En el encuentro que sostuvo ayer por la tarde con más de 20 mil jóvenes de la arquidiócesis de Turín y varias diócesis cercanas, el Papa Benedicto XVI los alentó a "vivir y no vegetar", siguiendo el ejemplo del beato Piergiorgio Frassati, testimoniando intensamente el verdadero amor ante el mundo que niega la existencia de compromisos para siempre en las personas.
Recordando que hace 25 años Juan Pablo II dedicó a los jóvenes una carta centrada en el encuentro de Jesús con el joven rico, que le pregunta qué debe hacer para alcanzar la vida eterna, Benedicto XVI dijo: "Hoy no es fácil hablar de vida eterna ni de realidades eternas porque la mentalidad de nuestra época nos dice que no hay nada definitivo: todo cambia y con gran velocidad. Cambiar se ha vuelto en muchos casos la contraseña y de este modo también vosotros, jóvenes, os sentís llevados a pensar a menudo que es imposible tomar decisiones definitivas que os comprometan para toda la vida".
Pero, cuestionó el Santo Padre, "¿es verdad que para ser felices nos tenemos que contentar con pequeñas alegrías fugaces y momentáneas que, una vez pasadas, dejan amargura en el corazón? Queridos jóvenes, esta no es la verdadera libertad, la felicidad no se alcanza así. Cada uno de nosotros está creado no para tomar decisiones provisionales y revocables, sino definitivas e irrevocables que den pleno sentido a la existencia. Lo vemos en nuestra vida: querríamos que cada experiencia bella, que nos colma de felicidad, no acabase jamás. Dios nos creó teniendo en cuenta el ‘para siempre’ y puso en nuestro corazón la semilla de una vida que realice algo bueno y grande".