.

"Para la formación sistemática de algo tan complejo como el desarrollo de la conciencia moral hay que reivindicar el espacio como asignatura propia. Si no hay un profesor de ética y se deja librada la enseñanza de estos temas a los docentes de distintas disciplinas, cada uno enseñará lo que quiere", precisó el maestro español.

Gonzalo Jover coincidió en que los contenidos tienen que estar incluidos en el currículum escolar, pero no tiene en claro "si necesariamente tiene que ser una asignatura específica". Recomendó, eso sí, complementarlo con la enseñanza de la historia. "Algunos chicos tienen nociones de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero muy pocos saben cuándo, dónde y en qué contexto se aprobó", comentó.

La enseñanza de estos temas a través de distintas asignaturas -lo que se conoce como contenidos transversales- lleva el riesgo de dejar la transmisión de los valores en manos de docentes que cultivan distintos pensamientos e ideologías. "Al final cada docente termina enseñando lo que quiere", precisó González Lucini.

Ante ese riesgo de dispersión, Jover transmitió una lección básica que convendría no olvidar: "Una persona que no comparte un mínimo de los valores morales de la sociedad mejor que no se dedique a la docencia".