"Esto nos genera dolor, no sólo por lo que significa la pérdida de un templo, sino porque esto da cuenta de una situación centenaria que no ha sido resuelta. Es un síntoma de un problema más profundo", indicó.
A su vez, Mons. Francisco Javier Stegmeier, Obispo de Villarrica, dijo a ACI Prensa que "es claro que nuestras comunidades cristianas están sufriendo persecución religiosa a causa de Jesucristo. Él seguirá siendo nuestra fortaleza, alegría y esperanza. Él también nos capacita para siempre perdonar y responder con el bien al que nos hace daño".
Previo a este último atentado, en el documento de la 111ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, realizada en abril de 2016, los obispos afirmaron que "cuando no se respetan valores tan esenciales para la existencia de un pueblo creyente, como son el derecho a la vida humana, su seguridad y sus espacios sagrados, se hiere el alma misma de este pueblo".
"Estos hechos, que son rechazados por la inmensa mayoría de la población, corren el riesgo de estigmatizar a todo el pueblo mapuche y desacreditar su sana búsqueda de reconocimiento y reparación", sostuvieron.