Francisco expresó su alegría por la presencia de niños en este encuentro y afirmó que "cada uno de sus hijos es una criatura única que no se repetirá nunca más en la historia de la humanidad. Cuando se entiende esto, a saber que cada uno ha sido querido por Dios, ¡si queda maravillado del milagro que es un hijo!".
En ese sentido, se dirigió a los menores y les dijo que "cada uno de ustedes es fruto único del amor, vienen del amor y crecen en el amor. ¡Son únicos, pero no están solos!". Porque, según el Papa, "el hecho de tener hermanos y hermanas les hace bien: los hijos y las hijas de una familia numerosa son más capaces de comunión fraterna desde la infancia".
Y es que "en un mundo marcado a menudo por el egoísmo, la familia numerosa es una escuela de solidaridad y de compartir; y estas actitudes van después en beneficio de toda la sociedad".
"La gran familia humana es como un bosque, donde los árboles buenos llevan solidaridad, comunión fidelidad, sostén, seguridad, feliz sobriedad y amistad", afirmó, y aseguró que los abuelos son "una presencia preciosa sea por la ayuda práctica que prestan, sea sobre todo por el aporte educativo". "Los abuelos custodian en sí los valores de un pueblo, de una familia, y ayudan a los padres a transmitírselos a los hijos".